Opinión
Ver día anteriorMartes 7 de junio de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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DSK
L

a captura de Dominique Strauss-Kahn en Nueva York ha dado lugar a numerosas hipótesis. No es extraño, dado el marco de condiciones que rodearon el confinamiento DSK a una jaula de oro.

Alojado en el hotel Times Square, es acusado de agresión sexual a una empleada del hotel. Dados los antecedentes de DSK en relación con las mujeres, nadie duda del hecho, pero dadas las condiciones aludidas, sobran quienes piensan en un cuatro exitosamente puesto. Descartada por todo mundo la idea de una iniciativa de la propia empleada, los motivos de una trampa alcanzan máxima importancia política.

Nicolas Sarkozy es objeto de la rumorología, porque casi cualquiera lo cree capaz de tal aventurero acto, pero puede haber otros actores y motivos de la máxima importancia política mundial.

La francesa Lagarde y el mexicano Carstens compiten por el puesto al que ha renunciado DSK en el FMI. Da lo mismo: veremos una conducción rigurosamente ortodoxa. Pero, corrijo: Carstens alega que tiene mejores credenciales que Lagarde y hay quienes pensamos que es cierto: tendríamos con el candidato de Calderón la más ortodoxa de las visiones y conducciones del pensamiento neoliberal, de un organismo que ha sido una pesadilla para el mundo subdesarrollado.

El pasado 12 de abril transcribí en este espacio unas tesis sorprendentes de DSK: las teorías liberales que guiaron a la economía mundial durante los últimos treinta años merecen una profunda revisión, pues hoy resultan teorías obsoletas, tal como lo es la eficiencia del libre mercado. Y más: el Consenso de Washington ya es historia. Agregó contundente: el énfasis puesto en las políticas monetarias descuidó totalmente a la economía real y facilitó una globalización que se encargó de destruir empleo en todo el mundo con consecuencias que se pagan hoy y que seguirán pagándose durante años. Y remató con este plato de hiel para el capital financiero: “Al designar un nuevo marco macroeconómico para el nuevo mundo, el péndulo oscilará del mercado al Estado, y de aquello relativamente simple a algo relativamente más complejo… Hoy resulta claro que la política monetaria debe ir más allá que la simple estabilidad de precios, dado que debe velar por la estabilidad financiera global”.

El tratamiento para la deuda de 14.3 billones (en español) del gobierno de Estados Unidos, de acuerdo con el diseño de DSK, obligaba a ese país a desprenderse de su rol hegemónico en el sistema financiero internacional. DSK fue la primera autoridad del FMI en plantear que el dólar no cumplía como divisa internacional y planteó la necesidad de una divisa mundial no perteneciente a ningún país.

Las iras del poder financiero del mundo, el mayor poder existente debieron llegar a la luna. DSK había recibido el apoyo del Nobel Joseph Siglitz: “La reunión anual de primavera del FMI fue notable, ya que marcó el esfuerzo de éste por distanciarse de sus propios dogmas de hace muchos años sobre el control de capitales y la flexibilidad del mercado laboral. Parece que gradualmente –y cautelosamente– un nuevo FMI ha surgido bajo el liderazgo de Dominique Strauss-Kahn”. Y repitió una tesis que ha mantenido tenazmente: “La desregulación financiera en EU fue una causa importante de la crisis global que estalló en 2008, y la liberalización financiera y del mercado de capitales en otras partes ayudó a propagar ese trauma made in USA por todo el mundo. La crisis demostró que los mercados libres y descontrolados no son ni eficientes ni estables”.

Nos hallamos frente a una alta probabilidad de una recaída de la crisis. En 2007, aparecieron los primeros síntomas; después la crisis ha cambiado de rostro y de espacio sin dejar de ser ella misma. Ahora ha ocultado en buena medida el origen inmobiliario financiero de los problemas. Al reconocimiento inicial de que se habían asumido demasiados riesgos por prácticas crediticias profundamente corruptas en el marco de un frenesí especulativo con productos financieros complejos, le siguió la entrada al escenario del Estado como asumidor de los riesgos de última instancia, ante la alta probabilidad de un colapso del conjunto del sistema financiero. La extrema intervención de los gobiernos hizo desaparecer instantáneamente el superávit en las cuentas públicas obtenido durante los años previos. Y el deterioro de las cuentas públicas cambió la atención del colapso del sistema bancario a la crisis de la deuda soberana, y de ahí a las renovadas obsesiones por el déficit público alimentadas por unas tensiones monetarias que se aprovechan de los errores del diseño, en todos lados.

El paso de la crisis inmobiliaria, a la quiebra y rescate de los grandes bancos, a la finanzas públicas y el crecimiento sin antecedente de los déficit fiscales, y de ahí a los contribuyentes, ciertamente ha sacado a los señores financieros de sus problemas, pero estas etapas no han sido puertas de salida de la crisis, ésta sigue ahí aplastando a la población con altísimas tasas de desempleo que es el verdadero centro de la crisis.

Los banqueros han salido de la crisis y nos han mostrado que mandan por encima de los estados. Pueden decir no, a la más mínima reorientación del FMI. Lagarde o Carstens será el cancerbero para lidiar desde la inútil ortodoxia con la continuación de la crisis.

Es otro espacio desde donde se fraguó el cuatro para DSK.