Opinión
Ver día anteriorSábado 13 de junio de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Por qué votamos como votamos
E

s apasionante tratar de desentrañar cuál es la motivación de los electores cuando acuden a las urnas, sin olvidar a aquella mayoría que opta por quedarse en casa o que se hace presente en la casilla y anula su voto. Sin duda, un estudio al respecto concluiría en que existe un amplio conjunto de razones que se ponen en juego, intereses, convicciones, valores, ideologías, condicionamientos, cultura y tradiciones.

La jornada del domingo 7 de junio pasado genera enseñanzas que se nutren con las expresiones que la propia población plantea en las calles, en los hogares, en las escuelas. Aún cuando se trató de una elección intermedia que no incluyó la presidencial, la jornada concitó un interés y una participación singular en algunas regiones del país, particularmente en la ciudad de México. En sus resultados, se mantuvo esencialmente el control de los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Verde Ecologista de México (PVEM) y Nueva Alianza (Panal) en la Cámara de Diputados; sin embargo, se hicieron presentes nuevos patrones de conducta que acreditan niveles de cambio esperanzadores.

En el PRI y en el Panal subyace un componente clientelar y corporativo. El primero ha sido el gran maestro de la coptación por la vía del acarreo y el condicionamiento del voto con un amplio despliegue de recursos que bajan por los propios gobiernos. El Panal mantiene un voto duro procedente de los maestros y sus familias que buscan protegerse en este espacio político, aún cuando esos legisladores, atendiendo a su comportamiento, votan invariablemente de manera subordinada, secuestrada, por el PRI. Si revisamos las votaciones del Panal constataremos que nada tienen que ver con la visión popular, progresista y laica de los maestros de México. Basta recordar, como ejemplo, el voto de los legisladores del Panal en contra de dar un espacio a las radios comunitarias al legislarse en materia de telecomunicaciones.

La llegada del partido Morena en el escenario nacional y en especial en el Distrito Federal dio una bocanada de oxígeno a la política al mostrar una opción que sustenta una ética con compromiso social, lo que explica su creciente popularidad en el sector estudiantil, académico y cultural; también entre los luchadores sociales y aquellos que buscan transformar este país por la vía de la honestidad y la igualdad. Los triunfos de Morena son mucho mayores que los reflejados en la estadística electoral; se lograron a pesar de múltiples adversidades, como la ausencia de recursos y las múltiples campañas en su contra.

Muchos detalles serán motivo de análisis futuros, incluyendo aspectos técnicos que se vieron reflejados en un buen número de boletas, por ejemplo aquellas que fueron cruzadas al mismo tiempo por Morena y Movimiento Ciudadano que quedaron en el renglón de los sufragios nulos. Algunos votantes señalaron que el águila republicana del segundo partido estaba vinculada con López Obrador.

El capítulo más indignante de la jornada está relacionado con la compra abierta de votos que se hizo evidente bajo distintas modalidades. En el Distrito Federal fue común la maniobra de pagar, en las esquinas o en las propias casas donde estaban asentadas las casillas, a votantes o acarreadores con lista nominal en mano. Todo ello sin tomar en cuenta el uso de los recursos públicos para financiar supuestos programas sociales de carácter especial previos a la elección para influir en sus resultados. En la delegación Coyoacán se llegó al extremo de utilizar el fondo de los futuros aguinaldos de los trabajadores para financiar estos programas. No cabe duda de que la escuela priísta fue asumida muy pronto, aún por aquellos que convocaron y lograron convencer de que era necesaria una revolución democrática en nuestro país.

Recuerdo como anécdota del acarreo a una señora de avanzada edad en silla de ruedas, que al llegar a una casilla en Santa Úrsula, Coyoacán, preguntó ¿para qué me traen aquí?; de inmediato fue callada por su hijo: cállese, mamá, que nos lo pidió Joaquín, saliendo de un taxi, cuyo costo fue pagado por una joven de las muchas que se apostaban afuera de las casillas con lista en mano.

Capítulo especial requerirá conocer los motivos de los votantes del Verde, partido que no cuenta en su favor con ninguna voz de prestigio en nuestro país, y que ha convocado a un rechazo creciente entre la ciudadanía más consciente. Cinismo e ignorancia parecen ser las palabras claves para explicar el número de sus votantes, concentrados –como se ha dado a conocer– esencialmente en Chiapas, estado de México y Veracruz. Otra vez entre la gente más pobre y carente de instrucción, que es víctima de falsas promesas y de la desinformación de los medios de comunicación.

Los llamados analistas y aquellos que optaron por impedir que los ciudadanos votaran no deberían estar contentos con los resultados. Se confirmó que finalmente le hicieron el caldo gordo al voto duro de los partidos que más rechazan y a los que ellos mismos identifican como sus adversarios principales. Resulta una ironía que ahí en donde se dan las luchas populares más enérgicas termina gobernando el viejo partido de Estado o sus satélites.

Seguramente existirán observadores de los procesos electorales que podrán elaborar una clasificación de los votantes que no será fácil agotar: engañados, confundidos, vendidos, acarreados, sometidos, ingenuos, responsables, militantes, incluyendo a los que optaron por el voto de castigo, el voto útil, el de las opciones independientes, el nulo o el voto ocurrente, ahora ocupado más en la figura de Batman que en la del Cantinflas de tiempo pasado.

Tenemos mucho que aprender de las voces que se expresaron en esta jornada, incluyendo aquellas que, sin votar, influyeron en los resultados. Quienes asumieron compromisos y lograron el apoyo ciudadano deberán tomar muy en serio la obligación de cumplir, porque la sociedad no parece estar dispuesta a aguantar más engaños o decepciones.