Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 31 de mayo de 2015 Num: 1056

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Del Paso y Toscana:
locura y erudición en
la literatura mexicana

Héctor Iván González

La primavera interna
de Gógol

Edgar Aguilar

La calle del error
Juan Manuel Roca

Crónica y frenesí
de Pedro Lemebel

Gustavo Ogarrio

¿Quién llorará a
Pedro Lemebel?

Mario Bacilio Tijuana

Leer

Columnas:
Tomar la Palabra
Agustín Ramos Aguilar
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Prosaismos
Orlando Ortiz
Cinexcusas
Luis Tovar


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La Jornada Semanal

 

Desdoblamientos

Miguel Barberena


París D.F.,
Roberto Wong,
Galaxia Gutenberg,
España, 2015.

Empieza con el pie derecho la carrera de Roberto Wong, escritor nacido en Tampico en 1982. Su París D.F. obtuvo el primer Premio Dos Passos de Primera Novela, convocado por la editorial Galaxia Gutenberg, Ámbito Cultural de El Corte Inglés y la agencia literaria Dos Passos. Un premio que se quiere literario y exigente.

Para su primera entrega, el jurado ha optado, entre más de mil originales, por un libro raro, de ambición experimental. Al narrador, Arturo, se le ocurre sobreponer un mapa de París al de Ciudad de México y empieza a leer equidistancias, paralelos y signos ocultos, “repentinas proximidades y coincidencias alucinantes”. Extraña cartografía, en donde la Alameda encaja con el Jardin des Tuileries; República de El Salvador corresponde a Notre Dame y Bolívar al Pont Neuf. Así es el recorrido imaginario de Arturo: “Sale y sube por Eje Central hacia el arco que da al Quai de Conti. Camina por la rue Vivienne hasta llegar a Garibaldi…”

Es un París de escape para Arturo, insignificante treintañero que alguna vez aspiró a ser poeta y viajar a París, pero que hoy se conforma con ser empleado de mostrador de la farmacia “París”, donde llegó por los anuncios del periódico: “Cuando vi el de la farmacia ‘París’, pensé: ‘Si no he ido a París, al menos puedo trabajar ahí.’”

La anodina rutina de Arturo se rompe cuando, en un atraco a la farmacia, la policía mata al delincuente. El incidente, con esa bala que pudo haberle tocado a él, lo conduce al bajo mundo de la policía judicial, las torturas, la prostitución y el tráfico de drogas en la Arena México. Lo conduce también al delirio que leemos, a una “frontera difusa” donde París y el DF se mezclan en “temporalidades distintas”, bajo “los mecanismos ocultos de la casualidad”.

Fantasía y realidad van y vienen por los resquicios de la mente, unas cosas colaboran con otras. Wong conoce los engranajes y palancas de la gran ciudad, “los hilos ocultos que sostienen las cosas”. Hay mucho de lo oculto en estas páginas: tarot, horóscopo, amuletos, las llaves del azar y de la probabilidad: “Por momentos todo se desarrolla ajeno a su voluntad y se desdoblan arcos y rectas de los que surgen superficies, puertas, recovecos.”

La novela trata de otros desdoblamientos: el de Arturo en primer lugar, que tiene un “clon bizarro” y además otro doble que podría ser Roberto Wong, poeta frustrado en busca de su “yo otro”, el Je est un autre que quería Arthur Rimbaud. La puta Noemí se confunde con una Nadia muy parecida a la Nadja del surrealista André Breton, pero también podría ser el fantasma de Jeanne Hebuterne, la mujer trágica del pintor Amedeo Modiglani.

La ensoñación de París es interrumpida por otra realidad brutal –la vraie vie–, la que Arturo vive en “los separos” de la Judicial, tras una noche de tequila, danzón y persecución policíaca: otra pistola, otro balazo, otro muerto que también estaba en la farmacia “París” esa noche fatídica: “todo regresa sobre sí mismo”.

Y si las cosas no quedan claras, no hay que preocuparse: el autor mismo nos confiesa entre líneas que “la historia está tejida de sucesos, que así como acontecieron pudieron no acontecer” y que, al final, todo habrá sido “un collage de cosas que no terminan de tener sentido”.


Hacia una simbólica de la resistencia

Orlando Lima Rocha


Los símbolos de la modernidad alternativa.
Montalvo, Martí, Rodó, González Prada y Flores Magón ,

Ricardo Melgar Bao,
Sociedad Cooperativa del “Taller Abierto”/
Grupo Académico “La Feria”,
México, 2015.

Abordar una historia de las ideas del pensamiento de nuestra América para poder conocernos a nosotros mismos tiene en la producción simbólica un campo tan fecundo como nodal para la construcción de un porvenir más digno. Esta es una tarea que nos presenta el pensador latinoamericanista Ricardo Melgar Bao en Los símbolos de la modernidad alternativa. Montalvo, Martí, Rodó, González Prada y Flores Magón.

Melgar Bao aborda un estudio de la simbólica del pensamiento crítico latinoamericano a partir de pensadores del siglo XIX como el ecuatoriano Juan Montalvo (1832-1889), el cubano José Martí (1853-1895), el uruguayo José Enrique Rodó (1872-1917), el peruano Manuel González Prada (1844-1918) y el mexicano Ricardo Flores Magón (1874-1922).

Todos ellos, independientemente de su reconocimiento o aceptación académica, tienen el común denominador de ser espíritus críticos y sensibles para gestar distintos símbolos configuradores de una modernidad alternativa en la cual la vida colectiva digna para una construcción nacional anticolonial de nuestra América es firme utopía. Su trayectoria está marcada por la “época de transición y crisis de la cultura oligárquica” que les tocó vivir. Por ello, Los símbolos de la modernidad alternativa presenta también la tensión del presente para gestar ideas que sean señeras, a su vez, de proyectos críticos de un presente y de futuros colectivos alternativos. De allí la importancia de estudiar nuestro siglo XIX latinoamericano, tan fecundo en la creatividad de las ideas estético-políticas.

Melgar Bao se acerca a la distinción geertziana de los símbolos para abordar las configuraciones de modernidades alternativas, asumiendo su carácter histórico y cultural como postura propia. Por ello, los símbolos confieren sentidos al potenciar “emociones y sentimientos de pertenencia o rechazo frente a la alteridad”. Así, la razón, la emoción y el símbolo se conjugan para proyectar utopías de modernidades alternativas a las del capitalismo y el imperialismo colonialista. Utopías que los pensadores analizados por el autor configuraron en distintos símbolos por su apertura crítica hacia la pertenencia y pertinencia de las distintas alteridades de nuestra América.

Mérito de esta obra es dimensionar la importancia del “arte de producir símbolos a través de la palabra escrita, [que] implica un cierto dominio del saber estético y cultural vinculado a las grandes problemáticas nacionales o continentales de un determinado tiempo”. Por esa razón podemos encontrar en estas líneas la importancia que tiene el cultivo responsable y comprometido de las ideas. Cultivo que nos llama a conocer nuestro pasado para poder entender nuestro presente y configurar futuros propios.

En suma, para una historia de nuestras ideas es de necesaria consideración su producción simbólica del pensamiento. Ricardo Melgar Bao propone una vía en este libro imprescindible e invita a repensar nuestro presente a la luz de la crítica y la creatividad de nuestros pensadores del siglo XIX.