DIRECTORA GENERAL: CARMEN LIRA SAADE
DIRECTOR FUNDADOR: CARLOS PAYAN VELVER
SUPLEMENTO MENSUAL  DIRECTOR: IVAN RESTREPO  
EDICIÓN: LAURA ANGULO   3 DE DICIEMBRE DE 2012 
NUMERO ESPECIAL


Portada

Presentación

Los costos sociales y económicos del CIP Playa Espíritu
Sandra Guido

La deforestación de los manglares y la pesquería del camarón en Marismas Nacionales
César Alejandro Berlanga-Robles

Para romper círculos viciosos en los sistemas ecológico-sociales en Marismas Nacionales
Nadia T. Rubio-Cisneros, Octavio Aburto-Oropeza, Exequiel Ezcurra

Sobre el futuro de Marismas Nacionales
Arturo Ruiz Luna

Una visión antropológica de las comunidades costeras del sur de Sinaloa
María Luz Cruz-Torres


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Una visión antropológica de las comunidades costeras del sur de Sinaloa

María Luz Cruz-Torres
Catedrática Asociada en School of Transborder Studies
Arizona State University, Tempe, Arizona, USA
Correo electrónico: [email protected]

El inicio de mis investigaciones en el sur de Sinaloa se remontan a una fría mañana de enero cuando los copos de nieve aún descansaban en las esqueléticas ramas de los pocos árboles que adornaban las calles del pueblo de New Brusnwick, New Jersey. En medio de ese largo invierno yo partía en un avión para la Ciudad de México a realizar el trabajo de campo que se requiere de los estudiantes de antropología para poder obtener su doctorado.

Mi intención era escribir mi tesis doctoral sobre la camaronicultura realizada en ese entonces solamente por sociedades cooperativas. Así fue como en una tarde de enero llegué a Mazatlán y, aconsejada por los biólogos que trabajaban en la Secretaría de Pesca, decidí que el sur de Sinaloa y, en especial los municipios del Rosario y Escuinapa, serían los más apropiados para mi tesis doctoral. En El Rosario escogí a un ejido cerca de Agua Verde, conocido localmente como El Cerro, porque ahí se estaba llevando a cabo el cultivo de camarón semiintensivo en una granja conocida como estero El Cuervo.

Tuve la inmensa oportunidad de conocer y compenetrarme con los habitantes de este ranchito, de entrevistar a su fundadores, de realizar un censo demográfico, de tomar fotografías y de llevar a cabo observación participativa. En fin, de utilizar las herramientas propias de la antropología sociocultural para aprender más sobre la manera en la cual la gente participa en varias actividades económicas como la pesca, la agricultura, el trabajo en una tortillería. O la venta de comida o de ropa de segunda para mantener a sus familias. Y de cómo la acuacultura impactaba de forma positiva y/o negativa la vida diaria en este ranchito del noroeste mexicano.

Concluido mi trabajo en dicha comunidad decidí continuar mi trabajo de campo en una de las comunidades del municipio de Escuinapa para lo cual visité a la comunidad de Celaya, en las afueras de esa población, a un lado de la carretera que conduce a Teacapán. Se trata de una comunidad más pequeña que El Cerro, pero rodeada de palmeras y lagunas que la hacen parecer como un lugar idílico, un oasis en medio del calor que ya había comenzado fuerte en el mes de mayo.

Mi trabajo en Celaya se facilitó mucho más en parte debido a la presencia de dos biólogas que entonces asesoraban a la cooperativa acuícola de la localidad y me brindaron todo su apoyo. Aquí el tipo de camaronicultura que se realizaba era del tipo extensiva. En ella no se requería construir una granja porque el cultivo se lleva a cabo dentro de una de las lagunas a la cual se le depositaban las larvas de camarón para dejarlas crecer hasta alcanzar una talla de valor comercial.

Este tipo de acuacultura requería menos insumos, capital de inversión, antibióticos o fertilizante, y a mi parecer estaba más en sincronía con el medio ambiente. Realizar este estudio en ambas comunidades me permitió aprender varias cosas. Entre ellas, que para muchos de los ejidatarios o agricultores de Celaya, la acuacultura era apenas otra actividad que, a veces, se agregaba a sus actividades económicas tradicionales en la pesca y la agricultura.

