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Ser cronista no es una chamba o un título, sino una vocación, aseguraba

Murió Guillermo Tovar de Teresa

La historia, la gran pasión del fundador del Consejo de Crónica de la Ciudad de México

A una sola persona no le alcanza la vida para conocer la metrópoli, reconocía

 
Periódico La Jornada
Lunes 11 de noviembre de 2013, p. 8

El historiador Guillermo Tovar de Teresa, uno de los personajes más notables de nuestra historia contemporánea, investigador, bibliógrafo, coleccionista, filántropo, poseedor de una erudición universal, el gran cronista de la ciudad de México, falleció este domingo en un hospital capitalino, donde había ingresado el sábado por la noche.

La familia informó que la causa fue una hemorragia interna y que será despedido este lunes en el Panteón Francés.

La noticia causó consternación en el medio cultural, donde forjó innumerables amistades. El fundador del Consejo de la Crónica de la Ciudad de México nació el 23 de agosto de 1956. Considerado un niño genio en el campo de las ciencias sociales, aprendió a leer mucho antes de ingresar al sistema escolar y la lectura lo llevó a la historia, que fue su gran pasión.

Su padre, el doctor Rafael Tovar y Villa Gordoa, y su abuelo materno, don Guillermo de Teresa y Teresa, fueron las dos columnas sobre las que Guillermo comenzó a temprana edad a edificar su fortaleza intelectual.

A los 13 años fue consejero de arte colonial del presidente Díaz Ordaz, y a los 23 publicó su primer libro, Pintura y escultura del Renacimiento en México, editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en 1979.

En un artículo publicado en La Jornada (6/10/2013) la historiadora de arte, Germaine Gómez Haro, escribe que Guillermo Tovar descubrió su pasión por el estudio de las fuentes originales de la historia en la biblioteca de su abuelo.

“En su juventud temprana ya alternaba con personalidades, como Francisco de la Maza, Luis González y González, Felipe Teixidor, y su círculo cercano de amigos y maestros espirituales ha contado con figuras tan connotadas como Octavio Paz, Diego Angulo Íñiguez, Juan y Edmundo O’Gorman, Elías Trabulse, Silvio Zavala, Juan José Arreola, George Kubler, Fernando Benítez, José Iturriaga, José Pascual Buxó y Fernando Gamboa, entre muchos otros sabios de todas las disciplinas en cuyas fuentes abrevó y a quienes sorprendió y sedujo con su precocidad intelectual, su mente prodigiosa y su personalidad sagaz, ingeniosa y amena”, apunta Gómez Haro.

En 1986, Tovar fue elegido para ocupar el puesto de cronista oficial de la ciudad de México. No obstante, un año después, en 1987, platicó con sus predecesores, José Luis Martínez y Miguel León-Portilla, acerca de las limitaciones de esta labor: enfrentarse en solitario a una ciudad tan inmensa y compleja.

En una entrevista concedida a La Jornada (19/02/2007) el bibliófilo y férreo defensor del patrimonio cultural sostuvo: A una sola persona no le alcanza la vida para conocer la ciudad y todos sus aspectos. Por eso propuse la creación del Consejo de la Crónica de la Ciudad de México, para compartir mi cargo con una serie de intelectuales y que, en colectivo, promoviéramos la crónica.

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Guillermo Tovar de Teresa en entrevista para La Jornada en junio de 2006Foto Marco Peláez

El historiador consideraba que ser cronista no era una chamba o un título, sino una vocación, una manera de percibir la realidad.

Guillermo Tovar, quien era colaborador en este diario, incidió de manera crucial en el rescate, revaloración y conservación del patrimonio artístico y de la memoria de nuestro país. Entre sus últimos proyectos figura la creación del grupo de ciudadano El Caballito Conservación, que denunció el daño a la escultura ecuestre de Carlos IV, de Manuel Tolsá.

El historiador César Moheno en un texto publicado en estas páginas escribe que Guillermo Tovar de Teresa “es parte de un linaje que viene de Carlos de Sigüenza y Góngora y que pasa por Carlos María de Bustamante, Manuel Orozco y Berra, Alfredo Chavero, Joaquín García Icazbalceta y Francisco del Paso y Trocoso.

En su vida repleta de fertilidad, su obra es un monumento de generosidad, de erudición, de instinto y de sabiduría. Con él las palabras tienen peso. No es que sea un historiador civilizado, sino más bien, como diría Joseph Brodsky de Ossip Mandelstham, Guillermo Tovar de Teresa es un historiador de civilización y para la civilización. Ese es su linaje.

El septiembre pasado se presentó en Casa Lamm el libro Guillermo Tovar de Teresa. Bosquejo bibliográfico, escrito por Xavier Guzmán Urbiola, el cual subraya la labor historiográfica de Tovar. En ese evento, el ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Juan Ramón de la Fuente, asoció al autor de Pegaso o el mundo barroco novohispano en el siglo XVII con cuatro ideas que lo definen: alcurnia de sangre, erudición histórica, espíritu crítico y libertad intelectual.

Tovar de Teresa procura usar el conocimiento emanado de la historia para estimular la consciencia y para evocar la memoria con rigor y libertad. La historia, nos dice, es siempre una introspección, porque volverse contra lo heredado y experimentar esa terrible orfandad cuando justo lo heredado preserva lo que somos a la vez que nos abre horizontes, esa es la premisa que permea a lo largo de su obra.

Guillermo Tovar de Teresa publicó libros profusamente ilustrados sobre el arte novohispano, entre los que destacan México barroco (1981), La ciudad de México y la utopía en el siglo XVI (1987), El arte de los Lagarto, iluminadores novohispanos de los siglos XVI y XVII (1988), Bibliografía novohispana de arte (dos volúmenes, 1988) y Miguel Cabrera, pintor de cámara de la reina celestial (1985), entre otros.