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Aporto y recibo, clave para reducir la informalidad

Corrupción e impunidad han hecho mucho daño al país

Somos el banco que más personas incorpora a los servicios financieros formales. En tres lustros hemos trepado a 15 millones de clientes reales. Muchos de ellos nunca habían tenido una relación con un banco. Somos el principal proveedor de créditos personales en México, con seis de cada 10

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Hay que entender que los servicios que presta el Estado no son una dádiva, pero la gente debe tener claridad en todo lo que se gasta, hasta el último centavo, explica Alejandro Valenzuela, director de Banco AztecaFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Domingo 4 de marzo de 2018, p. 15

Reducir los niveles de informalidad en el país, un fenómeno que lastra la capacidad de crecimento de la economía, pasa por atacar la impunidad y la corrupción, asegura Alejandro Valenzuela, director general de Banco Azteca.

Debe haber una formula recíproca, plantea en una entrevista con La Jornada, previa a la 81 Convención Bancaria que se realiza esta semana. Es muy fácil decir que todos debemos pagar impuestos, pero la gente debe tener claridad en todo lo que se gasta, hasta el último centavo. Ciertamente, los temas de corrupción e impunidad han hecho mucho daño en ese sentido, considera.

En México, apunta, existe todavía reticencia entre algunos sectores de la población a incorporarse a las actividades formales de la economía. Hay apatía de mucha gente para pagar impuestos, menciona. Y una de las razones es que no ven una retribución en aportar al erario.

Un freno a la formalización y el mayor uso de los servicios bancarios es la falta, en México, de un carnet de identidad nacional, considera. Cuando una persona solicita un producto bancario no necesariamente sabemos que es quien dice, añade.

En México, hoy día, seis de cada 10 personas económicamente activas están en la informalidad. Y una proporción similar no tiene una cuenta bancaria. La correlación entre informalidad y falta de acceso a los servicios financieros es muy grande y muchas veces también en la informalidad existe esa necesidad de no hacerse visible, apunta.

Cuando tenemos que prestar a alguien que no conocemos, lo primero que hacemos es visitar el lugar donde dice que vive. Y muchas veces no dicen la verdad y, al momento de la cobranza, hay retrasos. Eso genera un costo muy alto. Por eso, en algunos casos las tasas de interés son altas, pero mucho menos de las que tendrían en la economía informal. Al final de cuentas, lo que el cliente debe saber es que, conforme lo vamos conociendo, tiene, sin duda, una mejor relación financiera. Ocho de cada 10 clientes que tenemos, regresa a Banco Azteca.

–¿Estos clientes contratan un segundo producto?

–Regresan por un crédito al consumo o uno personal. Y eso demuestra que, con todas las deficiencias que tenemos, porque, hay que decirlo, todavía nos falta mucho por hacer, somos la mejor opción.

–¿Son el banco que más personas incorpora a los servicios financieros formales?

–Pienso que sí. En 15 años que hemos actuado como banca de primer piso, hemos trepado a 15 millones de clientes reales. Muchos de ellos nunca habían tenido una relación bancaria con nadie. Hoy día, en 164 municipios somos el único banco presente. Esta presencia es un detonador del desarrollo económico.

–¿De los 15 millones de clientes que han incorporado al sistema, 80 por ciento regresa por un segundo producto?

–Sí, 80 por ciento. Los llamamos clientes de recompra y quiere decir que tomaron por primera vez un crédito y regresan con nosotros, pero también hay que decirlo, la competencia es creciente.

–¿Quiénes son los clientes que llegan al banco: personas que buscan un crédito, abrir una cuenta, pequeñas empresas?

–Hay de todo. Por ejemplo, un cliente que quiere tener un vehículo para moverse y obtiene un financiamiento muy razonable para comprar una motocicleta Italika, que le da la posibilidad de dejar los peseros o camiones. Otros vienen por un crédito para su primer electrodoméstico. Hay también muchos jóvenes que quieren cambiar su teléfono celular.

–¿Es básicamente financiamiento para el consumo?

