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Parecen modelos y todos pelean igual

La lucha libre perdió la magia, ya no hay rudos ni técnicos, dice Máscara Año 2000
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▲ El legendario gladiador Jesús Reyes, mejor conocido como Máscara Año 2000 (centro), junto con su hermano Carmelo (Cien Caras) y la nueva generación de la Dinastía Dinamita.Foto Karla Torrijos
 
Periódico La Jornada
Viernes 28 de diciembre de 2018, p. a12

La lucha libre perdió la magia, ya no tiene la misma esencia, ahora todos pelean igual, aseguró de forma tajante el legendario gladiador Jesús Reyes, mejor conocido como Máscara Año 2000.

Asimismo, lamentó que se ensucie el nombre de esta disciplina con peleas en las que se lanzan ladrillos y se rompen sillas en la cabeza, pues ese tipo de cosas sólo perjudican a nuestro deporte.

El integrante de la famosa Dinastía Dinamita consideró que en la actual lucha libre mexicana ya no hay rudos ni técnicos, como sucedía en otras épocas, esa esencia ya se perdió.

Destacó que todos los peleadores de ahora tienen el mismo estilo, la gente ya no se emociona con ellos, todos son iguales, parecen modelos, con cuerpos esculturales, antes había diversidad de personajes, estaba el gordo, el feo, el exótico, el malo, el bueno, el cómico, y ahora no hay eso, todos quieren hacer lo mismo, tampoco hay ídolos.

Agregó que si algo distinguía a este deporte es que había buenos y malos, pero hoy en día, no hay verdaderos rudos ni auténticos técnicos, ya no hay esas cruentas batallas con rivalidades extremas, en las que el público abarrotaba las arenas con tal de ver caer una máscara o una cabellera, eso ya no se ve en la actualidad.

El originario de Lagos de Moreno, Jalisco, recordó que en la época de oro de la lucha libre mexicana había rudos “que eran despiadados, sanguinarios y que realmente provocaban que la afición los odiara, como el Cavernario Galindo, el Perro Aguayo, Villano III, Ringo Mendoza, Sangre Chicana, nosotros, los Hermanos Dinamita (Cien Caras, Máscara Año 2000 y Universo 2000), entre otros, ahí sí había buenos y malos.

Los fanáticos te odiaban o te amaban, no había de otra. Teníamos rivalidades muy fuertes, como la mía con el Perro Aguayo, además, las funciones se convertían en unas verdaderas batallas, en muchas ocasiones salimos sangrando, lo que queríamos era agradar a los espectadores, los luchadores de antes éramos más apasionados, ahora el público a veces se ríe de las payasadas que algunos hacen arriba del cuadrilátero.

El gladiador, quien en noviembre pasado cumplió 40 años de carrera en el pancracio mexicano, apuntó que si bien la lucha libre tiene que evolucionar, no debe hacerlo con espectáculos que nos desprestigian a todos los que estamos involucrados en ella.

Explicó que la transformación “tiene que darse en otro sentido, tienen que surgir personajes y estilos diferentes, no se puede evolucionar aventándose cosas, usando lumbre o rompiendo sillas y otros artefactos en el cuerpo del rival, eso sólo destruye a esta disciplina.

No estoy en contra de que se realicen ese tipo de espectáculos, a mí me vale gorro, si se quieren matar, cortar o electrocutar, que lo hagan, pero que no digan que eso es lucha libre.

Finalmente, Máscara Año 2000 dijo sentirse agradecido con la afición y con este fascinante deporte por haber cumplido 40 años “de brillar en los cuadriláteros.

“Agradezco infinitamente por estas cuatro décadas, se dice fácil, pero en realidad ha sido toda una vida de esfuerzos y sacrificios, me he encontrado con muchas dificultades las cuales he podido superar, pero también con muchas satisfacciones que me hicieron seguir adelante.

Hoy puedo decir que le debo la vida a la lucha libre, en realidad le debo todo, de no haber sido por ella tal vez ya estuviera muerto, pues la vida en el campo es terrible, no hay muchas oportunidades, gracias a este deporte estoy aquí y seguiré hasta que el cuerpo aguante, sostuvo.