Portada
Presentación
Los costos sociales y económicos del CIP Playa Espíritu
Sandra Guido
La deforestación de los manglares y la pesquería del camarón en Marismas Nacionales
César Alejandro Berlanga-Robles
Para romper círculos viciosos en los sistemas ecológico-sociales en Marismas Nacionales
Nadia T. Rubio-Cisneros, Octavio Aburto-Oropeza, Exequiel Ezcurra
Sobre el futuro de Marismas Nacionales
Arturo Ruiz Luna
Una visión antropológica de las comunidades costeras del sur de Sinaloa
María Luz Cruz-Torres
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La deforestación de los manglares y la pesquería del camarón en Marismas Nacionales
César Alejandro Berlanga-Robles
Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo AC
Correo electrónico:[email protected]
La reserva de la biosfera Marismas Nacionales, localizada en la costa norte de Nayarit y sur de Sinaloa, está integrada por el sistema lagunar Teacapán-Agua Brava y una serie de lagunas, playas, deltas, canales y planicies de inundación que conforman un complejo mosaico de humedales costeros, el cual alberga al bosque de mangle más extenso del Pacífico mexicano, con una superficie de entre 70 mil y 75 mil hectáreas.
Los humedales de Marismas Nacionales han estado sujeto a múltiples eventos de perturbación de origen natural y antropogénico, entre los que sobresalen la apertura del canal de Cuautla, el paso del huracán Rosa en 1994 y la fragmentación de los humedales costeros por cambios de uso de suelo y la construcción de drenes y carreteras.
El canal de Cuautla fue abierto a mediados de la década de los setentas para comunicar a la laguna Agua Brava con el océano Pacífico y así incrementar la productividad pesquera del sistema. Pero la mala planeación de la obra ha provocado la erosión continua del canal, que inicialmente contaba con unos cuantos metros de ancho y profundidad pero en la actualidad el ancho de la boca rebasa los 1.5 kilómetros de ancho. En la figura 1 se documenta la evolución del canal de Cuautla a través de imágenes de satélite Landsat. La composición de 1973 corresponde al paisaje previo a la apertura del canal. A partir de la composición de 1986 se observa la erosión continua de la boca hasta alcanzar su dimensión actual de casi 1.8 kilómetros de ancho. En todas las composiciones se aprecia en líneas blancas el contorno actual del litoral y el canal. En color rojo se aprecia la vegetación que principalmente corresponde a manglar.
Al interferir en procesos vitales para la estabilidad de los humedales como los patrones normales de inundación y drenaje de las mareas, el flujo superficial del agua dulce, la entrada de agua marina al sistema lagunar, el suministro de sedimentos y la acreción vertical (superposición de estratos sedimentarios) han inducido a una tasa de deforestación media anual del bosque de mangle de 0.64 por ciento, la más alta en el noroeste del país (Berlanga-Robles y Ruiz-Luna, 2007). Asimismo, el 77 por ciento de los humedales costeros de Marismas Nacionales presentan alguna alteración en su régimen mareal (Blanco et al., 2011).
Los investigadores del Laboratorio de Manejo Ambiental del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo AC, han estudiado la evolución de los paisajes costeros del noroeste de México, aplicando técnicas de percepción remota y sistemas de información geográfica (SIG). De acuerdo a sus trabajos, en 1973 la superficie de manglares en Marismas Nacionales era de aproximadamente 83 mil hectáreas, mientras que en el 2000 se estimaron 75 mil. Es decir ocho mil hectáreas menos.
Asimismo, análisis preliminares de imágenes de satélite de 2011, indican que se perdieron alrededor de 5 mil hectáreas de este humedal en la primera década de este siglo. Aunado a la pérdida de superficie, los bosques de mangle de esta región también han registrado la disminución de su dosel y procesos de fragmentación.
Por ejemplo, de 1973 a 2000, el índice de vegetación de diferencia normalizada (NDVI por su siglas en inglés), que es un indicador de la concentración de clorofila derivado de imágenes de satélite, pasó de un promedio de 0.43 (asociado a un dosel cerrado) a uno de 0.3 (asociado a un dosel abierto), registrándose algunas zonas, como en las inmediaciones de la laguna Pescaderos, con valores negativos o cercanos a cero, indicando la pérdida total de vegetación.
Por otro lado, la fragmentación se refiere al rompimiento de áreas naturales en unidades más pequeñas y aisladas. Así, el bosque de mangle de Marismas Nacionales pasó de estar conformado por 84 parches en 1990 a 154, casi el doble, en el año 2000.
