Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 27 de noviembre de 2011 Num: 873

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora bifronte
RicardoVenegas

Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova

El derecho a la dignidad
Oleg Yasinsky entrevista con Camila Vallejo, vocera del movimiento estudiantil chileno

La lírica alemana en México
Daniel Bencomo

Ilija Trojanow, coleccionista de historias
Arcadio Pagazo

Alemania, letra y alma (I)
Lorel Manzano

Rüdiger Safranski, biógrafo del pensamiento
Pável Granados

Peter Stamm, lacónico y explosivo
Herwig Weber

Con Austerlitz en Amberes
Esther Andradi

Columnas:
Señales en el camino
Marco Antonio Campos

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Corporal
Manuel Stephens

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Jorge Moch
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Otra del Once: hablan los fantasmas

A raíz, supone este escribidor, de lo vertido en esta columna hace un par de semanas sobre el ruinoso paso de Fernando Sariñana y del cuestionable (por usar un adjetivo amable) quehacer de su sucesor, Rafael Lugo, en la dirección del Canal Once –uno de los pocos vestigios que nos quedan a los mexicanos en materia de dignidad televisiva–, y de que la cosa acarrea tufos de nepotismo, despotismo y presuntos trapicheos en asignaciones de contratos de producción de programas o turbias razones por las que se asignan responsabilidades pero sobre todo sueldos, un grupo de trabajadores del canal, quienes por la elemental necesidad de conservar el empleo solicitan anonimato, hizo llegar a este espacio semanal una carta en la que se da cuenta de lo que ellos llaman “Usos y abusos al interior de Canal Once.” Por enojosas cuestiones de espacio nos hemos visto obligados a editarla, pero dejando más o menos intocados los párrafos de quienes firman como Once Fantasmas y mucho tienen que decir acerca de lo que parece ser la implementación sistemática de una estrategia silente y perversa para minar la vocación de servicio público del Once. En dicha carta los empleados de Canal Once expresan lo que piensan acerca de la gestión de uno de sus más recientes directores:

“Estamos orgullosos de formar parte de Canal Once y hemos procurado no involucrarnos en grillas o luchas de poder, eso se lo dejamos a los que ocupan los puestos directivos y de oficina; al final, no hay trabajo que esté exento de competencia interna. Pasa algo muy curioso con Canal Once, en general proyectamos hacia afuera una imagen muy positiva, siendo que la dinámica interna dista mucho de ser paz y tranquilidad, es más, nos atrevemos a afirmar que es un lugar bastante sombrío y con mucho abuso al trabajador. Es muy triste decirlo, pero no es noticia que los directores generales históricamente han usado el puesto para obtener privilegios económicos, hacer negocio con casas productoras, patrocinadores, etcétera, incluso para mero lucimiento personal. Lamentablemente nuestros políticos sólo son el reflejo de una sociedad con mucha corrupción y nepotismo.

”Lo más triste es que nadie ve mal que las personas obtengan puestos por su cercanía al jefe y no por las capacidades de los individuos, o que se privilegien acuerdos comerciales por el lucro que implica para el director, más que por el interés del Canal o de su audiencia. Hablando de la historia reciente, podemos reflexionar ya sobre lo que fue la administración de Fernando Sariñana.

”Este hombre que dirigió por pocos años el Canal Once tuvo el tiempo suficiente para hacer negocio, pero sobre todo se caracterizó por crear al interior del Canal un ambiente elitista y frío; su relación con el personal vino a ser inexistente, y se encargó de destruir al área que promovía la integración y la convivencia entre los empleados.

”Se presume que generó nuevos contenidos en el canal más atractivos para el televidente, eso es en parte cierto, pero toda esa generación de contenidos se puede resumir en la producción de caras series de ficción, privilegiadas en recursos económicos y en promoción. Cabe destacar que se gastó una buena cantidad de dinero en fiestas en bares y discotecas a los que se invitó a talento y productores externos, nunca involucrando a trabajadores del Canal, y siempre con el mero fin de hacer celebraciones privadas, pagadas con recursos públicos.

”Por otro lado, es un secreto a voces que series como Bienes raíces, Pacientes, Trillizas o Entre líneas (que nunca salió a la luz, a pesar de haber sido pagada) fueron aprobadas discrecionalmente y producidas por el mismo Fernando Sariñana; si se investiga se encontrará su participación directa e indirecta a través de sus casas productoras asociadas e inclusive las de sus familiares. Otra de las características de la administración Sariñana fue el excesivo centralismo en la toma de decisiones sin tomar en cuenta estudios de audiencia, las opiniones de los televidentes o las capacidades de las personas contratadas para desempeñar funciones de producción, evaluación de contenidos, diseño gráfico o análisis de programación. Todo lo que se decidía dependía excesivamente de los caprichos del director, quien poco a poco integró su equipo directivo con personajes grises y sin capacidad que acataban las órdenes y nunca cuestionaban nada. A los que lo hacían se les excluía del grupo, y se les hizo a un lado a pesar de su trayectoria, reconocimiento o profesionalismo”