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El caricaturista presentó en Oaxaca su libro en el que reúne pedacitos y caprichos

La política me cae re-gorda; nuestro dedo flamígero da pocos resultados, dice Rius

Más que el ataque personal, por encima de todo busca el humor, expresa a La Jornada

 
Periódico La Jornada
Viernes 9 de mayo de 2014, p. 4

“Ya la política me cae re-gorda”, dice Eduardo del Río, Rius, quien se encuentra en Oaxaca, donde ayer presentó su nuevo libro Rius en pedacitos: una antología personal de dibujos con el que descansó haciendo adobes de la rutina y del trabajo de caricaturista con el que se le conoce, y reconoce, en el mundo.

Este 2014 Rius festeja doble aniversario: sus 80 años y seis décadas de caricaturista, y en unos meses saldrá un nuevo libro, Mis confusiones, que son sus memorias. Y no para de trabajar, porque, en primera, no puedo y en segunda no me jubila nadie como pasa con muchos de nosotros periodistas o escritores: no nos jubila nadie. Tenemos que seguir trabajando, a veces por gusto y otras por necesidad.

Aunque en su caso gana el gusto. Ya no tengo necesidad económica de hacerlo, pero no sé descansar. Tengo que seguir haciendo cosas para estar satisfecho.

Habla primero de Rius en pedacitos..., publicado por Almadía, libro que es más personal. No tiene ningún tema a desarrollar. Más bien son un montón de temas, cien temas diferentes, dice en entrevista vía telefónica horas antes de la presentación y de la inauguración de la exposición en la que se mostrarán los dibujos, o dibujitos como él los llama, en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (Iago), fundado por Francisco Toledo.

Humoradas contra la rutina

En la introducción del libro Rius en pedacitos..., el caricaturista expresa: Son humoradas, hechas con ganas de hacer algo diferente de lo usual y rutinario en que se acaba cayendo en esta innoble profesión, por muchos tan temida y por otros tan querida.

Esa rutina, dice ya en la charla con La Jornada, es el gran enemigo de los caricaturistas, y creo que de todo mundo, pero sobre todo de los caricaturistas, pues se supone que somos creativos. Es encontrar una formulita y ya volver a repetirla hasta que ya caes en el aburrimiento completo. Siempre he tratado de estar renovando mi estilo, para no caer en ese aburrimiento. Aún así, la vida es una rutina constante, y he tratado siempre de escapar de eso, de estar haciendo cosas pretendidamente nuevas. Este libro en parte es esto, son como experimentos, como juguetitos así como en la música juguetes musicales, caprichos. Hay de todo.

¿Fue para emocionarse de nuevo con el dibujo? Su risa suena al otro lado del teléfono, y responde: En parte sí, es como una especie de ejercicio antiestrés, si consideramos el estrés como una forma de aburrimiento. Dibujé para matar el tiempo. A veces me pongo a hacer dibujitos mientras llega la idea grande. Me inspiró mucho lo que hace Magallanes, cuyos libros son también así: vaciladas, puntadas, humoradas y se me ocurrió que podría hacer lo mismo pero no tan bonito.

Son 60 años dedicados a la caricatura, con una obra reunida en siete tomos en Todo Rius. Al principio, reconoce, me costaba mucho hacer el humor que quería; a lo mejor no tenía bien claro qué es lo que quería, poco a poco se fue dando. Lo que me gusta de ver mi trabajo es que siempre está el común denominador que es el humor. Siempre he buscado por encima de todo el humor, más que el ataque personal.

Quizá, añade, la intención de su trabajo sí haya sido un poco como la de los maestros: “Tratar de que los lectores, los alumnos, aprendan lo que trato de hacerles ver. No con el afán de comportarme como un maestro, sino que siento que es parte de nuestra obligación como periodistas, escritores o humoristas: enseñarles algo, dejarles algo de enseñanza a los lectores.

