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El cine, las publicaciones y sus registros (I DE III)
Suele decirse que las mascotas tienden a ser parecidas a sus propietarios
o, expresado tal vez con más precisión, que una mascota
es elegida justamente en función del parecido que, de entrada,
guarde con quien será su futuro propietario y, por lo tanto, demiurgo
casi absoluto del mascótico destino. Se sabe, también, que la
convivencia cotidiana se encarga de acentuar dicho parecido, en
sintonía con el refrán aquel donde se afirma que “la constancia
en el trato genera afecto hasta con el gato”.
En México, el cine y las publicaciones periódicas que lo abordan
–y por delante todas aquellas que de él viven–está en una situación
terriblemente parecida a la descrita en el párrafo anterior. Apenas
hace falta aclarar que, en este parangón, el papel de amo lo representa
el cine mientras el de mascota se lo reservan las revistas y
demás publicaciones periódicas –no todas, desde luego y por fortuna–,
que tienen a aquél como universo temático.
Una revisión mínima del presente, así como del pasado inmediato
–digamos los últimos dos o tres lustros– lo confirma. Por lo
que corresponde a las revistas, habitualmente de periodicidad
mensual o bien bimestral, un día como hoy están disponibles las
siguientes: Cine Premiere, Cinemanía, Cine Toma y la universitaria
Estudios Cinematográficos, editada por el CUEC de la UNAM. Desde
luego, no es imposible que existan otras, pero su aparición ya irregular,
ya dictada por las necesidades del acontecimiento que les da
origen, pero sobre todo su escasa distribución y, por ende, su reducida
disponibilidad, las convierten en auténticas flores de un día y,
aunque pueda todavía encontrárseles de súbito y de tanto en tanto,
para efectos prácticos pertenecen al camposanto al que han ido a
parar, a lo largo del período señalado, títulos como 24×segundo,
XCinema y otras pocas.
Paréntesis virtual
Como bien se sabe, paralelo al carril de
las publicaciones impresas corre, y con
fuerza, el de las publicaciones virtuales.
Empero, ninguno de los muy numerosos
que igualmente tienen al cine como
su materia de trabajo puede ser equiparado
con las revistas especializadas,
debido por lo menos a un par de razones.
La primera, de origen, consiste en el
hecho de que los sitios de internet dedicados
a la cinematografía en su mayor
parte son –salvo los generados por dichas
revistas, por lo cual
se corresponden totalmente
en contenido e
intención y, por lo tanto,
resultan irrelevantes
en tanto fuentes
distintas de información
o enfoque– producto
del interés o el entusiasmo
personales y, por lo tanto –segunda razón–,
carecen de cualquier estructura
parecida o asimilable a un consejo
editorial. En otras palabras, la información
y el tratamiento que se le da en
estos sitios virtuales, no por azar casi
todos ellos blogs o portales que en su
inicio fueron blogs, emanan del ejercicio
constante de un albedrío unipersonal.
No se dice con lo anterior nada en
contra ni a favor de los blogs, sus autores
y sus modos de proceder; sólo
quiere indicarse la diferencia radical
de su naturaleza, comparada con la que
muestran publicaciones periódicas como
las mencionadas.
Por todo lo anterior, para efectos del
razonamiento que anima estas líneas es
menester que se prescinda del universo
virtual, si bien dicho universo no carece,
por cierto, de sus sitios-mascota, sin que
para ello importe demasiado la condición
ya individual, ya de grupo, de tales
sitios, ni tampoco si son generadoras de
textos con aspiraciones críticas usualmente
malogradas, o simples receptáculos
de opiniones boteprontescas.
La razón a-crítica
De las mencionadas hasta aquí, son las
todavía vivas Cine Premiere
y Cinemanía, así como
las ya fenecidas 24×segundo y XCinema
las que, por voluntad manifiesta de
sus hacedores, deben ser encuadradas
en el esquema amo-mascota. El común
denominador de todas ellas fue, ha sido
y sigue siendo algo que, con toda seguridad,
ya intuyó el lector de estas líneas,
si no es que lo sabe de manera directa
a partir del conocimiento personal de
dichas publicaciones. Ese “algo”, pues, se
llama ausencia de cualquier pronunciamiento,
postura o actitud crítica;
una ausencia no sólo total y sin fisuras
sino, sobre todo, deliberada, voluntaria
e incluso indispensable, desde la perspectiva
del cometido de fondo que les
da razón de ser, para cuyo cumplimiento
el ejercicio de la crítica –e incluso de
cualquier cosa que a ésta pudiera parecerse–
constituiría un impedimento
colosal
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