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El pedalista superó un cáncer y ganó siete veces el Tour de Francia

Lance Armstrong confirmó su segundo retiro bajo la sombra del dopaje
 
Periódico La Jornada
Jueves 17 de febrero de 2011, p. a13

Los Ángeles, 16 de febrero. Para unos es una especie de Rey León que reconquistó sus dominios venciendo a la muerte, y para otros es un zorro tramposo, que hizo su carrera gracias al dopaje, pero con su anunciado retiro Lance Armstrong deja más preguntas que respuestas.

El ciclista estadunidense, siete veces campeón del Tour de Francia, confirmó su segundo adiós del ciclismo profesional –y éste parece ser definitivo– para dedicar más tiempo a su familia, a la lucha contra el cáncer y a su fundación.

De 39 años, el texano se despide de deporte que lo convirtió en celebridad en América, persona controvertida en Europa e ícono de esperanza para millones de personas en todo el mundo.

La interrogante más importante que permanece en el aire con su partida es si de verdad consiguió sus impresionantes triunfos al amparo de un sofisticado plan de dopaje.

Ninguna de las numerosas acusaciones de medios de prensa, principalmente europeos, ha podido ser sostenida. Todos los señalamientos fueron desestimados y Armstrong se acoge al retiro libre de polvo y paja.

Hasta la poderosa Agencia Mundial Antidopaje (AMA) hizo lo posible por inculparlo, llegando incluso a filtrar información confidencial al diario deportivo francés L’Equipe.

En junio de 2006 la Unión Ciclista Internacional (UCI) avaló el informe de Vrijman, comisión creada para estudiar las acusaciones contra el pedalista, y lo exculpó de todo tipo de sospechas.

En ese entonces Armstrong estaba un tanto al margen, pues el año anterior se había acogido a un primer retiro.

En septiembre de 2008 anunció su regreso y hubo más preguntas: ¿Por qué vuelve en medio de una fuerte campaña en su contra? ¿Qué quiere probar? ¿Lo hace por dinero? ¿Por darle en la cabeza a sus detractores? ¿Por añoranza?

En su regreso sólo fue la sombra del ciclista que dominó siete años las carreteras del mundo, pero dejó su leyenda con un tercer lugar individual en el Tour de Francia 2009, un primero por equipos (Astana) y el puesto 23 en la competencia gala de 2010.

En la vida de Armstrong hay un antes y un después. Era un pedalista de regulares resultados internacionales hasta que en octubre de 1996 le detectaron un cáncer de testículo con metástasis pulmonares y cerebrales.

Dos años después, tras sortear con éxito varias operaciones y ser sometido a un novedoso proceso de quimioterapia, volvió a montar su bicicleta rumbo a la leyenda y a los siete títulos del Tour de Francia.

El tratamiento ulterior fue el punto de partida en las posteriores acusaciones de dopaje. El propio Armstrong reconoció que dicho método de recuperación incluyó el uso de hormonas de crecimiento, cortisona, esteroides y testosterona.

Esta circunstancia ha hecho surgir preguntas: Si no fuera por el uso de esas sustancias de nuevo tipo, ¿Armstrong habría podido regresar a la alta competición? ¿Fueron estas drogas las causantes de sus grandes éxitos? ¿Es válido o no usarlas en esas circunstancias? ¿Entrará al olimpo de los inmortales o al purgatorio de los tramposos?

Lo cierto es que la estrella de Lance Armstrong seguirá brillando mientras haya personas que lo vean como un sobreviviente a los golpes de la vida y de la prensa.