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Balance de la Jornada

Chucho Benítez, un jugador de otra liga

Xolos y La Piedad ganan en patio ajeno

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Ricardo Peláez atinó al contratar a Miguel Herrera para su proyecto en las ÁguilasFoto Jam Media
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uchos achacan el resurgimiento del Cruz Azul precisamente al América. A los Cementeros les regresó el alma al cuerpo con la conquista del torneo de Copa. Se impusieron en la final a los Potros, pero en etapa previa eliminaron a unas Águilas que cayeron en el exceso de confianza al no jugar con Moisés Muñoz y, por supuesto, Christian Benítez.

Miguel Herrera tuvo la culpa de que Cruz Azul alejara sus fantasmas, acusan fanáticos americanistas. Y es que el equipo celeste fue otro cuando terminó no sólo con una sequía en 15 años, sino con una pesada losa de cemento de apenas un título en 30 años.

El americanismo está de fiesta. Por todos lados se observan playeras amarillas, lo que sin duda es mérito de la directiva (Ricardo Peláez, quien llevó a la cancha lo que tanto habló en micrófonos), del cuerpo técnico (con un Miguel Herrera que se excede en los festejos y en las palabras, pero es un buen estratega) y de los jugadores (encabezados por un Chucho Benítez que parece de otra liga).

La anterior directiva hizo desfilar a entrenadores como Carlos Reinoso, Manuel Lapuente y, en el colmo del desatino, a Ramón Pelado Díaz, hasta que la actual encontró al Piojo Herrera, un técnico sin gran cartel y mucho más accesible que los anteriores.

Reinoso, la gran figura de los cremas, se excedió en sus discursos del llamado americanismo, algo que no cumple un Herrera muy identificado con los colores azulgranas. Sin embargo, desde su primera campaña el ex rudo defensa lateral dio muestras de que no se espanta con una banca tan caliente, aprendió de sus errores previos cuando se quedó en dos semifinales y hace resurgir la esperanza en una fanaticada que no festeja desde hace ocho años, mucho tiempo para un grande de nuestro balompié.

Sin duda, el jugador desequilibrante es el ecuatoriano Benítez, a pesar de sus agrias palabras de que si por él fuera estaría en Europa y no aquí, de que a veces necesita un balón para él solo y de que se enoja en exceso al ser relevado o cuando no le dan un pase.

Pero más allá de la fortaleza, velocidad y el olfato goleador de Chucho, a su lado está un canterano como Raúl Jiménez, quien ha tenido un crecimiento impresionante desde Londres 2012.

El talón de Aquiles estaba en la defensa, que ahora parece muy compacta con un Aquivaldo Mosquera de aquellos tiempos con Pachuca y un Maza Rodríguez que retomó el nivel de su incursión europea. El portero Moisés Muñoz también brinda seguridad y la única duda radica en Rubens Sambueza, quien pasa del talento a la indisciplina de una jugada a la siguiente.

El Monterrey lucía como un rival más complicado, pero Chupete Suazo y Walter Ayoví no pudieron con toda la carga. Tal vez la historia hubiera sido distinta con César Chelito Delgado en la cancha.

Por su parte, Xolos y La Piedad ganaron contra todos los pronósticos en patio ajeno.

El equipo de Antonio Mohamed venció al Palmeiras, en un triunfo meritorio a pesar de que empezó con grave error del portero rival, Bruno. El camino en la Libertadores es cuesta arriba para el equipo de Tijuana, que ahora enfrentará al favorito del torneo, el Atlético Mineiro, del todavía astro Ronaldinho.

Los Reboceros regresaron a la primera, aunque mucho deberán mejorar en equipo e infraestructura para permanecer. El conjunto de Cristóbal Ortega se metió al traqueteado inmueble de Neza 86 para vencer a unos Toros donde el campeón mundial Sub-17 Éver Guzmán ahora conoció el sabor de la derrota al fallar un penal.

En el plano internacional, Javier Hernández se despidió con un gol de una temporada gris. Chicharito logró su tanto 50 en la Liga Premier, pero ya sin Alex Ferguson –el técnico que confió en él cuando el tapatío era un desconocido en Europa– su futuro es incierto.

En tanto, Jonathan dos Santos por fin se quitó las telarañas de la banca y tuvo acción con el Barcelona. Sin embargo, algunos medios ya lo ubican fuera del club. Y lo mejor sería que el hijo de Zizinho se vaya a un equipo donde tenga actividad cada ocho días, al fin que su costo, de 4 millones de euros, es accesible para otros conjuntos.