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Ver día anteriorLunes 6 de junio de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Drogas y pobreza
L

as condiciones actuales en México son el producto fatal de las políticas neoliberales llevadas al extremo: la aplicación de recetas económicas que prescribían privatización de todo, mercado libre, intervencionismo, internacionalización de la riqueza nacional en el gran casino del globo. Desde mediados de los años 80 esa ha sido la única pauta. De Salinas a Calderón, la desagregación de México, manifestada ahora como una conflagración en apariencia ciega. La guerra misma es parte del casino de la cúpula financiera que los gobiernos nacionales han garantizado para botín de la inversión internacional y el consenso de Washington. No somos la única experiencia que confirma que este proceso es inseparable de un auge permanente del narcotráfico.

El especialista Peter Dale Scott escribe: “Apenas sorprende que los cárteles mexicanos de la droga sigan amenazando la seguridad pública y hagan del trasiego de droga una parte sustancial de la economía estadunidense-mexicana (American War Machine, 2010, libro que se ha venido reseñando en este espacio). El investigador de la universidad de Berkeley disecciona las acciones de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) hasta su disolución en 1985, luego de que la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) la involucró en el sonado asesinato de un agente de la DEA estadunidense. No obstante, después de 1989 dos exdirectores de la DFS (Miguel Nazar Haro y Esteban Guzmán) encabezaron la policía del Distrito Federal, y otro, Fernando Gutiérrez Barrios, llegó a secretario de Gobernación para blindar al gobierno salinista en su carrera de reformas estructurales, destinadas a desintegrar el país.

Entre 1949 y 1985, escribe Dale Scott, la interdependencia de los traficantes, la DFS y la CIA proporcionó poder creciente a los tres, junto con violencia política y disparidades también crecientes. Desdiciendo el fundamentalismo de mercado y las políticas del Banco Mundial (BM), encuentra que la extrema pobreza estimula la producción de drogas, lo que se convierte en un factor que garantiza que las políticas tradicionales para reducir la pobreza no funcionarán. El propio BM lo admite: La producción de drogas y la pobreza se refuerzan mutuamente: la falta de alternativas económicas motiva la producción de drogas, y ésta perpetua la imposibilidad de alternativas económicas.

El periodo ultraprivatizador de Salinas a Zedillo garantizó impunidad y salvamentos a los bancos, devueltos a los banqueros locales después de su fugaz nacionalización en 1982, para que a su vez vendieran a la banca global (el célebre balcón de lavandería de Banamex va incluido). Lograron incrementar de 5 a 22 millones los mexicanos en extrema pobreza, donde (cita Dale Scott al controvertido Andrés Openheimer) la única economía boyante era el narcotráfico.

Dale Scott hace referencia a documentos del Congreso y el Tesoro estadunidenses que permiten concluir que los bancos del país vecino son colectivamente los mayores beneficiarios de tráfico de drogas, con el derivado de la concentración de la riqueza en poquísimas manos. La riqueza de los ricos produce pobreza, clásico.

Para la vida real de los mexicanos, la ultraliberalización no trajo beneficios; agudizó la desigualdad, la migración, la dependencia, la alienación. Y se desencadenó una guerra que no merece llamarse civil, pero sí intestina, bajo un guión exigente y expansivo no libre de contradicciones. Diversos comentaristas de la CIA, entre ellos Dale Scott, coinciden en que la actuación de la agencia no siempre ha coincidido con la del Departamento de Estado. En el periodo de Bush II fue usada, maltratada y medio desechada por la camarilla que llevó a Estados Unidos a sus dos guerras más largas; una, la de Afganistán, íntimamente ligada al narcotráfico en gran escala. Hoy es reconocido ampliamente que la CIA, como los servicios de inteligencia de otras grandes potencias, ha usado a los traficantes como recurso en virtualmente todos los continentes, dice el autor.

Las acciones y alianzas en México de las agencias estadunidenses de inteligencia militar, policiaca y financiera se han diversificado; ahora hay abierta presencia de DEA, FBI, ICM, fuerzas militares y milicias privadas tipo Blackwater; súmese el relanzamiento hemisférico de la Cuarta Flota. Pero sin la CIA, sin sus conexiones en triángulo con los gobiernos del PRI y el PAN y sectores del narcotráfico, el camino del actual desastre no hubiera quedado tan bien pavimentado.

Un elemento clave es, desde luego, la ilegalización empecinada de las drogas, particularmente mariguana y cocaína, con base en prejuicios de la derecha tan ignorantes como oportunos, y a los dobleces morales y de rasero del doble juego imperial. El prohibicionismo garantiza condiciones para mantener al país de rodillas. Nos descompone la vida ciudadana pero cotiza la mercancía. Y Los Pinos aplicados en eso, cumplidores. Once sexenios trabajando ajeno (desde 1947) y contando.