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El compositor recibe la medalla Bellas Artes por sus aportes a la cultura nacional

Javier Álvarez espera que su obra sobreviva y otros la gocen

Jamás he sentido el hastío, más bien vivo agradecido por elegir la música como ruta de vida, dice a La Jornada

A la tecnología no hay que temerle; siempre estará supeditada a la sensibilidad, a la capacidad de abstracción, y no amenaza en lo absoluto el valor inherente al acto creativo

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Aprendí desde muy niño que uno debe ocuparse exclusivamente en el trabajo y no preocuparse por la recompensa. Ese sentir sigue siendo vigente para mí. No obstante, debo de admitir que el que otras personas, especialmente mis pares, consideren que mi trabajo vale la pena, me produce gran satisfacción, manifiesta a La Jornada Javier Álvarez (en imagen de mayo de 2008)Foto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Miércoles 22 de abril de 2015, p. 3

Crear música es un quehacer solitario que implica sacrificios y una gran dosis de vocación. Sin embargo, escuchar una obra tocada por primera vez es uno de los mejores regalos de esta profesión.

Tal es la manera en que el compositor Javier Álvarez (Distrito Federal, 1956) refrenda su pasión y compromiso con el arte sonoro en el que jamás, afirma, ha experimentado decepción o arrepentimiento por elegir esta ruta de vida.

Siempre me han gustado ambos lados de esa moneda que uno lanza al aire y nunca me he encontrado en la penosa situación de sentirme hastiado. Más bien, vivo agradecido, subraya en entrevista con La Jornada.

Considerado uno de los músicos mexicanos más relevantes en los ámbitos nacional y extranjero, el compositor recibirá hoy la medalla Bellas Artes en reconocimiento a su destacada trayectoria y aportaciones al arte y la cultura de nuestro país.

La ceremonia se efectuará a las 19 horas, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio Bellas Artes (avenida Juárez, esquina Eje Central Lázaro Cárdenas, Centro Histórico).

–¿Qué representa para usted este galardón?

–Me siento muy honrado, y lo asumo con alegría. Sin embargo, en un país donde se lee poco y se escucha aún menos, un reconocimiento así es importante, sobre todo porque significa que las autoridades culturales y artísticas aprecian y valoran la obra de un compositor vivo, y al hacerlo, reconocen de paso que el trabajo de los creadores musicales también tiene algo que aportar a la cultura contemporánea de nuestro país.

“Ojalá esto se hiciera extensivo a otras instancias, como las orquestas, y se tocara más la obra de nuestros autores vivos.

Aprendí desde muy niño que uno debe ocuparse exclusivamente en el trabajo y no preocuparse por la recompensa. Ese sentir sigue siendo vigente para mí. No obstante, debo admitir que el que otras personas, especialmente mis pares, consideren que mi trabajo vale la pena, me produce gran satisfacción.

–¿No le interesan, entonces, la trascendencia, el reconocimiento público ni la fama?

–No tengo aspiraciones de ese tipo. Estoy convencido de que el tiempo pone a todos y a todo en su lugar; por esa razón sólo espero que mis obras sobrevivan el rigor del tiempo y sirvan para que otros puedan gozarla.

El arte, juego de espejos

–¿Cuáles son sus principales obsesiones y/o motivaciones como creador?

–Siempre me ha fascinado el comportamiento del sonido. Pero sobre todo me obsesiona cómo el timbre interactúa con la maquinaria del ritmo.

En ese sentido, siempre he sido más arquitecto que poeta y creo que al escuchar mi trabajo ese rasgo de mi pensamiento es evidente.

–La tecnología es elemento importante de su trabajo artístico, ¿qué tan humano sigue siendo el arte cuando hay mayor injerencia de medios tecnológicos?

–En el campo donde me muevo, la tecnología es sólo una herramienta, pero, como todos sabemos, se trata de una herramienta muy poderosa que, entre otras cosas, permite acceder a nuevas maneras de concebir la música, el espacio y el tiempo, y así proponer una nueva estética.

Pero no hay que tenerle miedo, porque su empleo siempre estará supeditado a la sensibilidad y la capacidad de abstracción de quien la utiliza. En ese sentido, la tecnología no amenaza en lo absoluto el valor inherente al acto creativo.

–¿Qué tan aplicable es en la música de concierto la tan sobada frase de que el arte es reflejo de su tiempo, más aún si consideramos que vivimos una época de barbarie?

–El arte sí es un reflejo, un juego de espejos, pero refleja más que nada el tiempo interior que vive el artista.

“Con esto quiero decir que si bien las terribles circunstancias que vivimos hoy en nuestro país juegan un papel definitorio en el estado de ánimo de todo creador, la expresión contenida en las obras se mueve en un ámbito personal.

Es decir, pertenece al fuero interno. Al tratarse de un lenguaje abstracto, cualquier referencia extra musical que se inscriba en una obra sonora será, por antonomasia, externa, y corre el riesgo de ser superficial.