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Perdió un ojo en un accidente durante una pelea en 1979

El boxeo de la época de oro, entregado, pero primitivo: Torres

Recibió una pensión vitalicia de Fundación Telmex, incluido seguro social

 
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de junio de 2012, p. a15

Antes de empezar al octavo asalto Jorge Torres inhaló sales de amoniaco. Al acercar la cara al pequeño frasco el fuerte jadeo por el esfuerzo levantó una minúscula nube de polvo blanco que dio directo en su ojo izquierdo.

La reacción fue violenta, como si dentro de la cavidad ocular tuviera un carbón ardiente, recuerda el ex peleador sobre la que fue su última pelea de 1979, en La Arena Olímpica de Gómez Palacio, Durango, donde aquel accidente lo alejó para siempre de los cuadriláteros cuando tenía 27 años y que le truncó una prometedora carrera como boxeador.

Esas prácticas eran comunes, cuenta sobre los remedios y trucos que se usaban en aquellos tiempos. Fue en la época de oro del boxeo, cuando uno subía a dejar la vida sobre la lona, aunque también todo era muy primitivo y salvaje.

Con el ojo completamente quemado, Jorge Torres peleó todavía tres asaltos, cegado y con un ardor insoportable. El ojo derecho forzado para cumplir con el compromiso –porque hoy aún le enorgullece haber cumplido con los 10 asaltos pactados–, pero el otro como si estuviera cubierto con una cortina negra.

No veía nada con el izquierdo; con uno solo me defendí y ataque, pero al final ya no pude y perdí la pelea por decisión unánime, lamenta aquella derrota en condiciones de desventaja.

Cuando volvió al camerino el dolor ya era insoportable. El ojo estaba deshecho y tuvo que trasladarse a Guadalajara para ser atendido. El médico de la Comisión de Jalisco, Alfredo Ambriz Escobar, le dio un diagnóstico que sepultó cualquier esperanza: no tenía remedio.

Torres vivió siempre bajo la sombra de su hermano, el legendario Efrén Alacrán Torres –ex campeón mundial mosca y uno de los rivales más encarnizados de Rubén Púas Olivares–, pero por sus propios méritos enfrentó a algunos de los mejores peleadores de su época, entre ellos tres campeones del mundo: Alfonso Zamora, Carlos Zárate y Romeo Anaya.

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Jorge Torres vio truncada su carrera boxística a los 27 añosFoto cortesía CMB

Y les gané a los tres, refiere, aunque en esos combates aparece como perdedor. “A Zamora le dieron la pelea porque me hizo una cortadita de nada –dice mostrando el dedo índice y el pulgar casi juntos–; con Zárate hicieron trampa y le cortaron un guante con tijeras para hacer tiempo y que se recuperara, y a Anaya se la dieron los jueces porque él ya tenía firmado un compromiso”.

Con un ojo inservible, sin oficio, casado y con tres hijos, tuvo que buscar cómo ganarse la vida. Fue obrero, cargador en la Central de Abastos de Guadalajara y guardaespaldas.

Hace dos años montó un gimnasio en su natal Guadalajara y con eso mantiene a su familia, después de descontar los gastos de la renta del inmueble y de la casa en la que vive le quedan aproximadamente seis mil pesos para afrontar los gastos.

Torres obtuvo ayer la pensión vitalicia que otorga la Fundación Telmex para las glorias del boxeo mexicano que viven en situación difícil. Le fue entregada por el director del programa, Rogelio Herrera, y por el presidente del Consejo Mundial de Boxeo, José Sulaimán. También la recibieron Lupe Pintor, Alfonso Zamora, Daniel Zaragoza e Isidro Pérez. Los beneficiarios contarán además con seguro médico en el IMSS.