Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Sábado 31 de diciembre de 2011 Num: 878

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Degas y las mujeres
de traseros grandes

Anitzel Diaz

Nathalie Handal,
la lengua múltiple

Ana Luisa Valdés

En casa fuera de casa
Ricardo Venegas entrevistacon Indran Amirthanayagam

La plegaria de un dacio

Dos poemas
Mihai Eminescu

En buen rumano
Leandro Arellano

Medan* Tahrir en El Cairo
Vivian Jiménez

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
Núm. anteriores
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Las letras y los autores De españa

Raúl Olvera Mijares


Literatura española,
Alfonso Reyes,
FCE,
México, 2010.

El sexto tomo de la colección Capilla Alfonsina, titulado Literatura española, cuyo prólogo, selección de textos y notas a pie de página corrió a cargo del poeta Vicente Quirarte, presenta una de las más ágiles, atinadas y elegantes entregas de las aparecidas hasta hoy en la serie. El prólogo, realizado en un estilo modesto, obsequioso y breve, logra una cosa notable: acercar al lector al tema sin volverse él mismo demasiado notorio, sin distraer en exceso, sin atraer de una manera casi truculenta las luces de los reflectores del prologado hacia el prologuista. La selección, siguiendo un orden estrictamente histórico, incluye textos de carácter general, dispuestos en el volumen a modo de introducción y de conclusión; el primero titulado "Nuestra lengua" y el último "Ejercicios de historia literaria española". En medio quedarían nueve ensayos dedicados a grandes autores españoles, abarcando desde el siglo xiv con la sátira clerical hasta finales del xix con la novela de cuño realista.

Emocionadas resultan las páginas donde Reyes examina la vida y la obra del Arcipreste de Hita o bien de Lope de Vega, por dar un ejemplo. Entre Quevedo y Góngora, la balanza y el gusto poético del autor se inclinan más hacia este último; de hecho, Reyes dedicó varios libros al poeta cordobés, entre otros Cuestiones gongorinas y Tres alcances a Góngora. La figura de Quevedo, a diferencia de los ensayos de Jorge Luis Borges, quien afirma que es casi inconcebible que fuera de la tradición hispánica se conozca apenas el nombre de Francisco de Quevedo, mucho menos admitir sus imponderables méritos queda un poco más en la sombra, hasta cierto punto apocada en la consideración de Reyes, pues no se hace mención alguna de su labor como filólogo y traductor ni  –omisión aún más grave– de sus obras de sátira política y costumbrista. Quevedo en sí mismo es una literatura, arguye Borges, una frase que más tarde, en su momento, otros habrán de aplicar al escritor argentino.

Julio Torri, un autor recordado en el prólogo por su valioso manual La historia de la literatura española (1952) y sus inolvidables y contundentes Ensayos y poemas (1917), en su correspondencia con Alfonso Reyes, solía ponderar Las vísperas de España como una obra donde el autor había alcanzado un verdadero hito en el estilo en la prosa castellana; eso dicho por otro de los grandes estilistas y poetas en prosa de la lengua, se entenderá, es todo un honor. Literatura española, un volumen bien estructurado, sólido, donde se echan de ver las tablas que, en la edición de libros y la enseñanza de las letras españolas y mexicanas, tiene el antólogo. La intención original de Carlos Fuentes, director de la serie, era encomendar la selección de los textos y el prólogo a su buen amigo, el gran escritor español Juan Goytisolo. En buena hora rectificaron los editores; confiar estos libritos a grandes nombres puede resultar contraproducente, pues generalmente esas figuras están demasiado ocupadas con su agenda personal.


Reírse de uno mismo

Jorge Alberto Gudiño


Libro de mal amor,
Fernando Iwasaki,
Ediciones Cal y Arena,
México, 2011.

Decir que el amor es el tema predilecto de los escritores es decir poco. Si acaso, caer en un lugar común que, de tan manido, aleja a los interlocutores de inmediato. Incluso si se profundiza un poco más se sigue corriendo el riesgo de ser poco original como cuando se asegura, por ejemplo, que ha sido la literatura la que nos ha enseñado a amar como lo hacemos. Es un claro ejemplo de cómo la palabra escrita ha sido capaz de generar sentimientos. No se puede poner en tela de juicio que el amor, tal como lo conocemos en su máxima idealización, es producto de una serie de refiguraciones que parten de lo narrado. Tan es así, que nos comportamos como lo hacemos persiguiendo una idea que no es del todo practicable: amar con todo, hasta entregarnos por completo.

