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Penultimátum

Abusos del clero

H

ace un año, el Vaticano  destituyó a su embajador en República Dominicana, el arzobispo Josef Weseolowski, de origen polaco. Aunque las razones para tomar tal determinación no fueron aclaradas de inmediato por la alta jerarquía de la Iglesia católica, se supo que el motivo eran las acusaciones presentadas en su contra por el delito de pederastia. La medida se interpretó como un paso más del papa Francisco en su campaña de tolerancia cero contra la corrupción y los abusos del clero.

Como ocurrió en México con Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, fue en un programa de televisión dominicana dirigido por la periodista Nuria Piera donde primero se ocuparon públicamente del caso. Durante un año los reporteros del programa siguieron los pasos del nuncio tras recibir información confiable de que frecuentaba el centro histórico de Santo Domingo, la capital del país, en busca de menores a los que les pagaba por favores sexuales. Uno de sus preferidos: sexo oral. También lo captaron consumiendo bebidas alcohólicas. Después aparecieron ciudadanos que identificaron al embajador papal como cliente frecuente de una casa de citas en donde tuvo relaciones sexuales con  menores de edad.

Una vez destituido de su cargo, el Vaticano prometió colaborar con el gobierno dominicano en la investigación y castigo del caso e  inició otra, confiada a la Congregación de la Doctrina de la Fe, la antigua Inquisición, alguna vez presidida por el cardenal y luego papa, Joseph Ratzinger. La misma que por años no halló delito alguno contra el padre Maciel.

En enero pasado, el Vaticano dijo a fiscales polacos que investigan al ex nuncio y a otro cura  amigo de él (Wojciech Gil), por el mismo delito, que gozaba de inmunidad diplomática, por lo que no sería enviado a Polonia o Dominicana, pues la Santa Sede no extradita a sus ciudadanos. Esto se interpretó como una forma de proteger a Wesolowski,  el funcionario de más alto rango de la Iglesia investigado por abuso sexual y quien todavía se pasea libremente por Roma. Mientras, en Dominicana no le han formulado cargos por los delitos cometidos durante su estancia diplomática.

La Iglesia católica acaba de expulsar del sacerdocio al arzobispo. Puede apelar la decisión. De no hacerlo, lo juzgará un tribunal penal del Vaticano que lo podría condenar a prisión. Sería el primer juicio por abusos sexuales que se celebre allí. Esto sucede  seis meses después de que el Comité sobre los Derechos del Niño de la ONU pusiera el caso de Wesolowski como ejemplo de la falta de iniciativa de la Iglesia para sancionar los casos de curas  que abusan de menores. El personaje siempre gozó de la protección de su paisano Juan Pablo II, quien lo ordenó sacerdote, después arzobispo y finalmente embajador en varios países.