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Las universidades deben ampliar cobertura y calidad

El Estado mexicano, obligado a impulsar el desarrollo

En México y el resto de América Latina hay un problema. Que sólo tres o cuatro de cada 10 jóvenes puedan ir a la universidad nos pone en desventaja. Por ello el sistema universitario en la región debe preocuparse por la cobertura, por la equidad y por que las mujeres tengan mayor acceso

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Los índices de eficiencia terminal no son tan buenos como se quieren, admitió José Narro durante la entrevistaFoto Cristina Rodríguez/archivo
 
Periódico La Jornada
Lunes 11 de agosto de 2014, p. 10

Los sistemas universitarios en América Latina deben preocuparse por incrementar la cobertura y su calidad, ratificar su compromiso social para impulsar las transformaciones que cada país requiere y estar conscientes de su necesaria diversificación para cumplir con sus funciones sustantivas: docencia, investigación y difusión de la cultura.

Para el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro Robles, éstas son las principales características que debe tener la universidad latinoamericana del siglo XXI. Ello con el objetivo de que se sigan manteniendo como parte de las instituciones de base de la sociedad.

Al final de los trabajos del tercer Encuentro Internacional de Rectores Universia –que se realizó hace un par de semanas en Río de Janeiro, Brasil, donde se dieron cita más de mil 100 dirigentes universitarios, sobre todo de Iberoamérica, que contó con el apoyo del banco Santander–, Narro Robles dedicó algunos minutos para charlar con La Jornada.

Durante la plática puso especial énfasis en la urgente necesidad de que en la región, en particular en México, la cobertura del sistema universitario crezca. Lo cual, subrayó, es responsabilidad del Estado mexicano en su conjunto, no exclusivamente de las instituciones de educación superior.

–El tema de este foro de Universia es la universidad del siglo XXI. ¿Qué conclusión se lleva el rector de la UNAM?

–Se necesitan una universidad y un sistema universitario que hagan esfuerzos por incrementar la cobertura, y eso implica buscar equidad. Lo he dicho muchas veces. En México y en la región tenemos un problema de cobertura. Que sólo tres o cuatro de cada 10 jóvenes puedan ir a la universidad nos pone en desventaja. Por ello el sistema universitario en Latinoamérica debe preocuparse por la cobertura, por la equidad y por que las mujeres tengan mayor acceso a la enseñanza superior.

“Dos, debe ser un sistema preocupado por la calidad. Ésta no está reñida, enfrentada ni contrastada con otros rasgos de la universidad del siglo XXI. Se comete un fraude cuando en la educación no hay calidad, pero cuando ello ocurre en el nivel superior es patético y gravísimo para la sociedad.

“Tercero, tiene que ser una universidad con enorme compromiso social. La universidad latinoamericana del siglo XXI no puede dejar de reconocer el compromiso que tiene con todas las sociedades, y por eso los sistemas universitarios de este siglo deben hablar y trabajar con todos los actores: representantes de los sectores público y social, pero también con las estructuras empresariales y del sector privado. No puede haber peor favor que se haga a una sociedad que mantener a las instituciones encerradas en sí mismas, sin contacto con los problemas reales de la sociedad.

Idealmente debe haber un sistema diversificado y universidades completas que hagan docencia, investigación y extensión de la cultura y del trabajo universitario. Debe haber instituciones con mayor compromiso en la formación de cuadros profesionales y técnicos preparados para el servicio. A lo mejor no lo hacen todas, pero los países deben contar con universidades completas, que hagan investigación y difusión.

–¿El problema de la baja cobertura es sólo de las universidades?

–El conflicto no es de las instituciones. Pensarlo así es tener una enorme miopía. El conflicto de la cobertura y su ampliación en México y América Latina es de los estados nacionales, de los gobiernos nacionales, regionales y locales (estados y municipios en México). Sí, también es un asunto de las instituciones, pero algunas, la UNAM en particular, han hecho esfuerzos extraordinarios. En los últimos siete años esta universidad ha incrementado en más de 8 mil lugares la oferta de primer ingreso a licenciatura y el total de la matrícula en cerca de 40 mil. Si ése no es un esfuerzo ni nos da autoridad moral para decir que hemos cumplido, no sé qué sea.

–¿Se necesita crear instituciones nuevas de la calidad de la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional o las estatales para ampliar la matrícula?

–Todo lo que sume será bueno. Apoyo los nuevos desarrollos, porque es una manera inteligente, sensata, directa, rápida y oportuna de dar más recursos a las universidades establecidas para crecer. El dilema no es escoger una u otra, entre las que ya están o las nuevas. Hay que hacer las dos cosas: respaldar a las universidades establecidas (federales, autónomas, estatales, tecnológicas, politécnicas y de investigación y formación profesional) y apoyar (la creación) de nuevas.

–¿Aumentar la cobertura conllevaría un mayor esfuerzo por contrarrestar la deserción?

–Nuestros índices de eficiencia terminal no son tan buenos como quisiéramos. Hace un par de años tuvimos una reunión con un grupo europeo y latinoamericano en el Palacio de Minería para analizar el tema de trayectorias escolares. Nos dimos cuenta de que el problema no es nada más de las universidades mexicanas o latinoamericanas, sino que lo compartimos en todo el mundo. ¿Qué hacer? Muchas cosas: garantizar que los alumnos lleguen a los estudios universitarios con mejor formación, con calidad en la educación previa, que cumplan los prerrequisitos necesarios; asegurar que tengan información profesional y vocacional que les permita seleccionar adecuadamente su carrera para que sepan a dónde van, qué se requiere y qué demandarán los planes y programas de estudio a fin de que definan si realmente eso es lo que quieren y no tengan tropezones o incluso fracasos en su desarrollo.

Mejorar la estructura académica, los planes y programas para darles mayor flexibilidad, que no necesariamente es rebajar la calidad; dar mayor posibilidad a proyectos que permitan complementar la enseñanza del aula; trascender la mera educación presencial por una formación más activa que permita al estudiante buscar información; mejorar nuestros sistemas de evaluación y hacerlos más controlables, y poner en el centro del interés y de la atención a los estudiantes. Cuando hagamos todas estas cosas vamos a mejorar en el rendimiento y eficiencia terminal.

–¿Esto significa que mantendrá la propuesta de reforma a los estudios del nivel medio superior?

–Esto significa que tenemos que seguir manejando la mejoría en todos los niveles. Muchos nos sentimos comprometidos con nuestro sistema: la Escuela Nacional Preparatoria y el Colegio de Ciencias y Humanidades, pero todos tenemos que hacer un esfuerzo por mejorar en esta tarea. Ello implica emprender muchas acciones en el bachillerato, pensar en el profesor, en las condiciones de enseñanza, en las aulas, en los laboratorios. Esto quiere decir muchas cosas, no sólo cambios curriculares.

–Está por concluir su segundo periodo al frente de la institución, en noviembre de 2015. ¿Cómo cerrará?

–No me lo recuerde. ¿Cuál es la necesidad? ¿Para qué decirlo? (Cerraremos) a toda velocidad, con todo el compromiso.

–¿Como en Ferrari?

–¿Por qué en Ferrari? Con velocidad supersónica.