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Rinden homenaje al autor con poema sobre su discurso a los perros en el Parque Hundido

Falsos canes recuerdan al escritor José Revueltas en su 39 aniversario luctuoso

José Manuel Mateo recitó el texto en un acto eclipsado por un levantamiento de encuestas

Foto
El ilustrador Santiago Solís y los editores José Manuel Mateo y Andrés Mario Ramírez Cuevas en el Parque HundidoFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Domingo 19 de abril de 2015, p. 3

Canes de carne, hueso y pelos, y otros dibujados sobre cartulinas parecían escuchar atentos la lectura pública que José Manuel Mateo hizo del poema Discurso de José Revueltas a los perros del Parque Hundido, de Enrique González Rojo Arthur.

Auxiliado con un magnetófono, el editor espetó a la veintena de personas que tiene como público: (...) yo he pensado que llegará un día/ camaradas/ en que por fin no sea/ el perro hombre del perro.

La concurrencia, nariz pintada de negro la mayoría de ella, emuló ladridos entusiastas tras el anterior pasaje, en un coro que antes había reaccionado con murmullos de aprobación cuando el citado poema señala: Uno más/ porque las vacunas antirrábicas/ se repartan a pasto.

Así transcurrieron los poco más de tres minutos que requirió la lectura de ese ingenioso y concientizador texto de González Rojo Arthur, con el que los integrantes de la editorial Libros para Soñar recordaron este sábado a José Revueltas en su 39 aniversario luctuoso, cumplido el pasado 14 de abril.

El acto tuvo como escenario, precisamente, uno de los senderos del Parque Hundido, donde se cuenta que un día cualquiera de 1959 o de 1960 el escritor duranguense tomó por asalto la palabra luego de indignarse ante la condición de miseria de los cánidos callejeros que deambulan por ese jardín público.

Revueltas vivía cerca de ahí y ese día había salido de su departamento con el dibujante Héctor Xavier para comerse unas tortas cuando se les atravesó un perro famélico que los conmovió.

El escritor le dio unas migajas de su alimento y ante la voracidad con que las devoró, los artistas decidieron darle el resto de sus respectivas tortas recién compradas, lo que provocó que se reuniera gran cantidad de perros callejeros que se disputaron el banquete.

Fue allí cuando Revueltas, enardecido, subió en un promontorio del parque para pronunciar su elocuente discurso ante singular público. Desde entonces, esta anécdota ha corrido de boca en boca en distintas versiones. Algunos aseguran que fue el poeta Efraín Huerta el acompañante del duranguense.

González Rojo retomó el suceso para escribir el citado poema, el cual se encuentra disponible en libro con el título Discurso de José Revueltas a los perros del Parque Hundido, publicado por Libros para Soñar, en una bella edición, enriquecida por simpáticas ilustraciones de Santiago Solís.

El volumen, cuya realización recibió el apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Instituto Nacional de Bellas Artes, sirvió de apoyo para que el editor José Manuel Mateo realizará ayer al mediodía la mencionada lectura, la cual se repitió una ocasión más, pocos minutos después.

Fue un acto que pasó prácticamente desapercibido para las decenas de familias y personas que paseaban por ese parque público. Llamaba más la atención un pequeño templete ubicado pocos metros más adelante en el que un grupo de jovencitas levantaba encuestas sobre el ahorro de energía eléctrica.

Como fondo, la voz rasposita de Margarita La diosa de la cumbia irrumpía de un equipo de audio: Amor de mis amores si dejaste de quererme/ no hay cuidado que la gente de eso no se enterará...

Tal era la estridencia de la canción que eclipsó casi por completo las lecturas del poema.

Pasó, pues, casi de noche, el homenaje luctuoso de Revueltas, casi como se relata en la parte final de la obra de González Rojo Arthur:

José guardó silencio./ Bajó del montículo que le servía de estrado./ Y una insinuante perra que atravesó la calle/ le dio en la madre al mitin/ a la pálida flor de la justicia/ a la solemnidad del crepúsculo/ y a la conciencia de clase/ que fugaz/ se había encendido/ en esta efímera concentración/ de perros callejeros.