Quizá sea por ese aprendizaje que hemos investido al amor de solemnidad. No habría otra forma de entregarse a él si, a cambio, nos exige el indudable placer del sufrimiento. Así, resulta sencillo escribir amores trágicos, no correspondidos, inconclusos. Nos regodeamos con ellos y asumimos que el amor, cuando llega a su máxima expresión, también es una derrota. He ahí su solemnidad.

Fernando Iwasaki (Lima, 1961) es un autor que no goza de la fama que merece. Tal vez porque siempre ha escrito lo que le ha venido en gana sin afán de satisfacer a los lectores. Él mismo nos dice que “no cree en la escritura como texto de representación, sino como texto de presentación”.

En Libro de mal amor se da a la tarea de contarnos diez percances amorosos, todos propios. Desde el primero, cuando apenas contaba con nueve años, hasta otros más estremecedores que fueron forjando su carácter. Llaman la atención muchas cosas.

Primero: cada una de las diez veces Fernando se enamoró de la mujer más bella del mundo. ¿Hay forma de que no sea así? Enamoradizo a más no poder, el personaje y narrador siempre supo entregarse por completo. Para ello requería ser seducido por una mujer que valiera la pena. Cada una de ellas lo valía por completo. ¿Se puede amar de otra forma? Parece ser que no.

Segundo: las historias dejan al protagonista en medio de una sensación de ridículo en el buen sentido de la palabra: el de lo extravagante. Cada uno de los sacrificios llevados a cabo, cada prueba no superada, cada embelesamiento y cada renuncia nos obligaban a reírnos de su fortuna mientras nos sumábamos más a su causa, esperando que la próxima, por fin, fuera la buena.

Tercero: los referentes son tan cultos que uno no puede sino dudar acerca de cuántos se le han pasado. Desde la intertextualidad evidente del título hasta juegos de palabras complejos y complacientes.

La lista continúa. Pero la suma de las virtudes de este libro sólo sirve para evidenciar algo: reírse de uno mismo sirve para hacer literatura, para desmitificar el amor y para, en una de ésas, lograr presentarlo como sólo las palabras lo pueden hacer.


Almudena galdosiana

Leo Mendoza


Inés y la alegría,
Almudena Grandes,
Tusquets Editores,
México, 2010.

“La Historia inmortal hace cosas extrañas cuando se topa con el amor de los cuerpos mortales”: esta es la premisa que anima la última novela de Almudena Grandes, Inés y la alegría, una vibrante reconstrucción de un episodio ignorado de la historia española: la invasión del valle de Arán en 1844 por cuatro mil guerrilleros convencidos de que, tras el desembarco aliado en Normandía y la derrota alemana en Francia, los días de Franco estaban contados.

Lo novela, primera entrega de un ciclo narrativo al que su autora ha bautizado galdosianamente como “Episodios de una guerra interminable” y cuyo eje central es la resistencia antifranquista durante la postguerra, entrelaza la gran historia con la vida de personajes anónimos que, sin embargo, supieron encarnar la esperanza en esos años cuando, dice el poeta Jorge Teillier, al Partido Comunista sólo entraban los héroes.

Inés y la alegría es, al mismo tiempo, el retrato de la educación sentimental de los protagonistas de la novela: Inés, la hermana de un reconocido líder de la Falange que termina por convertirse en miembro del Socorro Rojo, y el capitán Galán, un guerrillero español que, tras combatir a los nazis en el sur de Francia, cruza junto con sus compañeros los Pirineos, y el relato puntual de las entretejeduras políticas que dieron al traste con el plan urdido por Jesús Monzón tras la creación de una de las primeras coaliciones antifranquistas de la postguerra: la Unión Nacional Española.

