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Yo apenas empecé a disfrutarla, señaló la clavadista

La vida de un deportista puede ser dolorosa: Espinosa

No todas las atletas se preocupan por su belleza, pero deberían

 
Periódico La Jornada
Miércoles 26 de enero de 2011, p. a15

La clavadista Paola Espinosa graba unas tomas para una campaña publicitaria. Lo hace con la gracia y habilidad de una experta. Con la misma seguridad con la que salta del trampolín de tres metros o con la que sube a la plataforma de 10 –modalidades que la han consagrado como medallista olímpica y campeona mundial– y se planta ante las cámaras de televisión. Más tarde concede una entrevista en la que aborda temas relacionados con la belleza de las mujeres y admite que le preocupa su imagen.

Soy mujer, por eso me interesa la belleza. No todas las mujeres deportistas se preocupan por eso, pero deberían, dijo entre risas y abunda: En la alberca es difícil mantener las uñas pintadas por el cloro, es complicado estar linda.

Espinosa lleva un vestido rojo y el cabello en tono rojizo encendido, maquillaje de pasarela, tacones altísimos, alhajas. Parece más un personaje del mundo del espectáculo que la clavadista, una de las mayores apuestas mexicanas para el próximo ciclo olímpico rumbo a Londres 2012.

Antes de la justa veraniega, la bajacaliforniana deberá cumplir con un calendario repleto de compromisos de alto nivel, en el que privilegia los Juegos Panamericanos de Guadalajara, en octubre próximo.

Ojalá la vida de un deportista de alto rendimiento fuera de puro glamur, pero antes que nada es de mucho esfuerzo, dedicación, disciplina... demasiado dolor y miedo. Yo apenas empecé a disfrutar de mi vida deportiva, aclaró.

El dolor del que habla Espinosa se sufre a diario en los entrenamientos, en el cuerpo, pero confiesa que también se siente en el corazón y en la mente.

A veces aparece en los momentos clave, como en plena competencia, pero los atletas deben estar conscientes de que esos malestares son parte de la profesión. Tienen que reconocerlo y dominarlo.

Ese malestar aparece cuando se salta de la plataforma de 10 metros y se cae de espalda o de torso, cuyas huellas dejan la piel enrojecida o amoratada, pero eso es lo de menos, señala Espinosa.

Esos golpes duelen físicamente, pero lo que más duele es que no se pudo hacer eso para lo que se estuvo entrenando y hay que volver a intentarlo; ese dolor es mental y emocional, indica.

Además está el miedo. Esa inquietud que asalta a los clavadistas cuando ascienden 10 metros sobre la fosa, o cuando esperan el turno durante los Juegos Olímpicos. El temor es una emoción familiar, pero debe controlarse cuando se compite en el alto rendimiento, refiere Paola.

Con ese temple asume los retos que deberá enfrentar en este 2011, durante el cual defenderá el título mundial en Shangai, en julio próximo; pero también la Universiada, la Serie Mundial, y los Panamericanos.

En Guadalajara espero dar lo mejor. Para eso entreno y cada día estoy ocho horas en la alberca, para traer un buen resultado a mi país, pero no perdemos de vista que el nivel en esa justa cada vez es más fuerte, admitió.

A fin de enfrentar esta temporada larga, que se extenderá hasta octubre, Paola ha previsto, junto con su entrenadora Ma Jin, un programa de entrenamiento para fortalecer los músculos y estar en condiciones de la exigencia física de este año.

En ese cálculo también hay una gran dosis de objetividad y la clavadista reconoció que con un calendario tan intenso difícilmente podrá estar al ciento por ciento en todas las competencias.

Buscaremos los compromisos para los que estemos en óptimas condiciones para que nos vaya mejor, apunta.

Espinosa tiene que marcharse para que le hagan más fotos y se graben más minutos con su imagen; parece muy atareada.

Hasta ahorita empiezo a disfrutar mi carrera, porque ya soy medallista olímpica, campeona del mundo y panamericana. Donde me he parado he traído medallas. Si el día de mañana me retiro, me voy como una mujer realizada, dijo antes de salir apresurada.