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Incrementa lluvia el peligro de derrumbe de viejas vecindades

Durante la época de tormentas, el agua chorrea por todos lados, señalan colonos

Las renovadas fachadas esconden una realidad que se desmorona ante el tiempo

 
Periódico La Jornada
Sábado 2 de septiembre de 2017, p. 29

Entre ruinas, con paredes carcomidas, escaleras y andadores a punto de colapsar, sobreviven cientos de familias en antiguas vecindades del Centro Histórico, consideradas en dictámenes de Protección Civil como inhabitables.

El mayor riesgo es la época de lluvias, cuando los escurrimientos de agua reblandecen los muros y terminan por pudrir las vigas de madera que sostienen los techos.

¿Miedo?, sí tenemos, pero qué le vamos hacer, reconoció Ángel, uno de los habitantes de un predio en la calle de República de Perú.

Procedente de Guerrero, llegó aquí desde hace 30 años, durante los cuales ha sido testigo de cómo se han ido desmoronando los dos cuartitos en los que vive con su familia.

Al techo de la cocina le colocó un plafón para evitar que se le caiga el cemento encima y ante la humedad usa un ventilador para secar las paredes.

Construidas a principios del siglo pasado, tocadas por los sismos de 1985 y sin ningún tipo de mantenimiento, las vecindades ubicadas en calles como Perú, Chile, Argentina y Ecuador, se han convertido en vistosos cascarones. Afuera, las fachadas de los inmuebles recién remozadas por las autoridades, se ven colores claros, pero tras sus portones de hierro y madera se esconde una ocre realidad.

En Perú 110 todavía se conserva firme la escalera del patio central, pero sus escalones dan a enmohecidos andadadores y barandales oxidados, que amenazan con venirse abajo. Las viviendas se encuentran sin techo, ni puertas ni ventanas.

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Afirman los residentes de los antiguos inmuebles del Centro Histórico que su mayor temor es que los desalojenFoto Roberto García Ortiz
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¿Miedo?, sí tenemos, aceptan habitantes de las vecindades que están a punto del colapsoFoto Roberto García Ortiz

La mayoría de las áreas son utilizadas como bodegas para los utensilios de los comerciantes de la vía, quienes viven ahí entre recoveco y recoveco.

Si algún visitante llega a los inmuebles, todos parecen abandonados, pero ante cualquier ruido sus moradores comienzan a asomarse.

Algunos son hóstiles, otros indiferentes y recelosos, unos más acceden hablar del riesgo en que viven. Es el caso de Ofelia, quien habita una de las vecindades de la calle de Ecuador. Mucha gente se fue después del sismo, nosotros llegamos luego y ha sido un sufrir. Las autoridades nos dicen que es inhabitable y que si nos quedamos será bajo nuestra responsabilidad, comenta.

Aquí estamos batallándole, cuando llueve viera como chorrea por todos lados, relata, pero confiesa que su mayor temor no es que se le caiga el techo encima, sino que un día quieran desalojarla.

Que lleguen en la madrugada a sacarte y te tiren con todo y cosas a la calle, eso me da más miedo y me parece injusto, expresa, al señalar que su familia ya hizo el trámite para recibir apoyo del Instituto de Vivienda (Invi).

Sin embargo, asegura: Vienen, dan vueltas, toman fotos y se van, yo creo que van hacer algo cuando estemos en escombros.