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De Nuestras Jornadas

¿Celo legislativo o inexperiencia?

N

o puede ser tan grave la falta de Presupuesto de Egresos del estado si el gobernador Héctor Astudillo afirma que su administración no se paralizará por ello, pues, aprobada como está la Ley de Ingresos del año que comenzó hace cuatro días, está facultada para recaudar las contribuciones y para ejercerlas según criterios, montos y proporciones estipulados en el Presupuesto de Egresos del año pasado.

No hay, pues, el riesgo de paralización, como ocurre en estos días en el gobierno federal de Estados Unidos, aun cuando hay similitudes entre ambas circunstancias.

La falta de presupuesto, aquí, no es consecuencia de una disputa entre los poderes Ejecutivo y Legislativo. Es, más bien, la combinación de un mal entendido celo por cumplir al pie de la letra los postulados del presidente Andrés Manuel López Obrador, de no permitir ni un ápice de corrupción, y la inexperiencia política –y quién sabe si también administrativa– de la bancada mayoritaria en el Congreso local, la de Morena. O es ignorancia acerca de cómo hacerlas.

La inexperiencia podría justificar la presencia del ex diputado y ex secretario de Finanzas del estado Carlos Álvarez Reyes, en un prolongado encuentro con el coordinador de la bancada de Morena, Antonio Helguera Jiménez, para asesorarlo al respecto.

También cabría la posibilidad que baraja el coordinador de la fracción del PRI, Héctor Apreza Patrón, de que se trató de un hecho grotesco que manos extrañas hayan tratado de suplantar las funciones de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública del Congreso local, cuya tarea es precisamente dictaminar la sugerencia de presupuesto enviada por el Ejecutivo.

Pero el hecho es que el propio coordinador morenista ya admitió que hay división entre sus filas, pero lo atribuyó a la democracia que se vive en su interior, pues en ésta la disensión es bienvenida y coexisten la diversidad de pensamiento. Eso dice él.

Sería bueno que recordara que ese factor –el disenso llevado a los extremos– fue una de las causas del desmoronamiento del PRD, partido en el que importa más la posición de la corriente propia que la línea trazada por la dirigencia nacional, y en el quela investidura de los dirigentes tiene menos peso que las posturas personales.