La degradación de los manglares y de otros humedales costeros, conlleva una disminución de los bienes y servicios ecológicos que estos ambientes ofrecen. Existe una amplia literatura, tanto especializada como de divulgación, que documenta los numerosos beneficios que los humedales aportan a la humanidad. Estos ambientes se caracterizan por su alta productividad y diversidad biológica; juegan un papel fundamental al proporcionar un hábitat único para una amplia variedad de flora y fauna. Son fuente, sumidero y transformadores de materiales químicos y biológicos; ayudan a estabilizar los suministros de agua y contribuyen en la depuración de aguas contaminadas, en la protección de litorales y recarga de los mantos freáticos. También han sido reconocidos como sumideros de carbono y estabilizadores climáticos en una escala global (Mitsch y Gosselink, 2000).
En el caso particular de los manglares, su papel como hábitat de crianza de numerosas especies de moluscos, crustáceos y peces, así como su influencia sobre la producción de las pesquerías ribereñas, han llamado la atención de numerosos investigadores, presentándose un interés renovado debido a las alarmantes tasas en que estos bosques están desapareciendo. Se estima que alrededor del 35 por ciento de los manglares del planeta han desaparecido en los últimos 20 años.
Se han realizado diversos estudios sobre los manglares como áreas de crianza, comparando diversas poblaciones en áreas con o sin manglar y cuantificando relaciones positivas significativas entre el área de manglar y la abundancia de poblaciones sujetas a explotación.
Esos estudios demuestran que entre más grande sean los parches de manglar mayor será el rendimiento pesquero.
Bajo este escenario, y considerando la degradación a la que ha estado sujeto el bosque de mangle de Marismas Nacionales, se esperaría una disminución en los rendimientos de la pesquería del camarón, la más importante de la región.
Pero por el contrario, la producción de este crustáceo ha aumentado considerablemente en los últimos años, pasando de las 200 toneladas anuales a principios de los noventa, a casi 5 mil en años recientes. Esto aún cuando el esfuerzo pesquero, medido en número de pescadores y tapos, se ha mantenido relativamente constante durante ese periodo. Los tapos son de las principales artes de pesca del camarón en Marismas Nacionales y su origen se remonta a las culturas originarias de la región. Consiste en una barda tendida sobre las lagunas o canales con el fin de retener a los camarones juveniles durante sus migraciones hacia el mar como parte de su ciclo de vida.
A pesar de que existe un fuerte debate sobre los modelos que relacionan el área de manglares con los rendimientos pesqueros, y que en Marismas Nacionales no se ha registrado una disminución en la producción de camarón acoplada con las tasas de deforestación del manglar, es aceptado que, si continua la degradación de los humedales de la región, se llegaría a un punto en el cual los ecosistemas costeros perderían su resiliencia.
Es decir, su capacidad de retornar a una condición de equilibrio después de un evento de perturbación, provocando con ello el colapso de la pesquería de la región. En la actualidad la pesquería se basa en unas de 23 especies de crustáceos, moluscos y peces, y cuya producción promedio anual es de casi 3 mil toneladas, con un valor de ochenta millones de pesos en el mercado local y de ciento setenta millones en los mercados regional y estatal (Danemmann et al., 2010). Se calcula que en dicha actividad participan aproximadamente 5 mil pescadores.
Los rendimientos recientes de la pesquería de camarón en Marismas Nacionales pueden ser un indicador de que se está a tiempo para establecer las estrategias de rehabilitación y restauración que permitan revertir la degradación del manglar y el conjunto de humedales de la región, y así, garantizar su permanencia por un largo periodo de tiempo junto con todos los bienes y servicios ecológicos que ellos proporcionan.
Un aspecto fundamental en este sentido es rehabilitar los flujos de marea y agua dulce en el sistema lagunar, así como la construcción de infraestructura para estabilizar la boca del canal de Cuautla ya que su cierre es una propuesta inviable. Especial atención se debe de poner a la construcción de presas en los ríos Acaponeta y San Pedro, ya que este tipo de obras pueden comprometer los aportes de agua y sedimentos adecuados para mantener la estabilidad de las lagunas costeras y los humedales asociados.
Referencias
Berlanga-Robles, C.A. y A. Ruiz-Luna. 2007. Análisis de las tendencias de cambio del bosque de mangle del sistema lagunar Teacapán-Agua Brava, México. Una aproximación con el uso de imágenes de satélite Landsat. Universidad y Ciencia, 23: 29-46.
Blanco, M., M. Correa, F. Flores-Verdugo, A. Ortiz M., et al., 2011. Diagnóstico Funcional de Marismas Nacionales. Universidad Autónoma de Nayarit, Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, México. 189 pp.
Danemann, G. D., G Cordero, M. Cortés, C. Torrescano y V. Valdéz, 2010. Valor económico de las pesquerías generadas por el ecosistema de manglar en Marismas Nacionales, México. En línea: http://blog.unach.mx/ (24-sep-2012).
Mitsch, W. J. y J. G. Gosselink, 2000. Wetlands. John Wiley and Sons, Nueva York. 920 pp.
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