–Principalmente créditos al consumo y personales. Somos el principal proveedor de créditos personales en México. Seis de cada 10 préstamos personales que se dan en este país, esto es quirografarios o sin garantía, los da Banco Azteca.

–Mencionó el tema de la informalidad. ¿Cómo ha cambiado, en estos 15 años del banco, la situación de las personas que obtuvieron un crédito?

–Todavía encuentro apatía de mucha gente para pagar impuestos. Eso es ciertamente triste porque todos tenemos que aportar para que el Estado tenga la capacidad y solvencia para hacer frente a las necesidades que tiene. Cuando les hago la pregunta de porqué no se vienen con nosotros al banco me preguntan que si el fisco los estará viendo. Yo les respondo que sí porque son parte de la actividad económica. Y su respuesta es que eso no les late. No es un tema aislado, se repite mucho.

“Todavía veo a muchos mexicanos que no ven en la contribución al erario una retribución, que sientan que hay un quid pro quo. A lo mejor pasa que ya están acostumbrados a recibir y no aportar. De los grandes pendientes que tiene el país, y que hay que encarar, es convencernos de apoyar a que el Estado tenga los recursos para hacer frente a todas las necesidades de educación, salud, infraestructura, seguridad y justicia.”

–¿Cuáles considera que son algunos de los principales obstáculos para reducir la informalidad?

–Empieza desde la educación. Cuando un niño, un joven, va a la primaria o secundaria, tiene que percatarse que alguien está pagando al maestro, las instalaciones y los servicios. Eso, bien llevado, va generando una noción de que todos debemos apoyar para que eso sea posible. Esa culturización de nuestro país hay que trabajarla a profundidad, que todos sepamos que para que las cosas funcionen correctamente tenemos que aportar de alguna manera.

“También hay una relación de reciprocidad, de entender que los servicios que presta el Estado no son una dádiva. Aporto y recibo. Hay quienes tienen que recibir porque necesitan más y hay quienes tienen que dar justamente para lograr que el país tenga una mayor equidad. La visión debe ser que todos tengan razonablemente las mismas oportunidades al nacer y ese es un país que puede aspirar a otra plataforma de desarrollo.

Tiene que ser una fórmula recíproca: reducir la informalidad e incrementar la rendición de cuentas. La parte fácil es decir que se deben pagar impuestos. Pero la gente tiene que tener claridad en todo lo que se gasta, hasta el último centavo y, ciertamente, los temas de la corrupción y la impunidad nos han hecho mucho daño en ese sentido. Hay que atacar estos problemas, la sociedad lo está demandando.

–¿Cree que se están dando pasos en ese sentido?

–Sin duda. El simple hecho de que esté en el debate, de que gracias a la tecnología se pueda exhibir a quienes delinquen, abona a que sea exhibido quien actúa de mala fe. Ahora lo que necesitamos es un Poder Judicial que actúe en consecuencia.

–El actual gobierno se fijó como meta que el crédito, al final de la administración, fuera equivalente a 40 por ciento del producto interno bruto. Parece que no se llegará.

–Pero se ha hecho muchísimo. Uno de los grandes logros de la administración del presidente Enrique Peña ha sido la bancarización en el país. Falta mucho por hacer, pero se avanzó. Si en Chile el crédito es 85 por ciento del PIB, pues tenemos que estar como Chile.

–¿Se han sobrendeudado las familias mexicanas en estos recientes años de crecimiento del crédito?

–En lo general, no. En lo particular siempre encontramos casos de alguien que se fue de bruces. Precisamente la falta de un carnet de identidad hace que no podamos aprovechar la información de los burós de crédito para saber cuando alguien tomó ya demasiado crédito para su nivel de ingreso.

–¿Qué espera para los próximos años en cuanto a la demanda de financiamiento?

–Va a seguir creciendo. México todavía tiene que llenar sus cubetas de financiamiento. Venimos de niveles de intermediación muy bajos. Ciertamente se requieren condiciones: mientras se mantega la estabilidad económica, inflación baja y certidumbre, el crédito va a crecer mucho más rápido.

Si hay incertidumbre y la gente tiene miedo, esto se frena.