Mi compromiso siempre ha sido el mismo: tratar de señalar lo que está mal hecho, así en esas pocas palabras se puede resumir nuestro trabajo. Somos una especie de dedo flamígero que señala los errores, con muy pocos resultados porque a los políticos ya les vale gorro que los critiquen, han llegado a un grado de cinismo ya increíble. Mi trabajo ha estado dedicado a crear consciencia en la gente, a politizar más que a atacar a los políticos.

Foto
Dibujo de Rius, incluido en su libro muy anárquico, muy locochón, publicado por el sello Almadía, en el cual propone una especie de ejercicio antiestrés. Este 2014 el caricaturista cumple 80 años y 60 en el cómic

Aun cuando los cien dibujos que se incluyen en Rius en pedacitos se alejan de esas caricaturas más políticas, no dejan al lector impávido. Hay algo ahí que mueve a la sonrisa y a la reflexión. La selección, explica el creador de Los Supermachos, fue totalmente anárquica.

“De repente me di cuenta que tenía muchos dibujitos hechos en las libretas de apuntes y no tenía dónde publicarlos, porque ese tipo de humor no hay revistas que lo publiquen en México. Casi todos te piden humor político y a estas alturas ya me cae re- gorda la política. Se me ocurrió hacer más, juntar cosas que fueran poco conocidas para completar cien, que fuera ya atractivo como libro y además le gustara al editor, pues es el que decide. Salió así, como queriendo completar a fuerzas cien y echando mano de aquí, de allá, haciendo cosas nuevas. Es un libro muy anárquico, muy locochón”.

Rius carga libretas pequeñas, en las que generalmente anota ideas, y no son tanto para dibujar. De las ideas nace el dibujo, pero en el caso de Pedacitos los dibujos sugieren ideas. Hay ocasiones en las que empiezo a hacer el dibujo y no sé en qué voy a acabar, de qué va a ser. Es muy a lo Einstein: muy relativo.

El cartón político es efímero

Hace varios años que Eduardo del Río, Rius (Zamora, Michoacàn, 1934) se retiró del cartón político, aunque “de vez en cuando hago algo para El Chamuco, pero ya no me satisface el cartón político. Prefiero mejor dedicarme al libro, porque éste queda en las bibliotecas, en las casas, el cartón político se muere el mismo día que aparece. Si están en un libro duran más, pero por lo general el cartón, aunque sea semanal o quincenal, tiene muy poca vida, el mismo día termina su efecto, y es raro encontrar personas que lo coleccionen, entonces adquiere otra vez presencia casi casi permanente cuando forma parte de un libro, cuando entra en las antologías”.

Ahora no prepara ningún nuevo volumen, pues recientemente entregó a la editorial Grijalbo su libro de memorias Mis confusiones, que se publicará en junio o julio próximos. Ahí, dice, “vamos a encontrar puras tonterías. Una serie de anécdotas y recuerdos de la gente que he trabajado, con la que he convivido, un montón de cosas. Se titula Mis confusiones, parodiando las memorias de San Agustín que se llamaban Mis confesiones, y se llama así porque a esta edad las cosas ya se confunden mucho”.

–¿Todavía lo emociona la caricatura?

–Ya no mucho, cuando haces 5 mil operaciones del apéndice hacer otra ya para qué, ya salen solitas. Me llega a dar gusto enterarme de nuevos caricaturistas que realizan cosas novedosas con muy buenos resultados. Eso es lo que me da más emoción, más que esta producción sigue nutriéndose de gente con talento, eso da mucho gusto.

“Definitivamente hay más libertad para ser monero. Se pueden decir más cosas de las que nosotros tratábamos de decir, porque han cambiado mucho las condiciones en los periódicos, en algunos al menos; hay periodistas que se han apoderado de los periódicos, antes sólo había periódicos que eran propiedad de los dueños que no permitían de repente decir algunas cosas, pero siempre controlaban lo que se decía en su periódico. Ahora con La Jornada y otros medios vemos que hay más posibilidades, afortunadamente”.