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En charla de más de 2 horas, Alvarenga revela un mensaje que le dejó

Náufrago salvadoreño se reúne con madre de compañero muerto
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El salvadoreño José Alfredo Alvarenga se reunió ayer con Roselia Rosas, madre de Ezequiel Córdoba, compañero de viaje que murió a los cuatro meses de haber partido en una lanchaFoto Foto Elio Henríquez
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 16 de marzo de 2014, p. 27

El Fortín, Chis., 15 de marzo.

El salvadoreño José Alfredo Alvarenga, quien naufragó más de 14 meses en el océano Pacífico, se reunió hoy con Roselia Ríos Cueto, madre de Ezequiel Córdoba Ríos, su compañero de viaje que murió cuatro meses después de que ambos partieron de esta zona en una lancha tiburonera, el 17 de noviembre de 2012.

Durante un encuentro privado de más de dos horas, Alvarenga contó a Ríos Cueto que arrojó al mar el cadáver del joven de 22 años, después de tres días de fallecido, según relató en entrevista el abogado Benedicto Perlea, quien acompaña al salvadoreño junto con los padres de éste, María Julia Alvarenga y José Ricardo Orellana.

El salvadoreño y la madre del pescador fallecido dijeron que no darían a conocer a la prensa las últimas palabras ni el mensaje que Ezequiel dejó a su progenitora. Me lo voy a guardar porque es algo tan lindo y tan triste que no me gustaría que se publicara, afirmó Ríos Cueto.

Alvarenga llegó a las 10:30 horas a este ejido para reunirse con los demás familiares de Ezequiel –entre ellos cuatro hermanos que se dedican a la pesca también–, con la finalidad de darles a conocer el mensaje que les dejó antes de morir y visitar a los amigos que dejó en la zona, donde trabajó 15 años como pescador.

Tras un abrazo frente a la casa en la que fue recibido e invitado a comer caldo de pollo, Roselia expresó: Me siento feliz. Es como si volviera a ver a mi hijo, aunque es él quien viene a contarme lo que pasó, sólo él sabe, es el único que sobrevivió, yo creo en Dios y que Él lo trajo.

Abundó: Hubiera sido más triste que los dos se hubieran muerto y no saber el destino de mi hijo. Estoy feliz porque platicaré con él y sabré al final qué le pidió mi hijo; sé que él habló muchas cosas con Alvarenga.

El salvadoreño afirmó: Ahora me siento tranquilo de haber cumplido con la promesa que le hice a Ezequiel, pero a la vez triste por estar con su mamá; me siento desahogado. Recordó que su compañero, evangélico como él, le enseñó a orar y a cantar, lo que le dio fuerzas para sobrevivir más de 14 meses, alimentándose con pescado, pájaros crudos y sangre de tortuga.

El abogado Perlea negó que la familia haya pensado demandar legalmente al náufrago por la muerte de su compañero, y por el contrario, le agradecieron la visita.

Después del encuentro, en el cual Alvarenga y sus acompañantes le entregaron una Biblia a Ríos Cueto, el grupo se dirigió al embarcadero para tomar en el estero una lancha hacia Chochohuital, ubicada a unos 40 minutos por agua, de donde partió la embarcación de la empresa Camaroneros de la Costa en noviembre de 2012 que naufragó poco después, debido al mal tiempo.

Esta fue la primera vez que José Salvador subió a una lancha desde que fue encontrado en el atolón de Ebón, en las Islas Marshall, en enero pasado.

–¿Qué sentiste subirte de nuevo en una lancha? –se le preguntó cuando descendió.

–Un poco de miedo, aunque este no es el mar sino un estero –contestó Alvarenga, quien según médicos de su país padece de talasofobia (miedo al mar).

En Chocohuital, perteneciente también a Pijijiapan, fue recibido efusivamente y con lágrimas por una docena de pescadores y mujeres que trabajan en los restaurantes y lo conocieron antes del naufragio. Era conocido como Cirilo o La Chancha, junto a su inseparable amigo apodado Bin Laden, que no asistió por encontrarse en otra comunidad.