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La joven tzotzil se separó del hombre, porque le pegaba y era borracho

Era una niña y fue vendida por $8 mil; no perdonaré a mi madre, dice 10 años después
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 16 de marzo de 2014, p. 27

San Cristóbal de las casas, Chis., 15 de marzo.

A los 12 años, Rebeca fue vendida por su madre en 8 mil pesos a un hombre que le doblaba la edad y tenía tres mujeres con cinco hijos. Diez años después, con cuatro hijos y separada del hombre porque le pegaba cuando estaba borracho, la indígena tzotzil dice que no le perdona a su madre lo que le hizo y por ello ni una flor le lleva a su tumba.

Por la voluntad de su madre, dice, ella vivió con un hombre al que no quería. Hasta ahorita lo pienso, que está muy mal que les den dinero por las hijas a los padres, pero cuando somos muchachas ignoramos todo.

A los 12 años nuestra cabeza no piensa nada, estamos chiquitas y nuestros padres hacen lo que quieren, afirmó la mujer que vive en una comunidad de San Cristóbal de las Casas, colindante con San Juan Chamula.

El tema salió a relucir luego que en días pasados las autoridades tradicionales de San Juan Chamula encarcelaron 29 horas a una niña de 14 años, para obligarla a pagar 24 mil pesos por abandonar a su pareja sentimental.

No te irás, yo pagué por ti

Rebeca –quien pidió no publicar su nombre completo– refiere aquellos momentos: Mi mamá me dijo que pronto se iba a morir porque tenía diabetes (falleció un año después) y era mejor que me juntara con un hombre para que me cuidara y no sufriera más, aun cuando sabía que tenía otras mujeres e hijos. Ella sólo contestó: Está bien. Entonces metió en una bolsa de plástico dos faldas y dos blusas que era todo lo que tenía. “Y me llevó a la casa del hombre; cuando estuve con él me dio mucho miedo, lloré y le dije que quería irme a mi casa, pero me dijo: ‘No vas a regresar porque ya pagué 8 mil pesos”.

Llorosa, agrega: Sufrí mucho por culpa de mi madre. No sé qué tenía en su cabeza, que me vendió así. Yo ni siquiera sabía echar tortillas ni lavar ropa, porque estaba chica. Relata que con el dinero, del cual no le tocó ni un peso, su madre juntó a su familia e hizo una comida a la cual no fue invitada.

“Hace poco todavía una de mis tres hermanas –que también fueron vendidas pero a hombres de su misma edad– me dijo que también compró un terreno en mil pesos y se lo dio a mi hermano.”

Agrega: “Por eso, ahora que ya puede pensar mi cabeza le dije a mi hermana que mi mamá fue muy mala. No la quiero. Si estuviera viva le echaría en cara todo lo que me hizo, pero ya no está viva. Le diría: ‘Júntate con él’. Pero ya está muerta”.

–¡Está mal la vida así! –suspira, y dice que no se escapó cuando su madre la entregó con quien sería su marido, porque no tenía a dónde ir y nadie la apoyó. Dijo que su padre los abandonó y se fue con otra mujer cuando ella era más pequeña.

La madre de cuatro hijos que ella sola mantiene, nunca fue a la escuela, y asegura en su escaso español que ella ha tomado conciencia de los problemas que ocasiona esta práctica y por ello ¡jamás! venderá a sus hijas. Ellas deben decidir si quieren a un hombre y si se van a juntar por su voluntad, concluyó.