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Demanda en California a la Casa Blanca que ponga orden en esa industria

Calderón: matanzas en México, culpa del armamentismo de EU

Defiende su guerra para combatir el narcotráfico; para eso se le paga al presidente, afirma

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En San José, California, el jefe del Ejecutivo, Felipe Calderón, se reunió ayer con migrantes mexicanos en el Center for Employment TrainingFoto Notimex
Enviada
Periódico La Jornada
Domingo 12 de junio de 2011, p. 5

San José, Cal., 11 de junio. El presidente Felipe Calderón acusó a la industria armamentista de Estados Unidos de las miles de muertes en México. Además advirtió que es imposible pedir a un mandatario que no se meta con los criminales y reivindicó la permanencia de las fuerzas armadas en las calles, después de que la caravana encabezada por el poeta Javier Sicilia pidió el fin de la militarización.

“Acuso a la industria armamentista americana de las miles de muertes en México. Exijo que se ponga orden en ese tema”, advirtió mientras elevaba el tono de voz y golpeaba el atril, varias veces, ante cientos de migrantes.

En el Center for Employment Training, ubicado en un barrio latino de esta ciudad, Calderón dedicó 55 minutos a defender las políticas de su gobierno, en especial su estrategia para combatir la criminalidad, con el argumento de que para eso le pagan a un presidente.

Se preguntó qué debe hacer la autoridad, y dijo: Para lo que un presidente y también, déjenme decirles, para lo que un gobernador o un alcalde nos comprometimos el día que tomamos posesión, hicimos juramento, juramos guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen. El primer deber de una autoridad es guardar la ley, y eso es lo que estamos haciendo.

Defendió la participación de las fuerzas armadas en la lucha contra la delincuencia, porque nosotros tenemos armas más poderosas y sofisticadas. Muy fuertes, muy disciplinados, el Ejército, la Marina-Armada de México y la Policía Federal.

Lejos de hacerse de la vista gorda ante los criminales, aseguró que decidió enfrentarlos a pesar de quienes decían que los enemigos eran más fuertes. Nada de que no los veo y nada de que mejor ni te metas con ellos. No. Se están apoderando de este pueblo, vamos a darle, y vamos a sacarlos. No tienen armas muy poderosas. Nosotros tenemos más poderosas.

Apenas habían transcurrido unas horas de que la Caravana por la Paz y grupos de Ciudad Juárez habían firmado el llamado Pacto Nacional con Justicia y Dignidad. En su punto medular se planteó el fin inmediato de la estrategia de guerra y la desmilitarización de las funciones policiacas, así como el regreso de los soldados a los cuarteles.

Calderón Hinojosa se quejó varias veces de que esos tipos, los criminales, pretendieron apoderarse de los pueblos y simplemente se les dejó entrar bajo la lógica de no te metas con ellos, date la vuelta, voltea para otro lado.

Frente a esa realidad, que muchas veces no se ha podido o querido entender, afirmó que optó por usar “toda la fuerza del Estado.

Lo que no se puede pedir a un presidente, simplemente, es que no se meta, que no haga. ¿Qué hacemos entonces con las familias que están sufriendo? ¿Qué hacemos con la gente que exige con toda razón a sus gobiernos? Y lo digo en plural, porque luego parece que eso es sólo tarea del presidente de la República, expresó.

Yo acuso

Frente a representantes de la comunidad mexicana, que incluyó a indígenas triquis, aprovechó para insistir en sus críticas al gobierno de Estados Unidos por su política permisiva de venta de armamento.

“Dichas armas no están yendo a manos de los buenos ciudadanos americanos, sino de los criminales que están matando mexicanos y un día pueden matar, como ya ocurrió con el agente (Jaime) Zapata, a ciudadanos estadunidenses”, comentó.

¿Por qué sigue ese negocio?, volvió a plantear. “Lo digo abiertamente, por lucro, por las ganancias que produce a la industria armamentista norteamericana este asunto.”

Como suele hacer en sus visitas a Estados Unidos –esta es la cuarta en lo que va del año–, exigió que no se reforme la Constitución estadunidense, sino que se restablezca la ley aprobada durante la presidencia de William Clinton denominada Assault weapon ban, que prohibía le venta de armas de asalto.