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Visita Papal
Selfies, boleros, charros y futbol amenizan viaje

Revela Bergoglio simpatía por Cantinflas

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Jorge Mario Bergoglio, feliz con el regalo que recibió en el aviónFoto Afp
 
Periódico La Jornada
Sábado 13 de febrero de 2016, p. 5

A bordo del avión que lo trasladó de Roma a Cuba, en su viaje a México, el papa Francisco dijo que su mayor deseo es simplemente rezar ante el santuario de la Virgen de Guadalupe y también bromeó, se puso un sombrero de charro, dedicó libros, se tomó selfies, reveló su simpatía por Cantinflas y convivió con los 75 periodistas que lo acompañan en su viaje al país.

En ruta hacia La Habana –primera parada del periplo apostólico–, Francisco dijo que sabe que la Virgen de Guadalupe es amada por los católicos y por quienes no lo son. Es un misterio que estudian, estudian y no hay explicaciones humanas, dijo.

“El estudio más científico dice que esto es algo de Dios. Esto es lo que voy a decirle a los mexicanos: incluso aquellos que dicen ‘soy ateo, pero soy guadalupano’”. Entonces se corrigió a sí mismo: Algunos mexicanos. No todos son ateos.

Antes de comenzar a saludar a los periodistas, Bergoglio recibió un sombrero de charro con una imagen de nuestra señora de Guadalupe y se lo colocó emocionado, al igual que hicieron Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Confió a los periodistas que unas películas del cómico mexicano Cantinflas le abrieron las puertas de México antes de su llegada al país y aseguró que rió mucho con las bromas.

Francisco recibió algunas cartas de niños de Puebla y un mantel para tomar la bebida típica argentina, el mate. Bromeó con la victoria de su equipo de futbol, San Lorenzo de Almagro, por 4-0 contra Boca Juniors en la final de la Supercopa Argentina.

Durante el viaje, el periodista mexicano Noel Díaz, director del canal católico El Sembrador, de Los Ángeles, pidió al papa Francisco que le permitiera lustrarle los zapatos y el pontífice aceptó cuando le dijo que de niño fue bolero en Tijuana y con ese trabajo pudo comprar camisa, pantalón y zapatos para hacer la primera comunión a los 8 años.

Le confió que creció con una madre soltera y como inmigrante vivió la deportación siendo niño.