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La artista exhibe sus bancas entre aves, árboles y plantas del Jardín Botánico de Culiacán

Teresa Margolles propone un memorial por nuestros muertos

Se trata de seis piezas elaboradas en cemento, mezclado con el agua que se utilizó para lavar cuerpos de personas asesinadas, dice

Recostémonos en ellos para hablar de la vida

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Las bancas de Margolles semejan ataúdes de concretoFoto Javier Valdez
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Las bancas de Margolles semejan ataúdes de concretoFoto Javier Valdez
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Las bancas de Margolles, que han generado polémica, están disponibles para los visitantes que acuden a hacer ejercicio en ese remanso naturalFoto Javier Valdez
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 22 de junio de 2011, p. 3

Culiacán, Sin., 21 de junio. Son las bancas de Margolles: como cenotafios en medio de los frondosos árboles, arrullados por el viento que no cesa su trajinar y por las aves anidando.

Las piezas semejan ataúdes de concreto, rústicos, un ente que está reclinado y se quiere levantar, pero no puede.

En una banca, en la base, está inscrita una leyenda: Bancas elaboradas con cemento mezclado con el agua donde se lavaron cuerpos de personas asesinadas.

Aunque los visitantes poco a poco se familiarizan con la obra de la artista sinaloense Teresa Margolles, no ha faltado quien exprese un ¡Ay cabrón! al conocer de la descripción de ese material.

Las piezas, que suman seis, están en el centro del Jardín Botánico de Culiacán, espacio colorido, con 15 mil plantas distribuidas en 10 hectáreas, en el que se han detectado al menos 50 especies de aves migratorias, cuya trayectoria abarca igual la Amazonia brasileña que las montañas de Centroamérica, de acuerdo con los monitoreos que mediante el uso de anillos realiza el personal de esa institución.

El botánico, como se le conoce entre los culichis, está ubicado en una especie de remanso, en medio de la jauría de automóviles, las balas disparadas por los fusiles automáticos y los operativos efectuados por militares y policías: chapopote y sangre. Ciudad Universitaria a un lado, el Centro de Ciencias de Sinaloa del otro y, a pocos metros, la ribera del Tamazula, que kilómetros adelante copula con el río Humaya para parir al río Culiacán.

El espacio fue creado por el gobierno del estado y ahora es operado por un grupo de empresarios y coleccionistas de arte que conforman una institución de asistencia privada.

Las bancas de Margolles están entre unas 35 piezas con que cuenta el Jardín Botánico, de las cuales 14 están instaladas: obras de Dan Graham, Valesk Suárez, Richard Long, Gabriel Orozco, Pablo Vargaslugo y otros, se exhiben entre veredas, en medio de jardines, bajo árboles de hasta 50 metros.

Naturaleza muerta

Las bancas de Margolles están delimitadas por un aro de acero que apenas se distingue entre la tierra. Casualmente, alrededor hay plantas pequeñas con minúsculas flores amarillas que nacen y se extienden a capricho. Pero dentro del espacio de la obra sólo hay hojas secas y tierra de un tono diferente. Una cinta amarilla, como las que colocan los peritos e investigadores de la policía para cerrar la escena del crimen, yace en el suelo, destrozada y pisoteada. Hecha trizas.

Margolles, quien explora temas como la muerte y la violencia, el dolor humano y el narcotráfico en exposiciones en Los Ángeles (Estados Unidos) –con piezas similares–, Brasil y Europa, manifestó que con estas bancas busca generar una reflexión entre los visitantes que no son, precisamente, los que acuden a los museos, sino personas que buscan hacer ejercicio y momentos de esparcimiento.

Ahora creo que con más razón deben existir, con más razón debemos reflexionar, entre vecinos, de nuestras pérdidas. Este es un memorial para la gente que hemos perdido, de cualquiera de los bandos, finalmente todos perdemos en esta guerra. Perdemos vecinos, padres, hermanos, todo Sinaloa está perdiendo, dijo la artista refiriéndose a los homicidios, en una entrevista publicada el pasado abril, en el diario El debate.

Para Margolles, su obra puede incitar a pensar no en la muerte, sino en el derecho que se tiene a la existencia: “la vida del cadáver es la memoria… Nos estamos recostando en nuestros muertos para poder hablar hacia la vida”.

Jonathan Reyes, encargado de mercadotecnia y comunicación, del Jardín Botánico, afirmó que la obra ha generado polémica y hay quienes han reclamado su instalación en este espacio.

En un principio como que algunas personas se escandalizan, pero poco a poco se familiarizan. Y es que así es el arte y es importante que genere polémica, reflexión, sobre lo que tenemos, ¿no?, es mejor reconocerlo, manifestó.

Y ahí están. Las bancas de Margolles esperan a quien se pose en ellas, se espante y acaso reflexione. Y que en medio del paraíso de árboles, el canturreo de las aves y de la vida, encuentre en esas frías piezas de concreto un poco de paz y luz, a pesar de tanta muerte.