Opinión
Ver día anteriorDomingo 4 de marzo de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Contra la justicia y todo lo demás
E

sta vez no ha sido con la Iglesia con la que hemos topado, aunque si atendemos al lenguaje usado por los jerarcas del PRI y algunos oficiantes de los medios de comunicación, alguno pudiera arriesgar la especie de que todo se dirimirá adaptado a las escrituras terrenales, pero sagradas. Y a lo que sus elegidos decidan.

Por lo pronto, en lengua franca parecida al español de este Extremo Occidente, podemos decir que la cabeza del tricolor dio por terminado su acuerdo fundamental con el Partido Acción Nacional (PAN)y que se llevó de corbata a los socios electorales de ese partido al calificar a su candidato presidencial de corrupto y mentiroso. El licenciado Fernández de Cevallos retó a Ochoa a una especie de careo radiofónico en los espacios de Pepe Cárdenas, aunque creo que el avezado panista y litigante tendría que admitir que ante cargos de esa condición, poco o nada tienen que hacer los debates. Desafortunada fue, por otra parte, la referencia a la muerte de su candidato.

Si de lo que se trata es de que haya elecciones y de que sus resultados den legitimidad al ganador y, por esa vía, al conjunto del sistema político plural que nos dimos hace un par de décadas, tiene que hacerse una operación mayor de sanación e intensa terapia sicológica para proceder a una suerte de aseo lingüístico, y tal vez de carácter, de algunos de los principales personeros de ese sistema. Para empezar con la dirigencia priísta y del gobierno, cuyas vanguardias amenazan con llevarnos a un fin del sistema político punto menos que catastrófico.

El modo como resolvió el presidente Enrique Peña Nieto su sucesión en favor de no militantes de su partido en las dos principales plazas de la disputa electoral de julio, mandó señales inequívocas de que para él y sus semejantes el proyecto de rehabilitar el sistema político y devolverlo a los viejos tiempos del presidencialismo iluminado y autoritario simplemente no funcionó.

Ni la sociedad políticamente activa ni el resto de los poderes que conforman el entramado actual del poder parecieron dispuestos a reanudar esa aventura, en tanto que las antiguas legiones y cohortes de aquella Presidencia se mostraron como entida des imaginarias e inimaginables como pilares y soportes de tan ilusoria restauración.

El sistema se mostró irremediable y no les dejó otro camino a los gobernantes y dirigentes de este PRI-gobierno ilusorio que buscar rutas de escape, otros bastiones que les permitieran enfrentar la embestida de los nuevos bárbaros. Para su desgracia, y me temo que para la nuestra, este bloque no ha dado muestra alguna de tener resortes y reflejos democráticos, elementales, pero a la altura de lo que se ha construido en estos años, indispensables para asegurar un mínimo de estabilidad y credibilidad a la hora del cambio. Un cambio que no puede dejar de ocurrir.

Hasta dónde podrán llegar no lo sé. Pero el uso desfachatado de la procuración de justicia; la declaración de guerra al PAN (su primera oposición y antiguo aliado) como lo hizo la tarde del jueves el señor Ochoa; la obstrucción a decisiones primordiales como la del fiscal general, el fiscal anticorrupción o de la Auditoría Superior de la Federación, por mencionar algunos temas, sólo anuncia embates y combates demoledores.

Sabíamos que podría ser con la procuración de justicia, su insuficiencia o carencia, con la cual nuestra aventura democrática podría hacer agua. Pero, era difícil imaginar que sería rompiendo todas las reglas y aplastando cualquier sentido de urbanidad política como el priísmo trataría de salvarse.

El lance lo tiraron los cabecillas. Hará falta mucha prudencia y paciencia para evitar ser arrastrados en una caída desastrosa y sin sentido. Cargada de ignominia y falta de valor y dignidad. Ya hablarán, dice la horrenda conseja de la política de lo real. Pues ojalá, porque lo que hoy nos ofrecen es el desplome, la caída libre, que en todo caso sólo ellos se merecen.