Espectáculos
Ver día anteriorMiércoles 14 de noviembre de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Rinden homenaje a Marilú, La Muñequita que Canta, en la Fonoteca Nacional

Para interpretar boleros hay que estudiar las letras de las canciones y decirlas con sentimiento, considera

Foto
▲ Marina Herrera Aragón inició su carrera desde niña.Foto cortesía de la Fonoteca Nacional
 
Periódico La Jornada
Miércoles 14 de noviembre de 2018, p. a11

La intérprete y actriz Marilú, apodada La Muñequita que Canta, fue objeto de un homenaje por parte de la Fonoteca Nacional (FN), en forma de una sesión de escucha que se convirtió en un concierto en vivo en el que Marina Herrera Aragón, su nombre de pila, demostró que a los 91 años conserva la voz en condiciones óptimas. Estuvo acompañada en el piano por Rodrigo de la Cadena.

Para la ocasión se estrenó el documental Recuerdos cantados. Marilú, La Muñequita que Canta, producción y realización de Carolina Kerlow y Sergio de la Rosa, gracias a una idea de Ernesto Velázquez, director de la FN.

Se trata de una entrevista larga con la cantante, en la que desde su hogar cuenta su vida, su carrera y comparte su álbum fotográfico, expresó Pável Granados, quien condujo la sesión.

El documental se proyectará de nuevo el 29 de noviembre en el Museo Regional de San Luis Potosí, estado natal de Marilú, como segunda parte del homenaje que incluye su presentación con la Camerata de San Luis Potosí y una exposición fotográfica.

De acuerdo con De la Rosa, conocer la historia de la bolerista es conocer parte de México, porque eso es lo que nos hace falta retomar: todo lo que ya hemos perdido.

Marina Herrera Aragón nació el 18 de julio de 1927 en Cárdenas, SLP. Su papá era ferrocarrilero y falleció cuando ella tenía cinco años. La niña cantaba tangos porque era admiradora de Libertad Lamarque. Como su hermana Gela era novia del cácaro del cine diario veía películas y se aprendía las canciones de los artistas.

Radicados en Tampico, “un padrino mío nos llevó al teatro. Ese día había un concurso de aficionados, entonces mi hermana me dijo, ‘pregúntales si puedes concursar’. Gané el primer premio. La compañía del teatro habló con mi mamá para que me fuera con ellos. Así empezó mi carrera. Dejé la escuela y empecé a cantar en gira con el cómico don Catarino. Era 1940 y tenía más de un año de cantar”.

A don Catarino le ofrecieron la carpa del Circo Beas. Marilú lo dejó cuando el papá de una de sus amiguitas del circo buscó al representante de Paco Miller, que era su primo, para decirle que en la carpa del Circo Beas se desperdicia una niña y no es justo. Al poco tiempo (1941) entró a la Compañía de Paco Miller; sin embargo, el día de su debut buscó su nombre en la marquesina y no lo encontró. Se lo habían cambiado a Marilú.

Después, en Ciudad de México, le pusieron La Muñequita que Canta: “Trabajaba en el teatro Follies y me contrataron para el Waikikí, donde doblaba. Allí el locutor, a modo de broma, presentaba a Lupita Torrentera como La Muñequita que Baila y a mí como La Muñequita que Canta, luego decía ‘se despide de ustedes el rorro que anuncia’”.

Vicente Miranda, el dueño de El Patio, la quería mucho, al grado de que cuando Marilú cumplió 15 años le reservó la parte de arriba del salón para ella y sus amigos. Trabajó con María Conesa en el Teatro del Caracol. Llegó un momento en que mi voz sufrió un cambio y batallaba para cantar, entones me dediqué más al teatro serio.

Marilú nunca se ha considerado una estrella, sino una persona importante dentro del bolero, género que nunca ha dejado. Gabriel Ruiz y Gonzalo Curiel son los compositores favoritos. Para ella el trabajo del bolerista consiste en estudiar la letra de la canción y decirla con sentimiento, y concluye: toda mi vida ha sido de casualidades y de buena suerte.