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Penultimátum

Escritores y deporte

E

xtensa es la lista de escritores que han mostrado interés por el deporte. Julio Cortázar, Ernest Hemingway y Jack Kerouac del boxeo. Haruki Murakami participa en maratones. Mientras César Vallejo, José Donoso, Mario Benedetti, Jorge Amado, Roberto Bolaño, Adolfo Bioy Casares, Juan Villoro, Roberto Fontanarrosa, Eduardo Galeano y Alicia Dujovne han sido admiradores del futbol. Mario Vargas Llosa es presidente honorario del club Universidad de Chile. Pasolini dijo que el goleador es siempre el mejor poeta del año. Albert Camus en su juventud hasta jugó de portero en un equipo argelino.

En cambio, Jorge Luis Borges no perdió ocasión para mostrar su rechazo a un juego que definió como una cosa estúpida de ingleses, un deporte estéticamente feo: once jugadores contra once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos.

Abundan las referencias de los escritores sobre el deporte más practicado y visto en el mundo, el que más pasión despierta. También cada vez más proclive a la corrupción que impera lo mismo en la política que en la administración pública, los cuerpos de seguridad, el manejo empresarial y hasta en el banco que tiene el dinero del Vaticano.

Pero mientras para el boxeo hay textos sobresalientes que aluden a las peleas arregladas por la mafia de las apuestas y el cine se ha encargado de llevarlos a millones de espectadores, en el futbol todavía no se logra la gran crónica de la podredumbre que lo acompaña. Ahora hay tela de donde cortar en los documentos que contienen los resultados de la investigación para clarificar la forma como fueron designadas las sedes de los mundiales de 2018 en Rusia y 2022 en Qatar. Por ahora, no pueden hacerse públicos so pretexto del código ético que rige al organismo que maneja el futbol profesional en el planeta, la FIFA.

Pero tarde que temprano se conocerán esos documentos, como exige el estadunidense Michael Garcia, investigador responsable de redactarlos. El comité ético de la FIFA alega que no puede divulgarlos en tanto no se compruebe que se hicieron según las normas establecidas y, además, que reúnen la información necesaria. Pero todo apunta a que los jerarcas del futbol profesional no desean que se conozca la forma en que Rusia y Qatar obtuvieron las sedes de los dos próximos mundiales.

Sin embargo, no pudieron ocultar que Qatar movió todas sus fichas monetarias para comprar la sede de 2022. Don Dinero venció hasta el inconveniente de que en julio las temperaturas en ese pequeño país superan los 50 grados centígrados. Reconocido tardíamente ese inconveniente, el Mundial se jugará en noviembre y diciembre, pese al rechazo inicial de varios países.

¿Sabremos alguna vez de las maniobras del señor Putin para lograr el Mundial de 2018?