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Entre bolero y bolero pasan la noche desde hace 25 años

La Alameda, punto de encuentro de adultos y jóvenes que gustan de este género

Acuden a la cita lo mismo obreros que profesionistas, ambulantes y juglares urbanos

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Vista de la Alameda Central remozada, donde desde hace 25 años, todas las noches se reúnen los amantes del boleroFoto Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Lunes 11 de febrero de 2013, p. 39

En defensa del bolero, todas las noches, desde hace 25 años, unas cuarenta personas se reúnen para cantar y tocar ese género musical en la Alameda Central, a un costado del Palacio de Bellas Artes.

De 19 a 23 horas se escuchan en ese parque canciones interpretadas por esos bohemios, principalmente de la tercera edad, aunque también hay algunos jóvenes, como José Luis, estudiante de la carrera de biología, quien desde hace unas semanas acompaña al grupo, con algunos de sus amigos de la colonia Guerrero, que gustan también del bolero y el danzón.

Graciela Flores, ejecutiva de una empresa automotriz y participante entusiasta en esas veladas musicales, explica: “somos personas que salíamos estresadas de trabajar, y poco a poco nos fuimos juntando para tocar música romántica. Yo creo que toda la gente que llega aquí viene en plan de distracción, de convivir y de cantar, más que todo.

Vienen desde un aseador de calzado, mecánicos, vendedores ambulantes de chicles y cigarros, profesionistas y hasta un señor que le falta un brazo, a los que les gusta cantar.

“El Pollo, como decimos a nuestra primera voz, tiene un puesto en Tepito y vende aparatos electrónicos. El requinto es un señor que sabe mucho de música; da clases e incluso toca en Bellas Artes.

Otro señor, de gabardina, se llama Daniel y vive de esto, trabaja en Garibaldi, donde le pagan 30 pesos por cada canción que interpreta”.

A veces, personas que los escuchan en el iluminado y remodelado parque los invitan a comidas o festejos familiares; también en ocasiones algunos turistas extranjeros les dan algunos dólares.

Con su constante labor, esos músicos del pueblo, que cada noche hacen gala de su afición y de su arte, ofrecen a los capitalinos otra opción de entretenimiento y convivencia, y mantienen viva una música que cada vez se escucha menos en las estaciones de radio o en la televisión, pero que sigue en el gusto de mucha gente.