Número 212
Jueves 6 de Marzo
de 2014
Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER
Directora general
CARMEN LIRA SAADE
Director:
Alejandro Brito Lemus
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Luis Manuel Arellano*
Trata y trabajo sexual;
la delgada línea
Hasta la fecha, en México no se ha querido reconocer a la prostitución como una actividad laboral que requiere la protección del Estado de Derecho, bajo la premisa constitucional de que a nadie se le puede impedir dedicarse al trabajo que le acomode.
En el ámbito internacional, la reivindicación del llamado "sexoservicio" se proyectó en los años setenta. Pero fue una década después, con la aparición del VIH/sida, cuando en nuestro país toma forma la movilización de trabajadoras sexuales. Dos me parecen representativas de esa época: Claudia Colimoro, quien fundó la asociación Mujeres por la Salud en Acción (MUSA), y Alejandra Gil Cuervo, quien creó la Asociación Pro Apoyo a Servidores (APROASE). Ambas han trabajado con el Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH/sida y abrieron discurso para comprender la importancia de vincular políticas públicas de salud sexual en dicho sector.
Dedicarse al trabajo sexual no es fácil, porque las mujeres enfrentan el acecho de infecciones de transmisión sexual cuyos vectores principales son sus clientes, pero también porque sobre ellas se han esgrimido tanto la espada flamígera de la doble moral que las acusa de pecadoras, como las telarañas moralizantes de funcionarios que levantan muros para obstaculizarles así sea un mínimo de seguridad.
La Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los delitos en Materia de Trata de Personas y para la Protección y Asistencia a las Víctimas de Estos Delitos, aprobada por el Congreso de la Unión en 2012 a iniciativa de la entonces diputada panista Rosi Orozco, constituye un nuevo desafío en esta lucha social, pues inhibe la organización comunitaria. Esta ley contó con el respaldo abierto del ex presidente Felipe Calderón y de su partido. Hubo prácticamente un cabildeo de Estado que excluyó las voces de las trabajadoras sexuales, entre ellas a Alejandra Gil, quien se tornó en personaje incómodo para Orozco y su organización "Unidos contra la trata". La fundadora de APROASE alertó que la nueva ley iba a romper la delgada línea que separa al trabajo sexual comercial de la esclavización de mujeres con fines de explotación sexual, pues basta una denuncia para ello.
El pasado 13 de febrero Alejandra Gil y un hijo suyo fueron detenidos. En un boletín de la PGJDF, difundido seis días después, se aclaró que "enfrentarán procedimiento ordinario", por su presunta responsabilidad en el delito de trata de personas, bajo la causa penal 15/2014.
Conozco desde hace 12 años a Alejandra y no encuentro cómo o por qué podría estar involucrada en este delito, por lo que debemos esperar a que la autoridad lo determine. Lo que sí observo con mucha claridad, incluso descaro, es la mano de Rosi Orozco detrás del linchamiento mediático levantado contra la activista, porque a las pocas horas de haber sido detenida, Alejandra Gil empezó a resentir una campaña inusual en muchos medios de comunicación, que misteriosamente publicaron contenidos similares sin visos de investigación para descalificarla como defensora de las trabajadoras sexuales y de paso para desacreditar a la organización APROASE, cuya acta constitutiva fue protocolizada ante Notario Público y además aparece en los padrones de la sociedad civil del CENSIDA y de la Secretaría de Desarrollo Social.
En entrevista con la periodista Adela Micha en el penal femenil de Santa Martha Acatitla, Alejandra Gil señaló que no sólo hay víctimas de trata, sino también de la citada ley, y desconoció la presencia de menores de edad en el perímetro donde ha trabajado por años en la calle Sullivan. Rechazó tener riquezas y subrayó: lo que he ganado se debe, sobre todo, "a mi cuerpo". Su detención, sin embargo, ha sembrado terror: se canceló la Expo Sexo y han cerrado muchos table dance.
¿Qué viene? Rosi Orozco es un personaje oscuro y lo periodístico es investigarla. Alejandra Gil esperará su sentencia o liberación. Las chicas pueden dejar la calle de Sullivan y las organizaciones desaparecer, pero el trabajo sexual persistirá en todo el país. De ello no tengamos duda.
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* Periodista, @LuisManuelArell
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