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Hoy las fundaciones privadas preservan la herencia artística de Venezuela, destaca un investigador
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Sábado 22 de diciembre de 2018, p. 4

Dictaduras, guerrillas, democracia y populismo han sido el pan del arte de Venezuela a lo largo de su turbulenta historia política y han propiciado un ejército de notables artistas, varios de fama internacional como Armando Reverón, Jesús Soto, Alejandro Otero y Carlos Cruz-Diez representantes del arte cinético por no decir el neofigurativo Jacobo Borges.

La relación arte-política en ese país sudamericano de la Colonia a nuestros días la examina y la comparte con La Jornada el historiador y crítico de arte (ex profesor titular en las universidades de los Andes y Central de Venezuela), Roldán Esteva-Grillet, cuyo libro más reciente es País en vilo: arte, democracia e insurrección en Venezuela (2017).

–Su investigación es imperiosa en una circunstancia política delicada como la de Venezuela hoy. ¿A qué conclusión llega con su estudio?

–A lo largo de la convulsa historia venezolana del siglo XX, las instituciones culturales para sobrevivir han tenido que defender, como han podido, su autonomía ante la política. El arte lo ha hecho también amparándose en el formalismo. Hoy el mercado del arte y las fundaciones privadas han sido las encargadas de salvaguardar y mantener en vida nuestra herencia artística.

–¿Cuál ha sido el momento de mayor fractura entre el arte y el poder en su país?

–Los años 60 del siglo pasado, cuando la revolución cubana se volvió modelo para muchos artistas e intelectuales. Pero la violencia guerrillera (1962-1967) no sólo nunca minó la calidad artística, tampoco censuró a los creadores.

La segunda vanguardia fue de izquierda

–¿La vanguardia venezolana ha sido de derecha o de izquierda?

–La abstracción geométrica de los años 50 fue apolítica. La segunda vanguardia, la del informalismo y la neofiguración (protagonizada por Jacobo Borges y Antonio Moya) fue de izquierda y se identificó con la revolución cubana.

‘‘Hoy los artistas venezolanos más destacados son opositores del régimen.’’

–¿Qué papel ha tenido México frente a las convulsiones políticas en Venezuela?

–México acogió durante las dictaduras a disidentes políti-cos comunistas que se acercaron a los muralistas y los influyeron, como César Rengifo, Gabriel Bracho, Julio César Rovaina y Alberto Egea López. Pedro León Zapata se formó y vivió desde 1948 por un decenio en México, convirtiéndose en el caricaturista político más notable de la izquierda en Venezuela. Hoy frente al éxodo de profesionistas en todos los campos, México ha acogido no sólo a artistas sino también a curadores y gestores culturales.

–¿Arte y petróleo han ido de la mano en Venezuela?

–Sí, fue evidente en los años 50. El alza del precio del petróleo por la guerra de Corea generó una sólida inversión en infraestructura que benefició al arte. Como símbolo de esa convivencia la Ciudad Universitaria de Caracas fue proyectada y dirigida por el arquitecto Carlos Raúl Villanueva, quien llamó a artistas internacionales como Calder, Léger, Vasarely, Arp, etcétera, uniendo felizmente arte y arquitectura.

–¿Qué sucedió durante la era chavista?

–El viernes negro de 1983 fue el principio de la caída de valor monetario y el inicio del desgaste de la democracia terminado en 1992 con el conato de golpe de Estado de Hugo Chávez. Los años 80 fueron de absoluto auge para el arte en Venezuela, mientras en los 90 se favorecieron por la conversión de los museos en fundaciones de Estado al recibir financiamiento privado. Tal unión llevó al florecimiento de exposiciones y de catálogos que se interrumpieron con el control político de Chávez sobre la cultura.