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Ver día anteriorDomingo 13 de marzo de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿La Fiesta en paz?

Identificados los verdaderos antitaurinos

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ara escuchar las leccio-nes que involuntariamente ofrece la tauromaquia posmoderna, en México estorban el ruido y las falsas apoteosis provocadas por los beneficiarios de ésta: la tauromafia –Flores Olague dixit–, los publicronistas –Horacio Reiba dixit–, las autoridades sin autoridad, pero con una clara idea de corrupción y falta de transparencia, y de pasada una afición que, como el resto de la ciudadanía, ya perdió la fe en las causas que debe defender.

El mes pasado el Centro Taurino México España, con sede en la ciudad de Aguascalientes y una de las agrupaciones de aficionados más serias que hay en el país, habida cuenta que la mayoría de las peñas y asociaciones taurinas se dedican al publirrelacionismo, a brindar y a asistir gratis a las corridas a costa de las empresas, en vez de capacitar a sus miembros, de analizar los festejos, de cuestionar, valorar y denunciar ante los medios y los portales los abusos sistemáticos de esas empresas y del resto de los sectores taurinos, emitía el siguiente comunicado, tan breve como preocupante:

“Existen en México alrededor de 350 ganaderías. Sin embargo, únicamente lidian unas 40, la mayoría de éstas, que no todas, mansas, descastadas y en las que por lo general sus astados salen muy débiles, pero que las prefieren los toreros y más los figurines extranjeros porque son de las que, dicen ahora, ‘dejan estar’. Prefieren estas ganaderías, aunque tengan menos posibilidades de triunfar, porque implican menor riesgo. En el resto de las divisas mexicanas tal vez haya más bravura y, por tanto, un poco más de peligro para los toreros y sobre todo para los que no saben lidiar. Por eso la mayoría las repudian. El afectado, en consecuencia, es el que los mantiene a todos ellos: el público o afición, lo que a las empresas les vale, pues mejor complacen a figuritas y nos siguen ofreciendo tardes y tardes de desesperante mansedumbre y aburrimiento. ¿Hasta cuándo?”, concluía el Centro Taurino México España.

Las 310 ganaderías de bravo restantes que no lidian, ¿para qué crían reses bravas?, ¿quién se las compra?, ¿alguien se las torea?, ¿las venden como carne?, ¿tienen algún subsidio o apoyo de la Sagarpa?, de las 3 mil 130 reses lidiadas el año pasado entre corridas, novilladas y festivales, ¿qué porcentaje corresponde a esas 310 ganaderías?, ¿cómo pueden llevar a cabo la defensa y difusión de la fiesta brava?, estar al corriente en sus cuotas ¿basta para darle sentido a la porfiriana, por disciplinada, clasista y calladita, Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia?

Por su reconciliada parte, a la Asociación Nacional de Matadores de Toros, Novillos, Rejoneadores y Similares, junto con la Unión Mexicana de Toreros, AC., y la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros, por no hablar de las decorativas comisiones taurinas de la CDMX y los estados y de la poco imaginativa, salvo para importar ases, no para hacerlos, Agrupación Mexicana de Empresarios Taurinos, AC., ¿les resulta imposible sumar esfuerzos y coordinar experiencias para una apuesta más dinámica en favor del espectáculo taurino en México y un aprovechamiento menos elitista y comodino de la productividad del campo bravo, apoyadas todas por los medios, los portales taurinos y las editoriales? Si ello no es factible entonces algo es evidente: los antitaurinos no son el impresentable Partido Verde Oportunista ni la analfabeta clase política ni los grupos patrocinados, sino los propios taurinos, olvidados del culto a la deidad táurica e instalados en el autoengaño.