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El músico tijuanense lanza su primer disco, Padre Santo

Me pinto la cara para no olvidar a mi niño interno: El Muertho
 
Periódico La Jornada
Jueves 12 de noviembre de 2015, p. a10

Camina como si acompañara a un cortejo fúnebre, con vestimenta oscura. La apariencia de El Muertho de Tijuana provoca rumores entre los comensales de la cantina donde accede a dar una entrevista con motivo de su primer disco.

Sin esa vestimenta estrafalaria se hace llamar Baltazar Hernández, pero su nombre es El Muertho de Tijuana. No recuerda quién lo llamó así por primera vez, pero le gustó cómo sonaba. Después le agregó una hache. Lo de Tijuana fue porque ahí empezó todo.

Luego de rolar por varias ciudades de México, mientras acumulaba fracasos, como ser un verdadero devoto católico o futbolista profesional, decidió salir a tocar a los mercados de aquella ciudad fronteriza armado con un teclado negro Yamaha, un reproductor de discos compactos a manera de caja de ritmos y unas bocinas.

Las letras que pondría a sus composiciones serían “de pura cábula”. Ese es su principal atractivo. Dice que las de este primer disco son sencillas, “temas que están al día, que no están tocados en otras canciones; por ejemplo, Maldita diabetes. Otras hablan de viejos amargados que nos topamos en la infancia; después les pongo ritmo”, expresa.

Ser cábula es fundamental en su manera de componer. Lo hace para tratar de curar las cicatrices de tanto fracaso, además, si a la gente no le das música se le enfría el alma y tenemos más malandros.

Detrás de esa apariencia hay alguien más espiritual que rudo. Admira a los músicos de Kiss, por eso se maquilla como Gene Simmons, dice. Saca la lengua para emular a su ídolo, aunque reflexiona y corrige: Es como una inquietud infantil de hacer dibujitos en la pared, en la mesa. Yo lo hago en la cara para no olvidarme de mi niño interno.

Hace una pausa y dice con voz cavernosa: Ya no voy a tomar porque mi puto mánager me va regañar. Se refiere a Érick Canales, quien expresa: “Está cabrón definir el estilo musical (de El Muertho). No es rock. Tiene letras directas, pocos acordes, casi como el punk. Le canta a Dios, al diablo”.

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El compositor, quien se dice admirador de Gene SimmonsFoto Vladimir Arteaga

La mente es incapaz de expresar lo divino

La primera vez que vino a la capital a tocar fue hace tres años. “Lo anunciamos como una tocada especial, sin tanta publicidad, y aún así muchos llegaron con playeras estampadas de El Muertho”.

Se fue de gira al Cinema Zombie Fest en Bogotá, Colombia. Tiene otra invitación a Los Ángeles, California, y el 21 de noviembre estará en el tianguis del Chopo. Planea hacer presentaciones por plazas de diferentes zonas de la capital, como Tepito o La Merced.

Padre Santo es el nombre de su primer disco. Hay contrastes al escucharlo completo. Los acordes son pocos, bien empleados. Algunos suenan metaleros, otros parecen acompañamientos de cantos de iglesia, cumbia o canciones infantiles. Las letras hacen más complicado el asunto: son directas y siempre sarcásticas.

Afirma que el problema de tratar de definir su propuesta es difícil, porque “la mente no tiene capacidad para explicar lo divino; yo nada más lo siento y me dejo ir. No comprendo muchas cosas, pero sé que todos tenemos un cumbiambero dentro, un romántico o un jótico”, esto último en referencia al gótico.

El personaje de El Muertho es un capricho de Dios padre, con respeto a los ateos; es mezcla de un carnal con la divinidad, de eso va su propuesta. Así ha tocado en mercados, plazas públicas, ferias de libros, las calles, a donde lo inviten.

La mayoría de los videos que circulan de él en YouTube son grabados por aficionados, pero ahora que me llevó Érick Canales al estudio de grabación mejoró mucho el sonido para el disco, que ya programan en algunas estaciones de radio.

Para finalizar, dice: Me gustaría llegar a mis conciertos en una carroza larga, antigua. Con un chingo de sonido y la canción a todo volumen de Detroit rock city, de los Kiss.