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Cinco mansos paralíticos mandó San Marcos para la novena fecha de la temporada 2011-2012

Antonio García El Chihuahua triunfó en la Plaza México ante el único que embistió con alegría

No más de 300 espectadores ayer

Ruiz Manuel y Miguelete pasaron en blanco

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Antonio García El Chihuahua confirmó alternativa durante la corrida en la Plaza de Toros MéxicoFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Lunes 2 de enero de 2012, p. a31

Una bonita colección de mesas de centro, recubiertas de fina piel y adornadas con decorativos cuernos fue lo que mandó ayer la ganadería de San Marcos en calidad de materia prima para la novena función de la temporada de invierno 2011-2012, en la Monumental Plaza México, donde por segundo domingo consecutivo no se reunieron más de 300 personas, ahora para ver las actuaciones del matador español Ruiz Manuel y de los mexicanos Miguel Ortas Miguelete y Antonio García El Chihuahua.

Con ese cartel tan barato, como el del domingo pasado, la empresa de Rafael Herrerías cubrió indebidamente dos más de las 12 fechas que ampara el derecho de apartado, y ahora, en caso de que la crisis europea se agudice e impida que a las corridas de finales de enero y principios de febrero vengan las figuras de importación, bastarían tres modestas pachangas como la que a continuación será aquí relatada, para que el magnate dé por cumplido su compromiso y se retire, sin que nadie pueda reclamarle nada, a la comodidad de su hogar.

Veterano entrado en años y en carnes, nacido el 5 de septiembre de 1971 en el puerto andaluz de Almería, Manuel Ruiz Valdivia, quien un poco al estilo húngaro escribe su nombre artístico al revés –Ruiz Manuel– volvió a pasar desaparcibido por la arena del pozo de Insurgentes, donde el 28 de diciembre de 2010 estuvo a punto de cuajar una monada de faena, pero la echó a perder al fallar con el estoque.

Ante el segundo y el cuarto del encierro de ayer –como padrino de confirmación le tocó ceder el primero de la tarde a su ahijado El Chihuahua– los lidió con abulia, sin sudar la ropa, ni tratar de prodigarse en vista de la nula pujanza de los bovinos. Uno que otro detalle por la cara y párenle de contar fue lo más memorable que hizo, antes de retirarse a su hotel para cenar tranquilo y mirar algún programa somnífero de televisión.

Sin ocultar las ganas de triunfo que lo reconcomían, pero que pronto se le apagaron cuando al meter el estaquillador en la muleta para invitar a sus enemigos a embestirle, descubrió que éstos iban a desairarlos por falta de fuerza y de casta, Miguel Ortas Miguelete disfrutó, sin embargo, de la ovación que se llevó su padre, el matador en retiro que le dio el mismo nombre, y que participó hace casi medio siglo en una de las corridas conmemorativas de la muerte de Manuel Rodríguez Manolete en la plaza andaluza de Linares.

Por su parte, con un retraso de casi ocho años, desde el día en que tomó la alternativa hasta que la pudo confirmar ayer, Antonio García El Chihuahua tuvo la suerte de que le saliera por la puerta de los sustos el único cornúpeta con gas, alegría y recorrido, al que le paró en estatuarios mantazos para saludarlo con el capote, lo quitó pronto del peto del caballo, lo consintió en el segundo tercio y mientras se desarrollaba la solemne ceremonia, en la que Ruiz Manuel le declamó sus mejores deseos de año nuevo ante la silenciosa complicidad de Miguelete, el novillo de San Marcos descansó, recobró el aliento y acudió pronto al engaño.

Incapaz de disimular los largos lapsos de inactividad taurina, que se hacen visibles en la falta de sitio al tratar de pisar los terrenos del rumiante, El Chihuahua forjó, sin embargo, una faena que tuvo el mérito de la entrega, no el del dominio, mucho menos el del arte, pero que emocionó a los 300 espectadores que aún gozaban del gélido sol de las cinco de la tarde, y como se habían entumido no tuvieron empacho en aplaudirlo y corearle los olés, que el voluntarioso diestro hilvanaba con grandes esfuerzos y notoria satisfacción.

Entró a matar con la ilusión de cortar la oreja y se salió con la suya, de modo que el juez sacó el pañuelo blanco, los percherones se llevaron los despojos del peludo y la gente lo sacó al tercio y le aventó uno que otro sombrero mientras daba la vuelta al ruedo y la banda interpretaba en las alturas La Macarenita. En el palco de la autoridad hubo una novedad feminista: el clarín estuvo a cargo de una ejecutante, quien le tocó un aviso a Miguelete en su segundo y otro más al Chihuahua en el que cerró plaza, y nada por eso pasó, si no a la historia, sí a la estadística.