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      Hugo Gutiérrez Vega 
H.G. Oesterheld: imaginación versus poder 
  Hugo José Suárez 
En el café 
  Juan Manuel Roca   
  
Lluvia 
  Efraín Bartolomé 
La escritura, antídoto contra la muerte 
  Adriana Cortés Koloffon entrevista con Vicente Quirarte 
Presupuesto cultural: primer año, primer recorte 
  Víctor Ugalde 
Sociedad de la comunicación y sociedad política 
  Sergio Gómez Montero 
De Ratzinger a Bergoglio: luces y sombras 
  Juan Ramón Iborra 
Dos poemas 
  Stavros Vavoúris 
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Columnas: 
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   Directorio 
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	 Presupuesto cultural: 
	  primer año, primer recorte 
	
    Víctor  Ugalde 
	
	Apenas se puede creer que después  de doce años de estar haber estado fuera del Poder Ejecutivo Federal, el PRI no haya logrado crear y madurar funcionarios que sembraran  expectativas positivas y así no tuvieran que repetir cuadros, que en su momento  tuvieron errores dramáticos en la materia a la que ahora regresan. Tampoco se  puede creer que repitan los mismos errores que los llevaron a la pérdida de la  confianza pública en el siglo pasado. 
	Tovar y de Teresa regresó y en sus dos  administraciones anteriores fue el encargado de desmantelar la industria  cultural cinematográfica mexicana, obligado o no por la verticalidad y  disciplina del sistema priísta.  
	Del 1992 a 2000 se redujo, en términos reales,  el presupuesto a la cinematografía y se pasó de producir ochenta y cinco  películas de largometraje al año en la década de los ochenta, a sólo dieciséis  en el período zedillista. Producto de la reforma a la Ley de Cine de 1992, que  dejó al cine mexicano a merced de las fuerzas del mercado en preparación a la  entrada del TLCAN y de la OMC, es esta situación que propició una grave caída en la expresión  fílmica de los artistas  mexicanos y el  apoderamiento de las trasnacionales de nuestro mercado. 
	El ejecutivo salinista y la mayoría priísta  eran uno solo y actuaron en contra de los intereses de la nación, a pesar de la  resistencia de algunos de los cineastas. Sus voces fueron silenciadas mediante  la falta de apoyos y el desmantelamiento de la cadena productiva. Ahora,  nuevamente la Secretaría de Hacienda envió un presupuesto restrictivo y, en  esta ocasión, gracias al oficio del priísmo, todos los partidos lo avalaron y  no le corrigieron la plana, tal y como sucedía cuando el PRI era  oposición y, de forma conjunta con todos los  partidos, casi siempre le corrigieron el rumbo al PAN de Fox y  Calderón. Los recortes propuestos en la primera década del siglo XXI fueron  anulados con incrementos tales que nos permitieron crecer y recuperar nuestra  expresión fílmica, con excelentes resultados. 
	
  
     
      Marcha en contra del recorte al presupuesto a la cultura en México, 2006. Foto: Edgar Efrén López Ramos/ Flickr | 
   
 
    Ahora, como gobierno, los priístas regresan  a sus viejas prácticas al reducir el presupuesto al cine y la cultura. En esta  ocasión se propuso un presupuesto donde al sector cultura lo hacen pasar de 16  mil 285 millones 72 mil 416 pesos, a 16 mil 533 millones 628 mil 693, lo que  aparentemente representa un incremento de 0.01%, pero que en realidad es un  retroceso real, ya que la pérdida del poder adquisitivo en 2012 fue de 4%. 
	Lo propuesto para el Instituto Mexicano de  Cinematografía (Imcine) pasó de un presupuesto ejercido de 525 millones en 2012  a uno aprobado para 2013 por sólo 374 millones 575 mil 584 pesos, a lo que hay  que restar 25 millones más por una orden de la SHCP, esto sin considerar la  pérdida del poder adquisitivo. En otras palabras, al Imcine se le asignó 36%  menos. 
	El recorte es grave, pero lo es aún más si  vemos las áreas donde se aplicaron:  se  suspendió el apoyo al Eprocine por 80 millones de pesos, es decir, a un  programa de apoyo a la distribución y  formación de públicos que apenas iniciaba y cuando todavía no se  alcanzaban a ver los resultados. A lo anterior agréguense los recortes al  Fidecine, Imcine Producción y Foprocine por más de 30 millones, a lo que hay  que sumar cantidades  superiores a los 10  millones a la partida de donativos (festivales, promoción y apoyo a diversos  programas de creación). También se terminó con los 30 millones que Conaculta  adjudicó de forma directa a largometrajes vía Imcine. 
	De nada sirve que se cambie de secretarios  de Hacienda y partidos; todos envían un presupuesto reduccionista por su pensamiento anacrónico que condisera como un  gasto a fondo perdido lo invertido en el cine  y la cultura,  cuando las teorías  modernas nos indican que en realidad se trata de inversión detonante de múltiples  beneficios adicionales sociales, artísticos y culturales.  
	Las industrias  culturales son uno de los sectores más dinámicos de la economía mundial y  aportan, según la UNESCO, más del 5%  del PIB en los países donde se produce. En  México, según la investigación, la cultura aportó 6.7% en 2002, y datos más  recientes del CIDE nos indican  que en 2012 dicha aportación se incrementó hasta superar el 8%. Uno de los pocos sectores que realmente crecieron en la primera  década del siglo XXI fueron las industrias del cine y del audiovisual. ¿Por qué  castigar un proyecto exitoso, que tantos beneficios estaba mostrando en todos  los ámbitos de su acción? ¿Por qué frenar lo que apenas estaba a punto de  crecer y consolidarse? ¿Por qué reducir la expresión plural de los cineastas  del siglo XXI? ¿A quién conviene este brutal recorte? ¿Querrán silenciar  nuevamente la voz del cine mexicano y la de sus artistas, que actualmente es  viva, plural e inteligente? La única buena señal de los últimos días ha sido el  nombramiento del promotor cultural Jorge Sánchez. Hombre conocedor del medio y  de las necesidades fílmicas, sin embargo inicia su administración con menos  presupuesto y posibilidades de acción. 
	Dice la cultura popular que mal inicia la  semana a quien ahorcan en lunes. Mal inicia un gobierno que recorta a la  cultura y al cine. 
	¿Hasta cuándo  se entenderán los tiempos que vive la nación y dejarán de repetirse los mismos  errores? 
	¿Hasta cuando se cumplirán los  tratados internacionales de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC) de los Derechos Humanos, así como la Convención  Internacional sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las  Expresiones Culturales, que se obliga a los estados firmantes a garantizar el  acceso a la expresión audiovisual del imaginario nacional, además de crear  mecanismos para su circulación en el país y el mundo?  
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