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El 68 a medio siglo
Puerta de San Ildefonso, testigo de la historia

Fernando Sánchez, quien vio el ataque del Ejército, considera que no fue bazucazo, sino una granada

 
Periódico La Jornada
Miércoles 26 de septiembre de 2018, p. 14

Luego del bazucazo perpetrado por el Ejército la madrugada del 30 de julio de 1968 contra la antiquísima puerta barroca de la Escuela Nacional Preparatoria 1 en el Colegio de San Ildefonso, en el inicio del movimiento estudiantil, pasaron décadas sin saber del paradero de aquella parte del portón dañado, de origen colonial. Para casi todos había dejado de existir.

Desde febrero de 1969, cuando se iniciaron los trabajos de reparación, la porción que se rescató de aquella puerta dañada fue arrumbada en los almacenes de la Prepa 7 de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ubicada en la zona de La Viga. Ahí estuvo 46 años.

Dos maestros carpinteros, un profesor de filosofía y un trabajador de mantenimiento, ambos de la Prepa 7 –este último además estudiante de la Prepa 1, que estuvo en la noche del bazucazo–, fueron algunas de las personas clave para que ahora, 50 años después, aquella puerta de origen colonial sea una de las piezas en el Memorial del 68, exposición montada por la UNAM en el Museo de Tlatelolco.

Fernando Sánchez Torres, trabajador de mantenimiento en la Prepa 7, relata que fueron los profesores y los maestros carpinteros Antonio Hernández y Roberto Amelco quienes no sólo se encargaron de repararla de manera magistral, también quienes se llevaron a los almacenes lo que quedó de la entrada de servicio, tras esa acción militar.

Narra que fue José Castillo Farrera, profesor de filosofía de la Prepa 7, quien convenció a las autoridades del plantel de guardar aquel trozo de puerta. Pero también quien se negó persistentemente a varios intentos posteriores de deshacerse de ella.

Fue este docente, que a la larga se convertiría en el decano del plantel, quien orientó a Fernando Sánchez para que, desde su cargo de delegado sindical, tratara de hacer algo para rescatar esa parte de la historia de la UNAM y del México contemporáneo. Hicimos un oficio señalando a la autoridad de la Universidad Nacional que eso no podía tirarse, que para nosotros, al menos para mí, era historia, relata.

Foto
▲ La madrugada del 30 de julio de 1968, la puerta barroca de la Escuela Nacional Preparatoria 1 resultó dañada tras el ataque de elementos del Ejército. Fue arrumbada durante 46 años en una bodega de la Prepa 7, luego de que maestros abogaron por conservarla. Actualmente forma parte del Memorial del 68. Foto Alfredo Domínguez

El oficio y diversas gestiones finalmente tuvieron resultado. En 2014 ese pedazo de puerta, en algunas partes con las huellas de quemaduras, salió de la Preparatoria 7. Los maestros carpinteros ya no pudieron atestiguar el resultado de su acción protectora, pero el profesor Castillo Farrera sí alcanzó a ver fructificado su esfuerzo de varias décadas; falleció un año después.

Antes, el primero de octubre de 2009, 41 años después de la agresión militar, la puerta barroca de la Preparatoria 1 –ubicada en 1968 en el edificio de San Ildefonso– fue exhibida en el patio principal del plantel de La Viga, en homenaje a los caídos del movimiento estudiantil.

También fueron exhibidas fotografías del 68, crónicas y poesías dedicadas a aquella generación de estudiantes, en un acto organizado por el grupo cultural Javier Barrios Sierra, integrado por maestros de la Preparatoria 7.

En la charla, a las puertas del plantel, Fernando Sánchez, quien desde 1991 vio la puerta dañada, estima que no se trató de un bazucazo. Explica que un proyectil de ese tamaño hubiera destrozado por completo la puerta de madera de dos hojas, y no sólo la de servicio que se ubica en una de ellas. Para mí se trató de una granada o lanza-mortero, opina.

La madrugada del 30 de julio de 1968, en la Prepa 1 –recuerda– “no éramos muchos los estudiantes que estábamos. Nos había tocado la guardia. Ya habíamos visto a los militares que estaban afuera, y cuando oímos el estruendo de la puerta corrimos a la azotea, muchos salimos por la calle de Correo Mayor; nos descolgamos por unas casas, pero hubo unos tres compañeros que se quedaron parados frente a la ventanilla que tenía la puerta para poder observar qué hacían los militares. Ya no supimos más de ellos.

Aquellos hechos y la represión sufrida por el movimiento estudiantil obligó a la familia de Fernando Sánchez, de apenas 16 años, a esconderlo en el rancho del abuelo, en Apizaco, Tlaxcala. Ya no regresaría para continuar sus estudios en la UNAM. Esa puerta me trae recuerdos tristes, pero es parte de la historia de la universidad y del país, dice.