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Con la vida insólita del vasco Lezo Urreiztieta se hizo un documental que expone otra visión de la historia

Josu Martínez estrena Dios no me perdona en el Festival de Cine de San Sebastián

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u Lezo Urreiztieta (de espalda) con un grupo de asturianos, en un fotograma del documental Dios no me perdona
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 26 de septiembre de 2018, p. 7

Madrid. La vida del vasco Lezo Urreiztieta fue insólita, incluso para el turbulento siglo XX. De niño se hizo contrabandista para luchar contra el hambre y la pobreza; de joven, en plena Guerra Civil española, sal-vó de la muerte y la cárcel a centenares de milicianos, además de dotar de armas de grueso calibre, torpedos y armamento pesado a las fuerzas que luchaban contra el fascismo. Durante la Segunda Guerra Mundial hizo algo parecido, salvando del exterminio nazi a judíos, comunistas y gitanos, aunque también pensaba en el plan perfecto para asesinar al dictador español Francisco Franco, ya sea bombardeando desde un helicóptero el pueblo vasco de Aiete o secuestrarlo para tenerlo atado con un collar de perro en un corral para cerdos. También pasó unos años en México, donde ideó el proyecto de llevar a vivir a la isla de Guadalupe –cerca de la costa de Baja California– a 2 millones de vascos para crear ahí la patria vasca, con su lengua y su cultura.

La historia de Lezo Urreiztieta (1907-1981) decidió contarla el cineasta Josu Martínez en el documental Jainkoak ez dit barkatzen (Dios no me perdona, en su traducción del euskera), basado en unas grabaciones de más de 35 horas de una serie de entrevistas que mantuvo el protagonista con el escritor y periodista vasco Martín Ugalde. De hecho la voz que va narrando las historias de su vida es la del propio Lezo, a quien definió como un pirata del siglo XVI nacido por error en 1907.

El documental se estrenó ayer en el Festival de Cine de San Sebastián, donde se vio y se escuchó por primera vez una obra de 76 minutos de duración que va contando a retazos la singular e insólita vida de un hombre que apenas se nombra en los libros de historia y del que no se conocían muchos detalles sobre sus asombrosas gestas y aventuras.

El documentalista Josu Martínez explicó en entrevista que su primer contacto con el nombre de Lezo Urreiztieta fue en algunos libros, pero de manera tangencial, como El bucle melancólico, de Jon Juaristi, o en alguna reseña del célebre corresponsal del diario inglés The Times, George Steer, que fue quien, con sus crónicas del bombardeo de la localidad de Guernica durante la Guerra Civil dio a conocer ese hecho al mundo e inspiró a Pablo Picasso para realizar su célebre cuadro. El propio Steer conoció a Lezo e incluso le propuso llevarlo a navegar en un barco durante varios meses para que le contara la historia de su vida, que convertiría en una novela.

Pero Urreiztieta, un nacionalista de profundas creencias religiosas, sólo le contó su vida a Ugalde con la condición de que escribiera su biografía íntegramente en euskera, un libro que terminó poco antes de morir en 2004 y cuando ya empezaba a sufrir los efectos del Alzheimer.

Martínez contó que se encontró el archivo de Ugalde en unas cajas guardadas en un sótano en el Ayuntamiento de Hernani. La familia del periodista lo autorizó a utilizarlas y a partir de ahí, con la voz de Urreiztieta, decidió reconstruir una parte de su vida, para lo que recuperó algunos testimonios y documentos históricos, y además entrevistó a algunos protagonistas de sus vivencias, como sus hijos y nietos.

Las cintas estaban en buen estado y me di cuenta enseguida de que ahí había el tesoro de un pirata. Me di cuenta que muchas cosas eran impresionantes y matizaban o daban una versión diferente de la historia que nos han contado, además de ser un personaje que apenas aparece, explicó Martínez.

Las hazañas

Según esa reconstrucción, durante la Guerra Civil española Lezo conoció y entabló amistad con el socialista Indalecio Prieto y con el hermano de Sabino Arana, fundador e ideólogo del Partido Nacionalista Vasco. Durante esta época se reconstruye como el aventurero vasco que transportó desde la entonces Checoslovaquia un barco con más de 8 mil fusiles de asalto o, en otro viaje, una embarcación con 32 torpedos de 75 kilos cada uno que metió en Bilbao un día de neblina y las 3:30 de la tarde. Cuando nadie lo esperaba.

Otra hazaña fue cuando se internó en las montañas agrestes de Asturias, ya en plena dictadura, para intentar rescatar a 28 maquis (milicianos que vivían de forma clandestina para derrocar al régimen franquista). Los encuentra vestido de cura y después de dos meses de intensa búsqueda. Finalmente los sacó en unos pesqueros por la costa vasca hasta llevarlos sanos y salvos a San Juan de Luz.

Al concluir la Segunda Guerra Mundial crece la idea de que los países aliados forzarían el derrocamiento de Franco y Lezo planea varias formas de asesinar al dictador: desde bombardear la localidad de Aiete, donde Franco solía pasar algunos días de verano, hasta secuestrarlo en Madrid y llevarlo a un corral de cerdos, donde quería ponerle un collar de perro para atarlo a un palo.

Luego de que fueron descubiertos esos proyectos por los servicios de inteligencia franceses –país desde el que operaba tras el final de la guerra– salió del país galo. Le informaron que ya habían autorizado su entrega a España y que lo mejor era que huyera.

Entonces Urreiztieta viajó a México, donde entonces vivía todavía su amigo Indalecio Prieto y Martín García Urtiaga, un emigrante de Vizcaya que se había hecho minero.

Patria vasca, en México

Vivió sobre todo en Ciudad de México, luego montó un negocio de pesca en la costa oeste del país, que fue donde surgió la idea de la famosa isla de Guadalupe, donde se quería llevar a vivir a 2 millones de vascos para crear el primer Estado independiente con lengua y cultura vascas, indicó Martínez.

Incluso llegó a negociar con el director general de Pesca del gobierno del entonces presidente Miguel Alemán y le contó su plan al entonces ex presidente Lázaro Cárdenas, a quien conoció gracias a la intermediación de Prieto.

Durante su estancia en México también montó una empresa de insecticidas, en Ciudad Obregón, donde se hizo amigo de un lugarteniente de Pancho Villa.

Al ver que su plan no fructificaba decidió volver al País Vasco, alrededor de 1963, también ilusionado por el surgimiento de la resistencia franquista en la frontera vasca y por las primeras acciones de ETA. Urreiztieta murió en 1981, no pobre, pero sí con una vida muy precaria y sin que se le hiciera el reconocimiento digno de su vida.