Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 31 de marzo de 2013 Num: 943

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

H.G. Oesterheld: imaginación versus poder
Hugo José Suárez

En el café
Juan Manuel Roca

Lluvia
Efraín Bartolomé

La escritura, antídoto contra la muerte
Adriana Cortés Koloffon entrevista con Vicente Quirarte

Presupuesto cultural: primer año, primer recorte
Víctor Ugalde

Sociedad de la comunicación y sociedad política
Sergio Gómez Montero

De Ratzinger a Bergoglio: luces y sombras
Juan Ramón Iborra

Dos poemas
Stavros Vavoúris

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Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


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Lluvia

Efraín Bartolomé


Ilustración de Steven Daiber

Vienen cien nubarrones colosales. Mugen como una bestia amenazante. Sopla un viento violento. Un incesante rumor de acoso y furias demenciales. Truena el trueno en los campos celestiales con un turbio fervor relampagueante. De pronto un rayo estalla y al instante cae la lluvia: brotan los raudales. Caen espesos goterones densos en ráfagas arteras que golpean los oscuros ramajes indefensos y vientos más oscuros merodean las anchas hojas. En los ríos inmensos, fragmentos de la luz caracolean. Viene la lluvia en golpes torrenciales con tropel de manada trepidante. Muge el violento viento alucinante sobre las altas cumbres terrenales. Caen espesos goterones densos en ráfagas sombrías que golpean las anchas hojas. Luego abofetean los espesos ramajes indefensos. Lluvia de las verdades primordiales. Lluvia infinita, espesa: lluvia ronca. Lluvia que desbarata cafetales. Lluvia de los misterios forestales de la vida y la muerte. Lluvia bronca. Lluvia de los dolores ancestrales. Lluvia animal que brama en las alturas y se mantiene luego en un continuo gañido lento. Brilla el duro relámpago violento contra el ciego diluvio y sus conjuras. Lluvia bestial que brama en las alturas y se alarga despacio en un parejo mugido lento. A veces se oye un dejo de hondo placer o vagas amarguras. Lluvia lavando selvas y montañas. Lluvia toro rompiendo su corral. Lluvia que tumba troncos como cañas. Lluvia estampida. Lluvia virginal. Lluvia ingenua y salaz. Lluvia en marañas. Lluvia como una danta colosal. Lluvia que resucita cafetales con un golpe de savia. Lluvia amarga. Lluvia que suelta su violenta carga contra los altos montes capitales. Lluvia de los placeres celestiales. Lluvia torva, inflexible, manilarga. Lluvia de peso muerto y sobrecarga. Lluvia de los delirios terrenales. Lluvia donde el buen Dios relampaguea herido de placer sobre la Madre. Lluvia con la que el tiempo aguijonea al Cielo fértil para que taladre la femenina entraña que desea ser penetrada por la lluvia padre. Oigo caer la lluvia más brutal. El fragor de la lluvia deletrea sombras y vagos nombres. Juguetea caldos de vida y muerte. El temporal es una bestia oscura que babea en los campos del cielo, anchos y amargos. Lluvia que arrastra troncos y letargos. Lluvia que brama y grita y se pandea. Oscura tempestad, torvo animal. Lluvia herida, encendida, radical. Nubarrón de murciélagos. Marea de los mares del cielo desatada. Lluvia bisonte atroz. Lluvia manada. Lluvia que en su derrumbe se recrea. Lluvia violenta que en su atroz descenso raja troncos enormes y atropella cuanto encuentra a su paso. Deja huella en la tierra, en la noche, en lo que pienso. Cada vez que un relámpago destella bajo el bruto poder del cielo inmenso, cuando prueba su fuerza el rayo intenso y quema un árbol o borra una estrella, me doblego a sus leyes. No hay querella contra su artera voluntad. Resuella la gran Madre gozando del extenso abrazo de los cielos. En suspenso, la miro disfrutar lluvia y centella. Y entiendo y callo en mi refugio: tenso. Lluvia macho. Feliz lluvia que pasa. Enjambre tenso que de pronto estalla. Lluvia que cuando surge todo acalla. Lluvia que viene y cunde y todo arrasa. Lluvia como un ramaje que se abate. Esta lluvia total, lluvia que ultraja, del ancho árbol del Cielo se desgaja. Lluvia amor y dolor. Lluvia combate. Santa lluvia violenta y enfermiza. Lluvia que lava y preña y fertiliza.

Lluvia cansándose.
Lluvia acompasándose.
Lluvia asfixiándose.
Lluvia apaciguándose.
Dulce lluvia feroz.
Lluvia vencida.
Lluvia herida de muerte
que da vida.

(Del libro Cantando el triunfo de las cosas terrestres,
Universidad de Ciencia y Tecnología Descartes y Casa Juan Pablos, México, 2011.)