Opinión
Ver día anteriorMartes 20 de noviembre de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La muestra

Pájaros de verano

F

uego en la llanura. Dividida en cinco cantos, Pájaros de verano (2018), la película más reciente de los colombianos Ciro Guerra y Cristina Gallego (El abrazo de la serpiente, 2015) se presenta como la tragedia de un clan familiar destruido por su ambición en el próspero negocio de las drogas. También señala el abandono de una comunidad de las tradiciones ancestrales, hechas de mitos y creencias, que mantenían intacta su identidad tribal frente al embate modernizador del capitalismo salvaje. A partir de la seducción que sobre el protagonista Rapayet (José Acosta) ejerce la sensual Zaida (Natalia Reyes), y la fuerte dote que para contraer nupcias con ella exige Aníbal, patriarca de un clan vecino, se agudizan las rivalidades entre comunidades que convivían pacíficamente en el territorio caribeño de la Guajira hasta el momento en que una bonanza del narcotráfico, estimulada por el incremento de compradores estadunidenses llega a separarlos violentamente. Los realizadores muestran, con claridad meridiana, las etapas de esa degradación cultural y la forma en que incluso los mayores guardianes de la tradición sucumben, uno a uno, a la tentación de ese dinero fácil que en una escena emblemática se despilfarra de manera extravagante.

Son notables los personajes de la matriarca Úrsula (Carmiña Martínez), que con mano firme controla el clan familiar hasta naufragar ella misma en el desvarío, o del hijo predilecto, Leónidas, energúmeno machista que simboliza el arribismo y ambición desmedida que socavan todo el equilibrio moral de su vieja comunidad. Cuando del primer canto (Hierba salvaje) se transita al tercero (La bonanza) para culminar en una guerra fratricida que hará de todo el territorio guajiro un limbo de dolor y expiación imposible, el tono épico de la cinta alcanza su máximo grado expresivo. Lo interesante es que la película ilustra con sobriedad y sin una grandilocuencia pesada cada una de las estaciones de esa trayectoria funesta, a la manera de una elegía de todo lo que han perdido no sólo las comunidades de wayúus y alijunas guajiros, sino con ellas también el continente entero, en el largo comercio y contubernio del gran capital y el crimen organizado. Pájaros de verano es una cinta sobresaliente, uno de los mejores momentos de esta Muestra. Se exhibe en la sala 2 de la Cineteca Nacional. 15 y 20:30 horas.

Twitter: @Carlos.Bonfil1