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El despertar

Los maderistas de hoy

H

ace unos días estuve en la antigua penitenciaría de San Luis Potosí. Recordé cuando en 1990 Adolfo Aguilar Zínser y un servidor visitamos la celda en donde estuvo encarcelado Francisco I. Madero, circunstancia que permitió al político coahuilense elaborar su plan revolucionario con el que invitó a la población mexicana a levantarse en armas contra el dictador Porfirio Díaz el 20 de noviembre de 1910. Pienso que en 2018 el movimiento y líder que sacudieron al país tienen una veta muy fuerte de maderismo.

A finales del gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988) surgió en México un nuevo tipo de rebeldía política. Los grupos progresistas redescubrieron la democracia como una meta para alcanzar las demás reformas sociales. Sin darnos cuenta éramos todos maderistas. Que las elecciones libres fueran la base del Estado de derecho se convirtió en el principal propósito. Conforme declinaba el sistema soviético crecía la demanda de derechos democráticos. Por esa razón, el maderismo revivió sin que fuera muy expreso.

Don Daniel Cosío Villegas retoma en su Historia moderna de México la tesis del libro de Madero La sucesión presidencial. Señala que ésta se limitó a proponer la necesidad de libertad electoral y a prohibir la relección presidencial. Según Madero, conseguidos estos dos propósitos se contaría con un Poder Legislativo independiente, capaz de estudiar los demás problemas importantes para la patria.

Madero fundó en 1909, en Ciudad de México, el Partido Nacional Antirreleccionista. Participaron personajes como José Vasconcelos, Pedro Lascuráin, José María Pino Suárez, Luis Cabrera y los hermanos Carmen y Aquiles Serdán, entre otros. Este movimiento político participó en las elecciones de 1910 con el fin de derrocar a Díaz. Los comicios terminarían con un gran fraude electoral a favor del dictador que desencadenaría la Revolución Mexicana.

En 2018 se ha derrocado sin violencia al régimen que impidió durante décadas el paso a la democracia. Los maderistas de esta época han surgido desde varios frentes. Podrán tener diferencias en la imagen del futuro del país, pero coinciden todos en el viejo ideal de elecciones limpias y justas. Sin esto, lo demás será imposible.

Colaboró: Mario Antonio Domínguez