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Mercado en Bolivia rinde culto a dioses andinos
 
Periódico La Jornada
Miércoles 25 de julio de 2018, p. 5

La Paz

La mística de los antiguos cultos a los dioses andinos todavía se percibe entre los zaguanes, patios y callejones coloniales de un barrio atrapado en el tiempo en el centro de La Paz, Bolivia.

En el llamado Mercado de las Brujas, fetos de llama cuelgan hacia la calle, el incienso impregna el aire, coloridos estantes exhiben amuletos, talismanes y ofrendas a la Pachamama (Madre Tierra) junto a plantas y ungüentos medicinales a los que las personas aún recurren para sanar los males del cuerpo y conjurar maleficios como hacían los curanderos siglos atrás.

Indígenas llamados yatiris (chamanes) que ofician rituales y ven el futuro en hojas de coca esperan a clientes y turistas en el pintoresco mercado ubicado cerca del palacio presidencial.

Antes de la llegada de los colonizadores españoles era un sitio sagrado donde pueblos prehispánicos oficiaban ceremonias a sus dioses y ofrendaban sangre caliente de llama en agradecimiento por las buenas cosechas. Hoy esos sacrificios animales ya no se practican.

La brujería la trajeron los colonizadores

Por siglos los colonizadores trataron de desterrar esas prácticas al considerarlas paganas, pero la fe en los ancestros ha logrado perdurar en ese rincón de calles bolivianas empinadas que el turismo bautizó Mercado de las Brujas.

‘‘La brujería no es nuestra, está relacionada con el diablo que trajeron los colonizadores españoles a finales del siglo XV. Lo nuestro es cultura y se ofrendaba a los dioses para buscar armonía con la naturaleza”, expresa la amauta (guía espiritual) Helena Martínez.

En 1549 los franciscanos mandaron levantar un templo para catequizar a los indígenas en lo que entonces se llamaba el ‘‘barrio de indios”, que estaba separado por un río del ‘‘barrio de españoles”, donde hoy está el centro histórico de La Paz.

En ese lugar en 1702, bajo el dominio del Santo Oficio, la indígena Josefa Apaza fue condenada a recibir 50 azotes en público como escarmiento por sus prácticas paganas, según crónicas de la época.

La alcaldía promueve una ley para declarar patrimonio al lugar, como primer paso para postularlo a un reconocimiento de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.