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Golpe al Estado Laico

No malinterpretar los cambios, demanda Miguel Concha; preservan garantías de minorías

Salvaguardar el pluralismo de la sociedad, piden académicos y defensores de derechos

Lamenta que el Papa omitiera en su visita el tema de las víctimas de violencia y pederastia

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Miguel Concha, director del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, durante el foro El Estado laico a debate, realizado ayer en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Lo acompaña la académica Griselda GutiérrezFoto Humberto González
 
Periódico La Jornada
Jueves 29 de marzo de 2012, p. 3

Académicos universitarios y defensores de derechos humanos se manifestaron por la salvaguarda del pluralismo en la sociedad, por lo que demandaron no privilegiar creencia alguna. Argumentaron que sólo en los estados laicos hay libertad religiosa, y su responsabilidad es garantizar el derecho a la conciencia, creencia y expresión.

Durante el foro El Estado laico a debate, realizado en la Facultad de Filosofía y Letras (FFL) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), los expertos señalaron que un Estado realmente laico no puede dejarse contaminar por la religión ni debe privilegiar a ninguna. Uno de los principales temas a discusión fue la reforma al artículo 24 constitucional, cuya propuesta original –dijeron– parecía redactado desde el Episcopado Mexicano o el Vaticano, aunque con las modificaciones hechas por los legisladores se garantizarán las libertades de convicciones éticas y de conciencia.

El director del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria y profesor de posgrado en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Miguel Concha, señaló que la reforma al artículo 24 –aprobada ayer por el Senado– da oportunidad de que muchas minorías tengan no sólo libertad de conciencia y religión, sino convicciones éticas, lo que inclusive garantizaría a las mujeres y a las minorías sexuales sus derechos sexuales y reproductivos. Llamó a no malintepretar esas modificaciones, a fin de respetar y proteger los derechos humanos de todos.

Lamentó que durante la visita de Benedicto XVI a México se haya omitido el tema de las víctimas de la violencia que enfrenta el país y de la pederastia en que han incurrido ministros del culto católico.

En su turno, el director de Evaluación Institucional de la UNAM, Imanol Ordorika, subrayó que México necesita reforzar los valores laicos de la sociedad. “Nos han hecho creer que la sociedad de consumo, ahora globalizada y neoliberal, es tan carente de valores que hasta la religiosidad es necesaria. Quizás hasta paramos a El Chapo Guzmán con una buena apelación desde la Iglesia. Nos han hecho creer que la no religión es la carencia de valores, de ética y de referentes morales. Por eso, nuestra universidad y la educación superior pública, por su historia, son el baluarte en que se han formado, y lo seguirán haciendo, miles de católicos que entienden la importancia de poner límite a la libertad de creer en algo.”

Afirmó que la clase política es tan pragmática que está dispuesta a discutir temas cruciales como la libertad religiosa, el laicismo o la neutralidad, o no hacerlo por el cálculo cortoplacista de resultados en las próximas elecciones.

Por ello, llamó a defender los valores laicos, temas que las iglesias no tocan, como democracia, igualdad, garantías fundamentales, ética social, derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo, respeto a la diversidad, republicanismo y reivindicación del conocimiento para que las personas puedan tomar decisiones más allá de sus creencias.

La directora de la FFL, Gloria Villegas, aseveró: México, con toda su diversidad, riquezas y problemas, se reconfigura, y en este proceso, el rescate y salvaguarda del Estado laico es clave.

Ambrosio Velasco, del Instituto de Investigaciones Filosóficas, resaltó que el poder del político no se legitima por la fe, sino por la libertad del pueblo. Agregó que la finalidad del Estado laico es garantizar la expresión, incluido el espacio público, pero sin afectar a terceros. Por ello, sostuvo que la Iglesia no debe tener más poder que el espiritual.