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La gente opinó con la esperanza de ser tomada en cuenta: Félix Sautié

El debate sobre la reforma económica en Cuba evidenció dudas y resistencias, dicen analistas

La discusión culminará en el congreso del PCC, que aprobará nuevos lineamientos a seguir

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Pescadores en el malecón de La Habana, en imagen de hace unos díasFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 15 de abril de 2011, p. 25

La Habana, 14 de abril. La reforma económica levantó en Cuba un intenso debate, que según analistas mostró dudas de la población sobre el futuro de sus garantías sociales, reveló resistencias conservadoras contra un esquema que busca elevar la productividad del trabajo, pero al mismo tiempo sirvió para precisar la urgencia de los cambios.

Aún se desconocen detalles de la discusión, que culminará en el sexto congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), convocado para sesionar durante cuatro días a partir de este sábado. Ahí se aprobará una nueva versión de los Lineamientos de la Política Económica y Social, el documento base del debate.

Presenté más de 40 objeciones y la discusión en la que participé duró casi seis horas, dijo a La Jornada Félix Sautié, de 72 años, quien ha sido líder juvenil católico, activista del movimiento revolucionario, fundador y veterano militante del PCC, director del diario Juventud Rebelde, escritor y periodista.

La gente de nuevo opinó, esperanzada en que sus opiniones se debían de escuchar, agregó Sautié. Si no se toman en cuenta esas opiniones, yo creo que esta es la última oportunidad para arreglar lo que dijo Raúl.

Citó entonces la frase del presidente Raúl Castro, que desde diciembre pasado está causando un fuerte impacto entre los cubanos: “O rectificamos o ya se acabó el tiempo de seguir bordeando el precipicio, nos hundiremos y hundiremos (…) el esfuerzo de generaciones enteras”.

Voto contra el recorte al gasto social

Pero no todo está tan claro, estimó Isbel Díaz, biólogo y especialista en informática, de 35 años, activista del Observatorio Crítico, una red deliberativa que examina regularmente una amplia agenda de asuntos públicos como el sistema socialista, el cooperativismo, la autogestión, proyectos culturales, ecológicos, las minorías sexuales o los transgénicos, entre otros.

Díaz apuntó que hubo lugares en los que se votó contra el recorte de gasto social. A la gente esto le preocupa mucho, por ejemplo el caso de la libreta (canasta básica racionada) y estimó que quizá no llega a todo el mundo el fondo del mensaje oficial.

En un momento el gobierno pudo decir cosas y la gente tenía fe en que eso era exactamente lo que se iba a hacer, pero ahora ya no tanto, señaló. En el caso de la libreta, el temor es de que la quiten y no se pueda recuperar ese ingreso de otro modo.

Quizá la libreta haya sido el tema más debatido. El analista Ariel Terrero escribió en la revista Bohemia que se alegraría “si desaparece mañana mismo, en tanto pienso que el entierro de la libreta ocurrirá sólo como expresión de una salud económica, avances y condiciones que requerimos con urgencia: sólida ampliación en la producción y oferta de alimentos y alza rotunda de los salarios –en frecuencia con una mejoría similar de la productividad–, para que los cubanos podamos asumir la compra de la canasta básica sin la mediación de subsidios estatales”.

Hay opiniones que apuntan, sin embargo, a que la crítica a la reforma encubre la resistencia al cambio entre quienes han pasado años en posiciones administrativas que pronto desaparecerán. La eliminación de puestos de trabajo, la reducción del aparato gubernamental, la descentralización de funciones, el mayor peso en la gestión municipal y provincial, la supresión de duplicidades en el mando, la autonomía de gestión empresarial y otras fórmulas que buscan eficiencia en la planta productiva y en la función pública, son componentes de la reforma que provocarían cambios sustanciales en el modo de vida de toda un segmento social, según algunos observadores.

Lo primero que hay que hacer es una depuración de responsabilidades, apuntó Sautié. No estoy hablando de cacería de brujas, sino de que hay que evitar que se vuelvan a cometer errores.

El debate sobre estos temas tiene larga data en Cuba y fuera de Cuba, expuso Juan Triana, del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana, a la revista católica Espacio Laical.

Describiendo los trazos generales de la discusión, Triana consideró que los temas asociados a la participación de la diversas formas de propiedad, la necesaria descentralización, la reconceptualización del papel de la empresa estatal, la reconsideración de la relación Estado-empresa, Estado-familia o Estado-individuo, y las propias relaciones individuo-individuo, la necesidad de desmontar trabas, obstáculos y prohibiciones, que lejos de favorecer la realización plena del sujeto dificultaban, en muchos casos, alcanzar por vías legítimas sus aspiraciones individuales, son de las cuestiones más favorecidas.

También en Espacio Laical, el politólogo y director de la revista Temas, Rafael Hernández, consideró que los Lineamientos son la alternativa de cambio más importante del modelo socialista cubano desde 1976.

Es obvio que estas transformaciones no son puramente económicas, sino que afectan las relaciones entre el Estado y la sociedad civil, y conllevan cambios de naturaleza política, agregó. La mayor carencia de este Proyecto de Lineamientos es que no reafirma lo suficiente el papel de la participación de los trabajadores y sus organizaciones en el nuevo ordenamiento económico, en el control social y en la toma de decisiones en la producción y los servicios.

Además de ocuparse ampliamente del debate en Espacio Laical, la prensa católica ha participado activamente. En un comentario de su director, Orlando Márquez, la revista del Arzobispado de La Habana, Palabra Nueva, pidió que los cubanos puedan invertir en su propio país y que al mismo tiempo se reconozca como legítima la acumulación y la reproducción de riqueza.

Márquez opinó que Cuba no debe darse más el lujo de resignarse a esperar sólo préstamos o comprensión de los acreedores, abrirse sólo a la inversión extranjera o dejar que los cubanos busquen oportunidades en el exterior. Para que nuestro país sea más rico necesitamos crear riqueza, y ésta no se crea sólo con escuelas y hospitales, sino además con la capacidad de generarla, aprovechando esa cultura e instrucción acumuladas en ciudadanos saludables, lo cual no está reñido con la soberanía, la independencia y la dignidad del país.

En otro artículo, Márquez propuso considerar la participación de instituciones religiosas en el sistema de salud, la apertura de cooperativas o la combinación del servicio público con el privado, siempre como reacción al deterioro de la sanidad cubana.