Para Grandes, lo ocurrido en el valle de Arán se gestó en 1939 y tiene que ver con la vida sentimental de personajes históricos. Nada de lo que ocurrido en 1944 –nos dice Grandes– hubiera pasado si la Pasionaria, forzada a abandonar Francia en 1939, no hubiera estado enamorada de Francisco Antón y, preocupada por rescatar a su amante, no hubiese abandonado la dirigencia de los comunistas españoles en manos de su eficiente secretaria, Carmen de Pedro, quien –a su vez– mantenía una relación amorosa con Jesús Monzón, prohijando así el ascenso de un dirigente eficaz, postergado de la dirigencia partidista, y que se encargó de reconstruir, primero en Francia y luego en la clandestinidad en España, a un partido descabezado y derrotado para, finalmente, ser condenado al ostracismo en el momento en que Santiago Carrillo se apoderó de la dirigencia del Partido Comunista.

Esta historia aparece como un gran telón de fondo, casi como un correlato a la novela profundamente necesario para entender por completo esa época, no tan lejana como parece, cuando la ilusión del comunismo movía a buena parte del mundo.

Sin embargo, el meollo de la novela es la vida del puñado de guerrilleros que, esperanzados en una pronta victoria, cruzan los Pirineos ignorando que razones geopolíticas de las grandes potencias y recelos y dudas de la dirigencia del Partido, habían condenado la invasión al fracaso. Grandes ha recreado la vida de estos militantes esperanzados, muchos de ellos criaturas extraídas de los más hondo de la tradición popular española, como Comprendes, Bocas y Montse, centrándose en la relación amorosa de Inés y el capitán Galán, tampoco exenta de dudas ante la llegada a las filas rebeldes de una hermana de un líder de la Falange montada a caballo y con un kilo de rosquillas en las manos.

Inés y el capitán Galán son los narradores de esa otra historia, más íntima, aun cuando profundamente humana, tan significativa que se extiende muchos años después, cuando, en Touoluse, se han convertido en los dueños del mejor restauran de comida española y los jóvenes han tomado el relevo en la lucha contra la tiranía. La novela de Almudena Grandes no sólo rescata este momento desconocido de la historia española, sino que narra magistralmente la vida de estos hombres ilusionados cuyas peripecias, a veces humorísticas y otras tantas trágicas, recuperan por momentos gran parte del espíritu que habita las novelas de Benito Pérez Galdós.



Confesiones de un joven novelista,
Umberto Eco,
Lumen,
México, 2011.

Traducido por Guillem Sans Mora, este volumen reúne un ciclo de conferencias impartidas en Estados Unidos por el autor de Apocalípticos e integrados. El propio Eco se encarga de explicar, a sus casi ochenta años, por qué se refiere a sí mismo como a “un joven novelista” para posteriormente, en cuatro apartados cuyo título de ningún modo refleja ortodoxia alguna de semiótico profesional, pormenorizar una larga serie de cuestiones relativas a la concepción, la estructuración, la elaboración y la recepción que han tenido sus bien conocidas novelas: El nombre de la rosa, El péndulo de Foucault, Baudolino y La isla del día de antes.



Historia y creación. Textos filosóficos inéditos (1945-1967),
Cornelius Castoriadis,
Siglo XXI Editores,
México, 2011.

Conceptos como “verdad”, “enajenación”, “autonomía”; los distintos modos de pensar la historia; la relatividad de la lógica; la racionalidad del proceso dialéctico… éstas y muchas otras ideas son abordadas por el célebre, aunque no del todo comprendido y a veces distorsionadamente recordado Castoriadis, de quien suele traerse a cuento sobre todo su intensa colaboración en la revista Socialismo o Barbarie. Aquí se descubre, como bien dicen los editores del libro, “una lógica tan profunda como desconocida del trabajo de ese gran filósofo que habría sido Castoriadis”.



Diccionario de modismos mexicanos,
Jorge García-Robles,
Editorial Porrúa,
México, 2011.

Realizado con el apoyo del Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales 2009 del Fonca, y amén de su evidente utilidad lo mismo para filólogos, lingüistas, escritores de toda laya y demás fauna académico-literaria, este Diccionario… es una verdadera delicia, página por página. Su confección, huelga mencionarlo, debió ser ardua y agotadora, pero al mismo tiempo gozosa, a juzgar por los resultados. No faltará el lector que eche de menos un modismo, un vocablo, una expresión por él bien conocida, o una acepción aquí no recogida; todo lo cual será, por supuesto, prueba a favor de la necesidad innegable de contar con más trabajos como éste, que registren el momento presente del habla nacional, a fin de reconocer su riqueza infinita y su naturaleza siempre cambiante.