La obra Durango 66, que el jueves se estrenó en el teatro El Milagro, intenta colocar en el mapa un acontecimiento que debería inscribirse en la historia de los movimientos sociales de los recientes 50 años como un hecho interesante, porque no se disparó un solo tiro, aunque hubo mucha tensión y se resolvió de una manera un poco decepcionante, expresa Jorge Vargas, director de la compañía Teatro Línea de Sombra.

A partir de 66 objetos, la compañía realiza una instalación escénica con la finalidad de actualizar el movimiento social del 2 de junio de 1966 en la ciudad de Durango en pos del progreso, la industrialización de la región y la defensa de los recursos naturales, los bosques y el hierro extraído del cerro de Mercado.

No intentamos dar una respuesta, sino construir un espacio imaginativo entre la compañía y el espectador donde surjan interrogantes sobre lo que vivimos ahora a través de lo ocurrido en Durango, esta sublevación modesta que nadie toma en cuenta y es difícil ubicar en el mapa, salvo cuando aparecen las notas rojas porque al igual que otros lugares, como Ciudad Juárez, vivió durante varios años la violencia, pero más allá de eso es poco lo que se conoce de Durango, explica a La Jornada el director escénico.

Al abordar el tema del movimiento estudiantil en favor de la industrialización de Durango, el grupo escénico ofrece un punto de vista que la historia y la ciencia no pueden dar. El teatro tiene todos estos permisos, incluso el de dialogar con la antigüedad, señaló Vargas.

Importancia de la sociedad civil

La oratoria de los estudiantes de Durango que lograron movilizar a la población, alrededor de 20 y 30 mil personas en la Plaza de Armas, durante 60 días, es para el director de Teatro Línea de Sombra algo determinante para comprender la importancia que tiene el fenómeno de la unión de la sociedad civil.

“La oratoria –añade Jorge Vargas– de aquellos jóvenes era tan fascinante que en gran medida esa virtud que tuvieron los estudiantes de la palabra, hizo que el pueblo entero los acompañara, porque ahí se involucraron primero los padres de familia, luego los maestros y más tarde los empresarios y los profesores.

Hoy nos preguntamos qué sucedió con esas palabras y por qué han perdido legitimidad frente a este panorama político que vivimos y más en este contexto de elecciones, donde la ciudadanía se pregunta, ¿qué significa votar en medio de violencia? Lo del 66 fue un primer gesto de ciudadanía, dos años antes del 68.

En Durango 66, Teatro Línea de Sombra pone en relación ciertos objetos que revelan lo acontecido el 2 de junio de 1966 de manera narrativa. Vargas adelanta que dos son los objetos fundamentales de la trama: Unas cintas que se dice fueron grabadas clandestinamente de los discursos de los estudiantes y la tierra roja del cerro de Mercado.

La idea del montaje es de Jorge Vargas, Eduardo Bernal, Alejandro Flores Valencia y Alicia Laguna; participan Mariana García Franco, Ignacio Velasco, María Luna Torres, Emir Meza Medina, Zuadd Atala Ibáñez, Viany Salinas García y Jorge León.

Durango 66 concluirá temporada el 28 de junio en el Teatro El Milagro (Milán 24, colonia Juárez), jueves y viernes a las 20:30 horas, sábado a las 19 horas y domingo a las 18 horas.

Como parte de la escenificación, en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (Circuito Universitario s/n), el 24 y 25 de junio se realizarán conversaciones en torno a la actualidad nacional, los movimientos estudiantiles y la importancia del Movimiento del Cerro de Mercado, en el que participarán historiadores, sociólogos y artistas.