Terminada la fase de mi trabajo antropológico en la región regresé a la Universidad de Rutgers en New Jersey para escribir mi tesis doctoral basada en todos los conocimientos adquiridos en estas dos comunidades del sur de Sinaloa. Me despedí de todas las familias y de los amigos que hice durante el año de mi estadía sin pensar siquiera de que éste no era el final que yo tanto aplazaba, sino más bien el comienzo de una larga y duradera relación que me llevaría hasta el día de hoy a continuar realizando investigaciones antropológicas en esta región.

Dos años más tarde, ya terminada mi tesis doctoral y titulada como antropóloga, regresé al sur de Sinaloa, a las mismas comunidades, para continuar lo que comencé en 1990. Estaba resuelta a entender a un nivel más profundo los cambios sociales, culturales, económicos y ambientales por los cuales atravesaban las comunidades y la región en general. Y de cómo la gente respondía y se adaptaba a estos cambios.

En Isla del Bosque, un ejido dedicado primordialmente a la siembra de chile, al igual que para la mayoría de las comunidades y ejidos que conforman el área donde se ubica el sistema de Marismas Nacionales, muchos de estos cambios comenzaron cuando sus fundadores llegaron de otros estados, como Michoacán y Jalisco. Arribaron en busca de mejores oportunidades económicas y terrenos para desarrollar sus propios ejidos y así comenzar una nueva vida. Donde podían tener acceso a un terreno para trabajar y a la marisma para pescar. Muchos de estos ejidos y comunidades se formaron a raíz de la lucha agraria en el sur de Sinaloa que fue muy importante para su consolidación y desarrollo.

Otras comunidades, como es el caso de Celaya, se estableció en parte de los terrenos que antes pertenecían a la hacienda Las Cabras y que les fueron otorgados a un grupo de peones de la hacienda cuando ellos los reclamaron para construir sus casas y dedicarse a la agricultura. Fue de esta manera, de la nada, que surgió una comunidad que, aunque pequeña, tiene una historia oral y tradiciones muy únicas.

Además de la economía de las comunidades también me ha interesado mucho estudiar las relaciones de género y cómo cambia el papel tradicional de la mujer cuando ésta decide incorporarse a la fuerza laboral. Tuve la oportunidad de entrevistar a mujeres que se dedicaban a sacar copra en los cocotales cercanos a sus comunidades o en los patios de sus casas; y a otras que se ocupaban en vender comida o manejaban tiendas de abarrotes instaladas en sus casas.

Más recientemente, mi trabajo se ha orientado a conocer más sobre el trabajo que desempeñan las mujeres como vendedoras de camarón. Debido a la cercanía de estas comunidades al sistema de Marismas Nacionales es muy común encontrar mujeres que se dedican a vender camarón dentro de sus casas y de esta manera procurar el sustento para ellas y sus familias.

Otra área de estudio lo constituye el conocimiento local tan diverso que existe en las comunidades en torno al medio ambiente y los recursos costeros. Este conocimiento se transmite de los padres y las madres hacia los hijos y es muy valioso pues nos permite conocer cómo la gente hace uso de los recursos naturales adyacentes a sus comunidades.

También nos brinda información sobre las diferentes estrategias que utilizan para promover su conservación a corto y a largo plazo.

En la actualidad tanto la pesca como la agricultura continúan siendo las actividades económicas que más se practican en estas comunidades, aunque algunos de sus habitantes incursionan en el turismo, como en el caso de Teacapán. O la migración, como en los casos de Celaya, Isla del Bosque y Cristo Rey, donde familias completas se han mudado a los Estados Unidos o a estados mexicanos fronterizos como Baja California.

El desarrollo de nuevas actividades económicas constituye tanto una oportunidad como un reto para el mejoramiento económico de sus habitantes y para la preservación de los ecosistemas costeros. Por ello merece una atención especial la manera en que se planifican, a fin de que sea posible mitigar su impacto social y ambiental. Durante todos los años que llevo realizando estudios en estas comunidades aledañas al sistema de Marismas Nacionales no deja de llamarme la atención el hecho de cuán ligadas están la historia, las tradiciones, las relaciones de género, el paisaje y la economía a los ecosistemas costeros que conforman esta región geográfica y cultural en el sur de Sinaloa.

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