Sociedad y Justicia
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José Narro dio un emotivo abrazo al nuevo rector, quien dijo: gracias por todo

Abrazos y selfies luego de la toma de protesta de Enrique Graue

Un grupo fustigó a la Junta de Gobierno en la puerta del Antiguo Palacio de Medicina

 
Periódico La Jornada
Miércoles 18 de noviembre de 2015, p. 45

En la transición de rectores en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el saliente y el entrante se fundieron en un largo, efusivo y afectuoso abrazo.

Felicidades otra vez; de verdad, felicidades, susurró José Narro Robles a su sucesor, Enrique Graue Wiechers. Gracias por todo, contestó éste.

Casi una hora después de concluida la ceremonia de toma de protesta, en el patio principal de la Antigua Escuela de Medicina, en el Centro Histórico de la capital del país, los reporteros gráficos que permanecían atentos a todo detalle soltaron los flashazos.

Tras el abrazo, un último goya retumbó en la vieja casona construida entre 1732 y 1736, que en algún momento de su historia fue sede de la Inquisición y también albergó al Colegio Militar en febrero de 1822, una vez consumada la Independencia.

Concluido el protocolo ceremonial, los invitados y la inteligencia universitaria casi en pleno quisieron ser los primeros en saludar al nuevo rector y despedirse del saliente.

Se desarrolló entonces el guión conocido con la acostumbrada ceremonia de salutación.

No faltaron las selfies para el feis, como decían algunos. Cientos, empuñando el celular, se abrían paso entre el mar humano con tal de llegar hasta donde estaban los protagonistas. De forma pausada, los ansiosos universitarios consiguieron su objetivo.

La foto, la foto, por acá doctor, aquí a la derecha, se escuchaba.

En tropel, alumnos miembros del Consejo Universitario llegaron hasta el doctor Narro, lo rodearon y le expresaron: Lo vamos a extrañar.

Yo también, contestó sonriente el galeno.

A unos metros, el nuevo rector no se daba abasto para atender los parabienes. Felicidades doctor, era la frase más frecuente.

Esperamos que le vaya muy bien. El oftalmólogo apenas atinaba a contestar, cuando ya era copado por otros para recibir más felicitaciones.

La ceremonia previa cumplió con los protocolos universitarios. Graue y Narro, acompañados de todos los miembros de la Junta de Gobierno e integrantes del Patronato ocuparon el estrado.

En las primeras filas del sillerío, la élite universitaria: ex rectores, doctores honoris causa, eméritos y directores de escuelas y facultades; más atrás, estudiantes y académicos.

La venera al cuello del nuevo rector, la lectura del acta del día de la designación por parte del presidente en turno de la Junta de Gobierno, René Millán, y el mensaje de Graue, que se rubricó con un estruendoso goya, fueron la parte central del acto.

En una institución que presume pluralidad no podían faltar las voces que intentaron romper el ritual. Una treintena de universitarios llegó hasta la puerta principal de la casona virreinal, lo que obligó la actuación inmediata del personal de seguridad que, a empujones, logró cerrar el pesado portón, casi en la cara de los manifestantes.

Las consignas, apenas audibles, fustigaban a la Junta de Gobierno.

Casi todos los aspirantes a la rectoría en el proceso que concluyó con la elección de Graue Wiechers estuvieron presentes.

Sergio Alcocer, quien era considerado uno de los favoritos, tomó un lugar atrás, pero personal de protocolo fue por él y lo guió hasta el asiento que se le había reservado en las primeras filas.

La crítica comunidad universitaria tampoco dejó pasar un detalle: la presencia en el estrado de Óscar de Buen, miembro de la Junta de Gobierno, quien no estuvo presente en las deliberaciones para elegir rector y prefirió asistir a un foro sobre carreteras en Corea.

Sobre él hubo quienes incluso sugirieron que si tuviera dignidad, debería renunciar a la Junta.