Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 12 de agosto de 2012 Num: 910

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Dos poetas

En recuerdo de
Severino Salazar

José María Espinasa

Hardy, el burlón
Ricardo Guzmán Wolffer

La realidad y la momificación de la poesía
Fabrizio Andreella

Lectura vs televisión
Ricardo Venegas entrevista con Rius

1907: la primera
primavera mexicana

Marcos Daniel Aguilar

El cielo de Paul Bowles
Raúl Olvera Mijares

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
Núm. anteriores
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Germaine Gómez Haro

Postal desde Sicilia (II Y ÚLTIMA)

Hablar de Sicilia es evocar una de las tierras más literarias del orbe y que ha inspirado a artistas y poetas de todas las épocas, seducidos por la inabarcable belleza de su naturaleza, su arte y su gente. “Sin Sicilia, Italia no se puede comprender del todo. Es aquí donde está la clave de todo”, escribió Goethe arrobado por la magnificencia de la isla a la que dedicó gran parte de su imprescindible obra Viaje a Italia (1786). Para el poeta alemán, Italia, sin Sicilia, no deja huella en el alma. Y es que es una tierra bendecida con todos los dones de la belleza natural, y aderezada a lo largo de los siglos por el paso de las multivariadas culturas que dejaron sus huellas indelebles en el afán de conquista del paraje considerado el tesoro del Mediterráneo. Si la presencia de fenicios, cartagineses, griegos y romanos dejó la base fundacional de una exquisita cultura que se esbozó en la reseña pasada (30 de julio, 2012), los vestigios de la Edad Media, el Renacimiento y el Barroco también son muestra del alto grado de refinamiento artístico que se alcanzó en cada una de las etapas históricas, mismas que se superponen, como un grandioso y colorido palimpsesto, en la conformación de la cultura siciliana; de ahí su personalidad cosmopolita.

Un capítulo de especial fascinación es el período normando (CA. 1061-1194), durante el cual se erigieron las catedrales de Cefalú y Monreale, y la Capilla Palatina en Palermo, tres ejemplos de la excelencia técnica y belleza formal que alcanzaron los artesanos sicilianos en el delicado oficio del mosaico. La Capilla Palatina del Palacio de los Normandos en sus dimensiones íntimas (fue concebida como santuario familiar) es la joya de la corona del arte del mosaico bizantino. Su interior, recubierto en su totalidad, incluyendo los pisos, es una audacia decorativa que envuelve al visitante en una atmósfera áurea que propicia la experiencia mística.


Capilla Palatina

Sicilia es también la cuna de Antonello da Messina, uno de los más sorprendentes pintores del Renacimiento italiano, aunque mucho menos conocido y documentado que sus contemporáneos. Sobresalen especialmente sus retratos de pequeño formato (no rebasan los 40 o 50 cm), que denotan un extraordinario rigor formal y técnico,  con el que consigue imprimir en las miradas de sus personajes una intensidad expresiva y un misterio que han sido comparados a la inasible Mona Lisa. En el Museo Mandralisca en Cefalú está el célebre Retrato de un desconocido (CA. 1460), que muestra el rostro en primer plano de un siciliano común y corriente, el cual, en su sencillez y austeridad, sorprende por la fina y profunda ironía de su sonrisa socarrona y su mirada desafiante y pizpireta que parece invitar al espectador a unírsele en una intrigante complicidad. En el Palacio Abatellis en Palermo –un impresionante edificio del Quattrocento recién restaurado por el famoso arquitecto veneciano Carlo Scarpa, quien con gran fortuna integró a la estructura renacentista un diseño museográfico plenamente contemporáneo– se conserva otra de las obras maestras de este artista, La Anunciación (CA. 1473), pequeña obra en la que aparece la Virgen María representada como una joven campesina siciliana. Atrapa en esta pequeña y poderosa pintura la fuerza del retrato psicológico, aunada a la maestría del tratamiento lumínico que puede ser comparado con las obras más celebradas de los pintores flamencos.


Retrato de un desconocido,
Antonello da Messina

Entre recorrido y recorrido por el arte, la historia y la riqueza agreste de la más sensorial de las islas mediterráneas, mi incansable compañera de viaje, la pintora Carmen Parra, se dio tiempo para dar un taller de pintura organizado por nuestra anfitriona, Rosemarie Tasca d'Almerita, en Vallelunga Pratameno, un pequeño poblado enclavado en el centro de la isla, donde su familia posee la connotada hacienda vitivinícola Regaliali. La convocatoria para desarrollar un proyecto plástico en torno al tema de los árboles y basado en el libro del escritor siciliano Giuseppe Barberá, Abbriacciare gli alberi (Abrazar los árboles) atrajo a un centenar de interesados, entre adultos y niños, de los cuales participaron cincuenta, y resultó una colorida convivencia artística en homenaje a la naturaleza y sus bondades que culminó con la exhibición de los trabajos realizados.

Como bien apuntó Goethe, hay lugares que atrapan el alma y se convierten en espejo de nuestro otro yo. En Sicilia, con su embriagante belleza y sensualidad, vi mi alma reflejada y recordé a Fernando Pessoa:  “Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos”