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Ver día anteriorDomingo 30 de septiembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿La Fiesta en Paz?

Próxima temporada grande en la Plaza México: mezquino propósito de enmienda

Faltan unos, sobran muchos

C

on el anuncio el pasado miércoles del elenco de matadores y ganaderías contratado para la temporada grande 2012-2013 en el coso de Insurgentes, pareciera que la fiesta brava, tras 19 años de ensayo y error a cargo del promotor de la Plaza México Rafael Herrerías y sus patroci nadores, se renueva para su resurgimiento a los niveles de autenticidad, interés y pasión que tuvo en otras épocas menos enrarecidas o, si se prefiere, de rumbo más claro como sociedad.

Y digo pareciera, porque los criterios de selección de diestros y ganado, así como la combinación de unos y otros en los primeros 12 festejos, continúan adoleciendo del amiguismo, voluntarismo y maternalismo que ha padecido el espectáculo las últimas dos décadas, tanto en el Distrito Federal como en el resto del país, lo que se ha traducido en una tauromaquia predecible, comodona para los de fuera e inequitativa y poco acertada para los diestros nacionales y el apuntalamiento de nuestra fiesta.

Queda México, junto con España, como el único país con una expresión tauromáquica propia, comprobado que el resto de las naciones mal llamadas taurinas no son sino enclaves coloniales del sistema taurino español. Francia con un par de toreros de escala internacional, Colombia medio con uno, Ecuador, Venezuela y Perú hace muchos años sin un solo matador capaz de representarlos, competir y superar a los coletas peninsulares. Como ocurre desde la conquista, la responsabilidad de esta situación no recae directamente en los españoles, sino en la incorregible visión que los latinoamericanos –criollos acomplejados y mestizos manipulados– tienen de sí mismos y de España, tanto en lo taurino como en lo demás.

Ya se podrán invocar, como les encanta hacerlo a los postrados taurinos sudamericanos, factores histórico-sociales, culturales y económicos en favor de esa centenaria tradición en sus respectivos países, que si éstos no han sabido o querido organizar una fiesta que propicie el surgimiento de toreros locales con calidad de exportación, su estatus de mera colonia es indiscutible y resulta ingenuo o cínico señalar a los antitaurinos como la gran amenaza para el espectáculo. Un botón de muestra: en el citado elenco no hay un solo torero sudamericano, pero sí 13 coletas españoles y un francés.

Obligado a desdecirse de sus amenazas y juramentos que determinados toreros no volverían a pisar el ruedo de la Plaza México, Herrerías, que no forma toreros, sino que da espectáculo y por tanto no desarrolla productos, tuvo que anunciar la reaparición de diestros mexicanos con merecimientos y a los que había vetado, como Ignacio Garibay, Federico Pizarro, Arturo Macías El Cejas o Israel Téllez, que por antojadizos motivos del promotor no habían vuelto, no obstante sus triunfos en los estados.

Igualmente debió tragarse su pataleta cuando el joven Arturo Saldívar triunfó clamorosamente en la corrida inaugural de la temporada anterior, cortando cuatro orejas y un rabo al lado de Ponce el intocable y Silveti el nuevo consentido. En recompensa, Saldívar ya no fue contratado esa temporada y la afición y la crítica, que a todo se acomodan, aceptaron sin chistar. Pero la amenaza son los antitaurinos, ¿eh?

De espaldas a la afición y a la historia, la empresa persiste en no anunciar la despedida de dos matadores cuya trayectoria profesional no está a discusión: el maestro Mariano Ramos y el inspirado Rafael Gil Rafaelillo, o permitir la comparecencia de otro magnífico y completo torero como Alfredo Ríos El Conde, o siquiera haber hecho una propuesta a José Tomás, que según Herrerías casi no torea, aunque hace pocos días haya escrito una página apoteósica en su encerrona de Nimes.

En vez de anunciar a tanto cartucho quemado, ¿por qué no se le antojó incluir a promesas como Gerardo Adame y Juan Luis Silis o a los zacatecanos Antonio Romero y Jorge Delijorge, por citar algunos. El colmo del antitaurinismo por parte de la empresa más autorregulada del mundo lo constituye la ausencia del tlaxcalteca Sergio Flores, triunfador como novillero en España, Francia y Perú, y recientemente alternativado en Bayona, con corte de dos orejas y salida en hombros. Pero ah que los antitaurinos tan eficaces.

En la inaugural, el 28 de octubre, se anuncian reses de Xajay para Enrique Ponce, al que ojalá ya no permitan repetir su viejo numerito del toro devuelto por falta de trapío, Fermín Spínola y Diego Silveti, nuevo consentido de la empresa, al que le armó un anovillado mano a mano con Ponce en Querétaro. Lo dicho: antitaurinos, ¡los taurinos!